Capítulo 23

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Ignoro las miradas curiosas de los hombres presentes en la sala de entrenamiento, fingiendo escuchar la conversación animada de Asim y al mismo examinar el lugar. El espacio es más pequeño que el asignado en los laboratorios, lógicamente, su propósito es simplemente para mantenerse al día, ya que existen otras prioridades, aunque es un alivio que no nos tengamos que trasladar a otra cede. Me entusiasma comenzar.

Evito mirar en dirección de los otros vampiros, consciente de que es imposible no destacar, soy la única mujer del grupo, además, de que, comparada con ellos, soy demasiado pequeña. Uno de ellos es casi una mole, un militar, por lo que he escuchado; el otro parece un exconvicto, sus brazos tienen mas tinta que piel libre. No tengo nada personal, de hecho, no soy perfecta, es solo la impresión que dan. Los otros dos no son tan impresionantes, pero sigo siendo baja comparada con ellos, y que sea una chica, parece divertirles. Cosa que aumenta mi determinación a dejar de ser la típica damisela en apuros. Aunque es mas que eso, no quiero volver a sentirme impotente, dejar que otros se sacrifiquen por mí.

Hace un par de días que llegamos, pero hoy oficialmente inicia nuestro entrenamiento. No he podido hablar mucho con Liel, las cosas han estado muy agitadas, personas llegan y van, los conflictos en la mayoría de los países continúan, así como la incertidumbre por lo ocurrido en América. Supuse que eso serviría para detener los confrontamientos, tristemente no ha sido así y solo puedo sentir pena por todos los inocentes. Las imágenes de las personas que murieron me persiguen.

La puerta se abre, todos nos giramos hacia ella, curiosos, Liel ingresa acompañado por Abiel y otros dos guardias que no había visto antes. A decir por el mismo Liel, la guardia es bastante grande, la mayoría de los vampiros varones están dispuestos a integrarse y se encuentran en estos momentos distribuidos por el mundo.

Demoro un poco en el par de extraños, que solo puedo catalogar como llamativos. Si no hubiera visto desnudo a Liel, podría decir que son lo más hermoso que existe, pero ya lo he hecho.

Liel se adelanta, indicándonos que formemos una línea delante de él, lo hacemos rápidamente. No dice nada, simplemente nos examina, evito el contacto visual, porque dudo ser buena ocultando mi sentir. Me he repetido muchas veces que fuera de la habitación solo somos mentor y aprendiz, que debo actuar como lo haría con cualquier otro, pero recordar las cosas que dice y hace conmigo...

Abiel se aclara la garganta, sacándome de mis sucios pensamientos, y se posiciona a un lado de Liel. Lucho por mantenerme serena, ya que es difícil saber que piensa ese hombre, porque ni siquiera sus ojos dejan traslucir algo de lo que pasa por su cabeza. Él es incluso más difícil de leer que Liel, ya que donde sus ojos demuestran sentir, Abiel es todo negocios y seriedad. No puedo imaginar a la mujer que tenga sus atenciones.

Seré directo ―inicia con esa voz autoritaria―. Si están aquí, es porque saben lo que les espera y no tienen duda alguna sobre poder actuar ―sus palabras son firmes y veo como uno de los hombres se mueve nervioso―. Usualmente, esto lleva mas de un año, varios en realidad, pero estamos bastantes cortos de personal y el tiempo tendrá que ser ajustado, una vez que las cosas se asienten pasaran por un nuevo adiestramiento. La guardia tendrá que volver a reformarse y yo estaré a cargo de ustedes.

―La primera parte de su entrenamiento tendrá que ser hecha en solo 6 meses ―continua Liel.

Hay un bajo murmullo lleno de aprobación y miradas satisfechas. Permanezco en silencio, pero estoy de acuerdo con ellos, sin duda es menos tiempo del que esperaba.

―Yo no estaría tan contento ―interrumpe Abiel―. Al ser menos el tiempo del que disponemos para acondicionarlos, los periodos de entrenamiento serán más extensos y sobre todo demandantes. Aún pueden cambiar de parecer, pueden hacerlo en cualquier momento, no hay problema si quieren dejarlo, todos tienen un lugar en alguna otra tarea, así que nadie esta obligado a ser parte de la guardia. Porque como he dicho, no es una tarea sencilla. ―Hace una pausa, quizás esperando que alguien renuncie, pero nadie dice nada. Él asiente y comienza a desplazarse por enfrente de nosotros―. Quiero que entiendan algo, somos uno más, un subalterno cualquiera, pero al mismo tiempo somos quien cubre las espaldas de los demás vampiros y eso no nos hace especiales. No esperen nunca reconocimiento, ni grandeza por ser parte del grupo, tampoco deben abusar de las habilidades aprendidas y lo más importante, jamás piensen en traicionar nuestros principios. Si alguno deserta o se vuelve contra los suyos, yo mismo me encargare de cazarle y cortar su cabeza.

La guardia (Saga la Donante #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora