Capitulo 11

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Por fin el día de la ceremonia había llegado, motivo de felicidad para algunos y para otros...todo lo contrario.

En la mansión Sagitario cierto castaño estaba haciendo un escándalo por cómo le habían indicado vestirse.

-¡Que no! Ya les dije que no me pondré esa cosa- decía molesto y cruzado de brazos.

-Seiya vamos, es solo un vestido y tienes que usarlo- decía su madre tratando de convencerlo.

-Olvídalo, no tengo que usar esa ridiculez. Soy un hombre así que me pondré un traje.

-Pero...

-Nada de peros, es eso o nada. Prefiero ir desnudo, en pelotas a la iglesia que usar un vestido de novia; en serio me pregunto cuanto más intentaran hacer mi padre y tú para humillarme.

-No intentamos humillarte Seiya, Saga y yo ya habíamos decidido que usarías un vestido para hacerlo más simbólico- y ahí estaban las consecuencias nuevamente de no haber participado en lo más mínimo en la planeación de su propia boda.

-Pues yo me niego a hacerlo, Saga eligió casarse con un hombre y un hombre es lo que tendrá el día de hoy; porque yo no le voy a hacer de trapito, que ni sueñe con eso.

Sasha al ver como el menor se negaba rotundamente a usar el vestido no le quedo de otra más que llamar a uno de los sirvientes y encargarle que buscara al sastre para encargarle un traje con urgencia; en un par de minutos ya tenía al sujeto tomando las medidas del chico y buscando de ente todos los trajes y modelos que había traído cual era el ideal para el castaño.

Al final todo termino con Seiya satisfecho pues habían conseguido el traje ideal, de color blanco por pedido de su madre y aunque a pesar de la rapidez cumplía con las expectativas.

-Bien, usaras el traje pero...por obligación tendrás que llevar el ramo, a eso no te permito negarte Seiya.

-Ahhf- el menor bufo pero después asintió complaciendo a su madre- bien, pero solo eso.

Aún era temprano, no era ni medio día y la ceremonia se realizaría en la tarde con la puesta del sol. Sip, muy romántico pensaría cualquiera, aunque para Seiya era perfecto, no podía imaginar un mejor momento que ese para representar como la luz y la calidez de su vida sería remplazada por la frialdad y la oscuridad, con el simple reflejo de lo que una vez fue luz.

Se sintió melancólico en ese momento, quería hacer algo sentía que debía hacerlo. No escapar, más bien...despedirse tal vez; sabía que después de hoy las cosas no volverían a ser iguales nunca más.

Pero ¿Cómo hacerlo? Y más importante aún ¿de quién? No sabía ni que era lo que su corazón sentía en ese momento tan extraño, estaba solo en su habitación sin nadie que lo retuviese pero aun así sabía que no podía escapar y hacer lo que quería. Se sentía ansioso, finalmente el momento que menos deseaba había comenzado, el momento en que su propio obstáculo fuera el, el mismo se impedía escapar por las circunstancias en las que sabía que estaba. Era algo tan complejo pero también tan simple y común ya que muchas personas vivían en esa situación y con esos sentimientos de retención en sus corazones.

Así mismo se sentía el en ese momento, en esa habitación vacía sin nadie que le impidiese huir, el mismo se detenía por miedo, miedo a lo que pudiese ocurrir, no a él sino a los que amaba y sentía impotente sin poder hacer nada por él ni por los demás.

La tarde se acercaba lentamente ese día, o al menos en lo veía así; la tranquilidad antes de la tormenta pensó el joven que solo se la pasaba mirando por la ventana como el sol bajaba cada vez más anunciando como un reloj como las horas iban pasando.

Lo que el corazón quiereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora