Observo los gráficos aparecer con rapidez en la pantalla, mis dedos vuelan sobre el moderno teclado, desconozco lo que significa cada uno de los datos que ingreso, sin embargo, soy buena para capturar. Las computadoras siempre fueron lo mío, manejar programas, realizar estadísticas, resultaba mucho mejor que tratar con personas. Hasta hoy sigue siéndolo.
―No tienes idea de la ayuda que me has dado.
Una pequeña sonrisa tira de la comisura de mis labios ante su comentario, lo ha dicho al menos ya en 3 ocasiones y cada una de ellas con la misma entonación de agotamiento o pesar. Este hombre trabaja demasiado, ¿será que alguna vez se toma un pequeño descanso? Seriamente, lo dudo.
Asiento sin apartar mis ojos de mi trabajo, porque encargarme de trascribir los datos y ejecutar los programas que proporcionan los gráficos es mi principal labor como ayudante. Una que por fortuna me mantiene ocupada y evita que pueda pensar demasiado, al menos lo ha hecho por tres meses, que es el tiempo que llevo aquí, desde que fui liberada de mi acondicionamiento tras "despertar", por decirlo de una manera.
Es extraño pensar que ya no soy una persona normal, que no soy quien solía ser, que he dejado de ser un humano. Más allá de las evidentes diferencias, no siento que mucho haya cambiado en mi interior.
Alejo los pensamientos, obligándome a centrarme de nuevo en la pantalla. Mis deberes no son demasiados, no hago muchas cosas, ni tampoco salgo de la zona de laboratorios y dormitorios. He visto a muchos como yo, pero sinceramente con la única que converso es Marine; un poco con Dala, otra de sus ayudantes y por supuesto, con el doctor Koller, o como él prefiere que le llame, Oliver. No es un hombre muy mayor, un poco más de los 40 o eso creo, tiene el aspecto de un catedrático y una peculiar costumbre de conversar consigo mismo. Sus lentes y bata, además de esa aparente timidez lo definen. Puedes estar en la misma habitación y pasar inadvertido para él, ya que se pierde en sus experimentos e interminables anotaciones. Es amable y no parece temernos, a ninguno, para él es como si siguiéramos siendo personas normales. Aunque no lo somos. Sorprendente, no sé cómo habría reaccionado si alguien se presentara como tal y me introdujera en este mundo. Supongo que su mente científica es abierta y puede aceptarlo.
A mi sigue costándome verme como tal, Marine asegura que es normal, que todos pasamos por eso, especialmente ya que todo ocurrió muy rápido. En una noche pase de ser una chica ordinaria a una transformada, con el propósito de salvar mi vida. Ella cree que es bueno relacionarme con los demás, pero por el momento y mientras termino de adaptarme prefiero quedarme aquí, donde no debo contar a todos quien era antes o lo que hacía. Hablar de mi vida no es algo que me agrade. La pérdida de mi familia sigue doliendo, es como si el tiempo se hubiera detenido en ese instante. Y reflexionar sobre el hecho de que mi aspecto nunca cambiara, no es alentador.
―Bien ―digo levándome, cediéndole mi puesto, para que analice lo que sea que signifiquen los gráficos―. Creo que ahí lo tienes.
Él ajusta sus lentes antes de comenzar a observar con detenimiento los números y estadísticas que arrojan los cálculos que ha ejecutado el programa. Es tecnología que no conozco, demasiado avanzado, no creí que algo así existiera. Pero en sí, todo este lugar parece muy moderno.
Vampiros modernos, ¿Quién lo diría? Nada de lo que alguna vez leí o escuche es igual. Bueno, quizás algunas cosas, como el hecho de que no se exponen al sol y no tenemos reflejo. Eso es tan perturbador. Tampoco debemos mantenernos en un ataúd, tenemos ciclos de sueño, pero pueden ser durante el día, aunque también podemos pasar de ellos y mantenernos en pie durante días o eso es lo que han dicho. Nuestra resistencia es mayor, excepto a una cosa, la sangre.
Koller emite un pequeño gruñido, que no escapa a mi desarrollado oído, se frota la frente y hunde los dedos en su cabello, que es un auténtico desastre. Retrocedo un poco, abrumada por el olor de su sangre. Creo que debo tener una dosis pronto, empiezo a ser más consciente de él. Quizás ese es el único inconveniente de estar a su alrededor, el hecho de aspirar contantemente su aroma despierta mis instintos. Algo que no resultara tan difícil, sino me esforzara por evitar alimentarme.
ESTÁS LEYENDO
La guardia (Saga la Donante #4)
VampireLibro #4 de la Saga La donante. Una historia previa al inicio de la donante. Conoce un poco más sobre los guardianes silenciosos que custodian los muros de Cádiz... Historia previa a la donante, justo durante la guerra.