Capítulo 9

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Miro insistentemente la puerta, que da acceso a los laboratorios, me parece que han pasado horas desde que Marine me habló mentalmente y me ordenó no salir. Koller y Kyla finalmente se han ido a dormí, así que por ellos no debo preocuparme de momento, se encuentran dentro de la bodega y he asegurado la puerta, pero no saber que ocurre afuera me pone más nerviosa.

En todos estos días no hubo problemas, pero Marine tenía razón cuando dijo que prácticamente teníamos una diana sobre nosotros, este fue uno de los pocos lugares que resistió el bombardeo, así que resulta lógico que los sobrevivientes o incluso impuros vendrían a indagar tarde o temprano. Debe tratarse de impuros, para hayan sonado tan preocupados.

Me pongo tensa al ver como la puerta se abre, pero lo reconozco antes de que entre.

¡Asim!

―¿Qué pasó? ―inquiero acercándome. Lo miró de arriba abajo, tiene algunos rasguños y su ropa es un desastre. Él busca detrás de mí.

―¿Dónde están?

―Durmiendo en la bodega. ―Se pasa la mano por el pelo y veo rastros de sangre en sus manos, así como otras heridas en su cara.

―No es nada ―dice al notar que lo observo, restándole importancia. Yo no diría que es nada, pero no discuto.

―¿Qué pasó? ―repito acercándome―. ¿Dónde están los demás?

Hace una mueca, sacudiendo ligeramente la cabeza.

―Harker está muerto y Marine herida. Entraron varios impuros, nos superaban por mucho y... ―deja las palabras en el aire, encogiéndose de hombros.

Harker era un miembro de la guardia y si él está muerto... Esto es muy malo.

―¿Dónde está ella?

―En su cuarto, no quiere alarmar a los demás.

Asiento disponiéndome a salir, pero me detengo recordando que dentro siguen Koller y Kyla.

―¿No nada pasa si los dejamos solos?

―No. Esos malditos se han ido, al menos por ahora.

No discuto la última parte de su frase, me encamino hacia las estancias de Marine. No puedo imaginar que tan herida se encuentra que no ha querido que la vean. Tampoco puedo darme una idea de lo que han tenido que pasar.

Pero lo más inquietante es que el único que sabía pelear está muerto y eso nos deja solo a vampiros sin entrenamiento y dos humanos.

―¿Qué tan graves son sus heridas?

―Bastante. ―No me gusta su expresión. Ni que parezca dudar tanto antes de contestar. Lo poco o mucho que lo conozco, sé que Asim no es de los que se guardan las cosas.

―Pero sus heridas sanaran, solo hay que darle sangre, ¿no?

Eso fue los que hicieron conmigo.

Él no dice nada. Eso me hace dudar.

Empujo la puerta de la habitación y la veo, su ropa está empapada con sangre y su tez pálida parece casi fantasmal.

―Marine... ―susurro horrorizada.

Me dedica una sonrisa forzada, intentando incorporarse.

―¿Ellos están bien?

―Sí, sí ―asiento llegando hasta el borde de su camastro―. No te muevas. ―No externo lo mal que lucen sus heridas, porque no hace falta.

―Estoy bien. ―Ella mira a Asim.

―Me encargue de los cuerpos, los que dejado expuestos para que la luz del sol se encargue.

La guardia (Saga la Donante #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora