El fin de una era

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Un Fenrir cubierto de sangre blandía furiosamente el hacha Leviatán contra los guerreros que intentaban abrumarlo con la superioridad numérica como principal arma. Cada vez que uno se acercaba lo suficiente, el asgardiano realizaba un barrido simple con el hacha para hacerlo retroceder, de esta manera se aseguraba que no pudieran organizarse adecuadamente por estar rompiendo la formación constantemente.

Sin embargo algo no dejaba de molestar al hijo de Tyr, está no era la forma en la que un grupo élite como los elfos oscuros actuaban, normalmente Fenrir debería estar mucho más agotado y con más heridas de las que actualmente tenía. Sin embargo no sólo se las estaba arreglando contra los que venían a buscarlo, sino que también notaba que Mei manejaba con extrema facilidad a los que se acercaban desde su lado, lo que le facilitaba el combate sin tener que preocuparse por ataques desde la espalda.

Desgraciadamente no pudo continuar con su línea de pensamiento, ya que al momento de empujar a uno de los elfos con una patada en el abdomen lo hizo arrodillarse por el dolor, pero usándolo como impulso otro elfo saltó pisando su espalda para realizar un ataque en picada con una lanza. La solución resultó de lo más simple, cuando dando un pequeño golpe con el codo a la espalda de Mei, está giro sobre su talón mientras Fenrir se agachaba, provocando una lluvia de sangre cuando la guadaña su compañera dividió a la mitad al pobre bastardo, cubriendo a ambos guerreros con más sangre de enemigos caídos.

La aparente ineficiencia del escuadrón de la muerte no tenía sentido para el joven guerrero, pero la princesa de Alfheim sabía muy bien cual era la razón detrás del fácil combate, era por ella. Los guerreros de Alfheim habrían ido con intención de matar si sólo se hubieran encontrado con Fenrir en el bosque, pero no podían pelear libremente estando ella ahí, ya que a pesar de ser una guerrera en el grupo del Dios de la guerra, aún era parte de la realeza de los elfos y dañarla sería una deshonra horrible para su gente.

En otras palabras, se estaban conteniendo. Por eso no se atrevían a cargar todos juntos, por miedo a que Mei quedara atrapada en el fuego cruzado. Pero aún así ella no era capaz de descifrar que planeaban manteniéndose a la defensiva, era cierto que el combate estaba resultando fácil, pero también eran superados en número y al estar rodeados no podían moverse de su posición actual.

(¿Qué es lo que quieren lograr? No hacen más que perder soldados para mantenernos aquí) pensó la hija del rey oscuro, mientras se aseguraba de eliminar a los pocos soldados que intentaban ingresar dentro de su área.

Entre tanta acumulación de enemigos, Fenrir fue capaz de ver a unos elfos apostados en lo alto de los árboles, los cuales dispararon una serie flechas en su dirección, lo que lo obligaron a cambiar de posición saltando unos pasos hacia la izquierda. Pero en el segundo que abandonó su lugar, un grupo de elfos oscuros con alas en sus espaldas salieron por sorpresa de la copa de aquellos árboles, tomando desprevenidos a ambos guerreros, cuando pasaron de largo ignorando al asgardiano, para ir directamente a por Mei, sujetandola de ambos brazos, mientras un tercero la separaba de su guadaña al momento de llevarla lejos de aquel lugar.

- ¡¡MEI!! - Gritó Fenrir mientras veía como se llevaron a su compañera, pero pronto se vio obligado a rodar por el suelo para evitar una segunda oleada de flechas, sólo que en esta ocasión eran mucho más que la primera vez, lo que resultó en muchas cortadas para el muchacho, producto de flechas que rozaban su cuerpo, sin llegar a atravesarlo.

Tan pronto como se puso de pie, colocó el hacha en posición horizontal, sujetando firmemente ambos extremos del mango para frenar un corte vertical, el cual increíblemente no consiguió producir ni un rasguño en la madera del Leviatán. El joven de pelo negro se encontraba en un forcejeo contra una espada, sujetando firmemente su arma para evitar que pudieran cortarlo, y durante este enfrentamiento, Fenrir empujó con todas su fuerzas para romper la estabilidad de su atacante, lanzando un golpe rápido con el mango del hacha en el estómago del elfo, para hacer que se enconrvara, de esa manera tenía la cabeza del elfo a la altura adecuada para blandir el hacha en un corte limpio a la altura del cuello, haciendo rodar la cabeza de su enemigo.

DxD El AsgardianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora