Capítulo 18

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El tiempo se detiene, contrario al placer que aparece prolongarse una eternidad. Liel embiste un par de veces, siento su cuerpo ponerse rígido, antes de que se corra y se apoye sobre mí. Mi cabeza sigue nublada por el placer, ha pasado tanto tiempo desde que estuve con alguien y definitivamente, nada podría compararse. Puede que sea solo por el cambio o porque es él.

―¿Estás bien? ―Sostiene con sus brazos, suficiente de su peso para no aplastarme―. ¿Tus costillas? ―dice mirándome con algo de preocupación, su mano tocándome uno de los costados.

Sacudo la cabeza. Lo cierto es que, en este momento, lo único que siente mi cuerpo son las secuelas del sexo, el sabor de su sangre aun en mi lengua y su olor en mi nariz. Es como si su sangre hubiera ayudado a mi condición, hay solo unas ligeras molestias, pero son mínimas. Hago una nota mental para preguntarle al respecto.

―Eso fue... ―jadeo pasando mis dedos por su espalda, él se mueve llevándome sobre su pecho.

―Lo siento, fui demasiado brusco. ―Aparta el pelo de mi cuello, su pulgar rozando el lugar donde ha mordido.

Veo mi propia marca en él. No es algo que debería provocarme satisfacción, pero lo hace, así que alejo la mirada.

―Mihan, ¿estás bien? ―insiste ante la falta de respuesta de mi parte.

―No tengo nada de que quejarme ―aseguro, mis ojos siguiendo la agitación de su pecho, dejando que el silencio llene el espacio―. Estoy bien. ―Sus dedos viajan por mi columna, pero puedo sentir su mirada examinando mi rostro.

No estoy segura si debo apartarme, realmente no quiero hacerlo, puedo sentir el agotamiento arrastrarse sobre mí.

―Descansa ―susurra, inclinando mi cabeza para que descanse sobre su pecho―. Tenemos un largo camino por recorrer.

Quiero hacer preguntas, pero mi respuesta es intangible, antes de sumirme en un sueño profundo.

҉

Parpadeo un par de veces, logrando salir del estupor, sin saber cuánto tiempo ha pasado, pero dándome cuenta de varias cosas, la primera de ellas es que sigo recostada sobre Liel, uno de sus muslos colocado entre los míos y una de las mantas cubriendo mi espalda.

La segunda es que mi cuerpo no solo parece estar en mejores condiciones, sino reaccionar a él. Puedo sentir mis pezones contra su pecho y la humedad entre mis muslos, el olor de mi propia excitación llegando a mi nariz. ¡Maldición!

Su mano toca mi trasero y no puedo contener un gemido. No soy la única que parece dispuesta y lo hace saber cuando se mueve, presionando la punta de su miembro en mi entrada.

Mis caderas se agitan y sin palabras, me encuentro cabalgando sobre él, mis manos en su pecho, las suyas sosteniendo mis caderas. Es una locura. Hace solo unas horas parecíamos odiarnos y ahora...

El sexo es lento, permite que marque el ritmo y yo disfruto de la vista, de la forma en que me mira, que solo aumenta mi excitación. No soy alguien totalmente experimentada, pero mi cuerpo parece tener el control sobre mi mente.

҉

Me muerdo el labio mientras termino de vestirme, él ha encontrado algunas ropas que sustituyen las anteriores, que son asco. Las mías, especialmente. No hemos dicho mucho y temo que ahora viene esa parte horrible e incómoda después de un buen sexo con alguien a quien no conoces demasiado. Si, nos hemos encontrado algunas veces durante estos años y si, estamos haciendo un viaje juntos, pero no sé mucho de él. Ni siquiera si sale con alguien, esa es quizás la peor parte. Es decir, siendo tan bueno, dudo que tenga problemas para tener compañía. Y los vampiros no parecen entender mucho sobre exclusividad.

La guardia (Saga la Donante #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora