Capítulo 7

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El resto del día es un ir y venir en los laboratorios, piden suministros, hacen inventario y me asignan la tarea de etiquetar las cosas que son dispensables. Los ayudo más que gustosa de poder ser útil. Aunque nunca imagine convertirme en un vampiro, creo fue de las cosas que nunca te pasarían por la cabeza, alguna vez durante mi adolescencia, leí una de esas típicas novelas de romance, supuse que la vida de uno de ellos resultaría más entretenida. Claro, ellos no estaban en medio del fin del mundo, porque pareciera que esta guerra lo es. Esto no parece tener final. Los números de muertos aumentan cada día, no solo por las bombas o confrontaciones, también por los robos. Los mismos civiles han comenzado a aprovechar la confusión en la que se encuentran las autoridades para romper las leyes o las pocas hábiles que quedaban.

Afuera las calles es un caos, pero se supone no debemos intervenir, ya que no existimos.

Es triste ver como la humanidad pierde los valores, como nos olvidamos de los demás, de la piedad y vemos solo por nuestro propio bienestar, aunque en algunos casos no se trata solo de sobrevivir.

Marine aparece detrás de uno de los ventanales, hace un gesto con la cabeza, indicándome que me una a ella. Es extraño, nunca duda para entrar, miro a ambos científicos, parecen tan concentrados que dudo noten mi ausencia. Me dirijo hacia ella, quien se ha alejado un poco.

―¿Ocurre algo? ―pregunto un poco ansiosa. Ciertamente, debí reportarme con ella, pero con las prisas, no había nadie más que se quedara con ellos y ahora más que nunca, es importante cuidarlos.

Poder movernos debajo del sol, no es cualquier cosa.

―No te has reportado.

―No quise dejarlos solos. ―Asiente, apoyando la espalda en la pared.

―Estás incluida en la segunda partida, alista tus cosas. Enviare alguien para que se quede con ellos.

No esperaba esto. Sé que ella es totalmente responsable de mí, pero ¿no tengo nada que decir?

―No iré ―niego, mirándola con firmeza.

―¿Qué?

―Koller y Kyla se quedarán, quiero quedarme con ellos.

―No ―su respuesta es tan tajante que me sorprende―. Necesitan alguien experimentado, un guardia.

―Lo sé ―aseguro sin sentirme herida por la referencia a mi poco adiestramiento, supongo que en esto Anisa tenía mucha razón. Aunque sigo creyendo que golpear y herir no es lo mío―. Pero conozco su trabajo, puedo ayudarles, acortar el tiempo.

―El joven Regan pidió que solo fuera un par de guardias, Mihan.

―Puedo ser un extra. Los vuelos tienen la capacidad de más de 100, ¿Qué tanta diferencia haría si me quedara?

―¿Te das cuenta de que estarías en el centro de un bombardeo? ¡Esto es algo peor que lo que has visto o escuchado!

―Lo sé, lo sé. ―Ella parece verdaderamente desesperada, como pocas veces la he visto.

―He estado en una guerra, no es algo agradable y si las cosas se complican, no será capaz de defenderte.

―No saldremos. Nos quedaremos aquí.

―¿Entiendes que estoy tratando de mantenerte segura?

Sonrío ligeramente.

―Sí, pero de verdad, puedo ayudar. Por favor.

Guarda silencio unos segundos, como si estuviera pensándolo.

―Bien. ―Suspira, sacudiendo la cabeza―. Aun así, necesito que ordenes tus cosas, tendrás que quedarte con el mínimo de ellas.

La guardia (Saga la Donante #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora