Cuando el momento llegue

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Fenrir no tenía idea de cuanto tiempo había pasado y francamente no le importaba, sólo quería pausar ese momento, quedarse ahí para siempre donde los problemas perdían importancia. Los brazos de Rossweisse rodearon su cuello en un tímido abrazo, mientras que el bajó su mano para sujetar la cintura de la Valkiria acercandola más a su cuerpo, ambos querían hacer de aquel beso algo más profundo y largo, para que aquel bello recuerdo resistiera el paso del tiempo.

Sólo la falta de oxígeno logró romper aquel momento entre los dos amantes, obligándolos a separar sus labios, pero manteniendo aun el contacto mediante sus frentes unidas.

Rossweisse estaba sumamente sonrojada pero con una pequeña sonrisa en su boca, levantó las manos para tomar el collar de Fenrir y colgó en el, el objeto más preciado que ella tenía, su broche para el cabello con forma de ala blanca. - Para que me recuerdes -

Este sólo pudo sonreír agradecido ante el tierno acto, acariciando suavemente la mejilla de la Valkiria mientras se separaba de ella, porque de mantenerse más tiempo ahí solamente comenzaría a dudar de su objetivo y caería ante la tentación de quedarse con ella. - Lo cuidaré bien... -. Fenrir sonrió y miró el rostro de Rossweisse una última vez para tratar de guardar cada detalle de su rostro en su memoria, antes de girarse hacia la salida y comenzar a caminar lentamente. - ...adios Rossweisse -

La Valkiria sonrió en respuesta, mientras veía como la figura de Fenrir cruzaba el umbral de la salida y se perdía entre la luz del exterior, marcando una línea que los mantendría separados por mucho tiempo. Pero el beso que compartieron se convirtió en un recuerdo, uno que iba a resistir el paso del tiempo y que mantendría viva una llama que nació en Rossweisse, algo que ayudaría a Fenrir a enfrentar momentos difíciles en el futuro, porque después de todo ellos volverían a encontrarse algún día.

Esa era una promesa que ningún dios o entidad podría romper.

- Un novio... - Murmuró la peliblanca en vos baja mientras acariciaba sus labios con la punta de su dedo, antes de darse la vuelta para caminar hacia el portal. - Ahora abuela ya no podra burlarse de mi - Exclamó con una sonrisa emocionada antes de desaparecer por la luz del portal que la devolvería a Asgard.

El chico tuvo que cubrirse los ojos por el repentino golpe de luz que le dio al salir de la obscura cámara, su vista tardo unos momentos en acostumbrarse a su entorno, pero poco a poco fue capaz de ver el paisaje que lo rodeaba.

Al parecer el templo de Tyr se encontraba en el medio de un extenso bosque, en el que la especie predominante eran los pinos, dotando al ambiente de un hermoso olor a naturaleza que era bastante agradable para el perro de guerra.

- Así que esto es Midgard - Fenrir se tomó un momento para ver el hermoso lugar, y tomó una gran bocanada de aire para sentir toda la pureza que rodeaba al bosque. - Me agrada -

- ¡Fenrir! -

Escucho que alguien lo llamaba, y miro en la dirección de la cual provenía el grito. En un pequeño camino de tierra que se diferenciaba del verde césped estaban Tyr y Mei, quienes lo llamaban para que se pudiera unir a ellos y así comenzar el viaje. El primer paso fue difícil para Fenrir, ya que al pisar el césped estaría entrando oficialmente en Midgard por primera vez, y con eso estaría aceptando todo lo que conlleva esa decisión.

Abandonar tu hogar no era algo fácil de asimilar, fue solamente por lo rápido que fueron sucediendo las cosas que Fenrir no tuvo tiempo de pararse a pensar en la seriedad de su situación, literalmente fue exiliado de su hogar, se había convertido en un criminal y por si fuera poco su padre estaba enfermo. Sin contar su propio estado de salud actual, no tuvo un descanso adecuado en varios días, su brazo posiblemente estaba roto y no tenía forma de defenderse el mismo o, a su padre, contando únicamente con Mei como protección en el viaje.

- No es por quejarme pero... - Se acercó al pequeño grupo y acarició suavemente su brazo derecho, el cual estaba vendado pero con pequeños rastros de sangre seca. - Me vendría bien un descanso -

- Ya somos dos - Tyr se adelantó para guiar el camino. - Una amiga tiene una cabaña a unos kilómetros, podemos comer algo y descansar adecuadamente, me adelantare para avisarle de nuestra llegada -

- Comida caliente y un descanso decente, por fin un plan que me agrada - La idea de poder descansar por más de unas horas era un verdadero alivio para Fenrir.

- ¿Te sientes bien? - Mientras la figura de Tyr se perdía poco a poco en el espeso bosque, Mei se acercó para caminar lado a lado con Fenrir. - Estos días han sido duros ¿Verdad? -

- Lo quiero mucho - su mirada se posó en camino por el cual desapareció su padre segundos atrás. - Pero desde que volvió ah sido peor que una patada en el trasero -

Mei miró al Asgardiano con curiosidad, era la primera vez que ella escuchaba a Fenrir hablar así de su padre, generalmente su actitud era la de un niño que buscaba la aprobación del mayor. Un pequeño destello de esperanza apareció en los ojos de la elfa, aunque fuera por un segundo el muchacho mostró un sentimiento de odio hacia Tyr.

- Fenrir...sabes que puedes contar conmigo ¿verdad? - La elfa tomó la mano de Fenrir y le sonrió con cariño al hombre que amaba.

Lo repentino de la situación dejó un poco desconcertado a Fenrir, pero siempre era bueno saber que contaba con el apoyo de Mei. La promesa que se hicieron resono de pronto en la cabeza del lobo, correspondió al agarre de la elfa y sonrió en respuesta. - No importa el obstáculo...no importa el enemigo...-

La reina de la caza abrió los ojos con sorpresa por escuchar esa vieja promesa, pero aquello sólo hizo crecer la sonrisa de Mei. - Cuando llegue el momento de cruzar esa línea...lo haremos juntos -

Hace cien años Fenrir hizo algo por ella, algo que nadie en su sano juicio habría echo, y ella estaba profundamente agradecida por ello, pero ahora tenía la oportunidad de hacer lo mismo por el y no dudaría en enfrentarse a quien fuera necesario para proteger a su amado.

Mei miró por última vez a Tyr antes de que desapareciera por completo en la oscuridad del bosque, dándole un aspecto macabro al dios, uno que iba a juego con su verdadera naturaleza, naturaleza que Mei conocía a la perfección

Un recuerdo le llegó a la mente, de una reunión que se dio cuando los nueve de Tyr recién se habían creado y Fenrir estaba en una batalla contra los elfos oscuros.

- ¿Qué quieres que hagamos ¡QUE!? - Pregunto una enojada Zetsumei que miraba con un odio intenso a Tyr su nuevo líder, ella no podía creer las palabras que salían de la boca de aquel viejo. El hombre frente a ella no coincidía para nada con la descripción que Fenrir le había dado, Fenrir describió a su padre como un hombre honorable, valiente y un Dios completamente admirable, pero ella sólo veía a un cobarde, una sabandija traicionera, que no se diferenciaba en nada de los otros dioses.

Y más aún le molestaba que nadie en la sala parecía tener una objeción con lo que Tyr estaba ordenando.

Tyr simplemente soltó un suspiro mientras miraba nuevamente a la elfa frente a el, a decir verdad se sorprendió bastante cuando se enteró que su hijo logró vencer a la carta de triunfo de los elfos, ciertamente no era un resultado que el hubiera esperado pero ahora que tenía a la chica en el equipo su plan de contingencia tenía más probabilidades de funcionar.

- Es simple Mei -

- Zestsumei - Respondió ella en un tono cortante.

- ¿Disculpa? -

- Sólo Fenrir puede llamarme Mei ¿entendido? -

- ....bien Zestsumei...es muy simple - Tyr echo una última mirada al resto del equipo antes de repetir nuevamente la orden que dejo en caso de emergencia. - Cuando el momento llegue deben....asesinar a Fenrir -

DxD El AsgardianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora