Capítulo 29

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Los últimos rayos del atardecer desaparecen, convirtiendo las montañas en un lugar casi siniestro, no obstante, es seguro que nosotros somos lo más temible que pueda moverse en los alrededores. En silencio avanzamos dejando atrás las instalaciones del refugio hasta alcanzar el inicio de la parte mas profunda de la arboleda.

Las últimas semanas parecieron transcurrir demasiado rápido y hoy ha llegado el día de demostrar cuanto hemos mejorado.

Debemos aprovechar lo máximo posible la oscuridad.

Esta noche no hay risas o diversión en el grupo, la tensión es perceptible en la postura de cada uno de quienes estaremos aprueba. El resto que nos acompaña parece expectante o indiferente en algunos casos.

El grupo es similar al que estuvo presente en el momento en que se hizo la asignación de novatos, solo agregando un par de extras, Anisa y Abiel. No tengo problemas con ellos, excepto con el fundador llamado Nicolas. Hoy de nuevo ha mantenido su atención sobre mí, apenas entró en la sala de entrenamiento, pareciera que busca hacerme sentir incomoda, Liel se ha mantenido atento, así que estoy tranquila, especialmente porque mi atención se centra en Don y Nash, a quienes debemos ser capaces de dar alcance.

Ambos siguen luciendo como un par de elfos o seres místicos, su piel y cabello pálido resalta sobre sus uniformes oscuros. Nash lleva el cabello trenzado, mientras que Don parece haberlo cortado un poco, pero aun es mas largo que el de la mayoría de los vampiros de la guardia.

―El orden ha sido asignado ―anuncia Liel, mientras formamos una fila delante de él―. Conocen el área asignada, no deben salir de ella. Por lo demás no hay reglas, deben hacer contacto con cualquier parte de su cuerpo.

―¿Solo tocarlo, no retenerlo? ―pregunta Berk, casi leyendo lo que la mayoría ha estado pensando.

No creemos ser capaces de sujetarlo, porque es demasiado rápido, así que todos estamos apostando con conseguir rozar o golpear la palma de la mano en alguna parte de su cuerpo.

―Correcto.

Don avanza un par de metros y se gira para observar a cada uno de nosotros. El brillo rojizo de sus ojos dando un aspecto tétrico a su hermoso rostro juvenil. Aun me pregunto cuando años tenía cuando fue transformado, no debe ser mayor que Kyla.

―Suerte ―susurra dibujando una pequeña sonrisa burlona. La brisa nocturna agita la punta de su cabello mientras da otro paso hacia tras.

Karam es el primero que intentara tocarlo, así que se adelanta estirando sus brazos y ladeando la cabeza de un lado a otro. Al compararlos, parecen tan disparejos, especialmente con la rudeza que muestra el rostro de Karam que lo supera por al menos 30 cm y posiblemente con unos 20 kilos.

―Estoy listo. ―Karam es serio, nada presuntuoso a pesar de sus diferencias y eso bueno.

―¡Comiencen! ―Liel da la señal al tiempo que ambos se convierten en un borrón.

Incluso para nosotros que tenemos una vista mejorada, es difícil seguir todos sus movimientos, por lo que si un humano estuviera observando solo vería las hojas del suelo moverse o pequeños restos de tierra levantarse tras sus pasos.

Karam es contundente, pero es incapaz de reducir la distancia, en todo momento pareciera estar un metro detrás de Don. Quien mantiene sus manos dentro de sus pantalones y ni siquiera se molesta en volver la mirada. Tampoco pareciera tener problemas para moverse.

Hay demasiada diferencia y es a favor de Don.

"¿Sabes cual es su error?", la pregunta de Liel me sorprende, pero me obligo a no apartar la mirada de los dos que continúan moviéndose entre los árboles.

La guardia (Saga la Donante #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora