DxD El Asgardiano

Midgard

Midgard, técnicamente todo el planeta era considerado Midgard, así que fácilmente era el Reino más grande de los nueve mundos, era un sitio donde todas las dioses y mortales convivían por igual, o almenos así era antes.

Casi mil años pasaron desde la última vez que un Dios puso un pie en el mundo humano, parte de la culpa la tenía Thor, ya que sus acciones causaron que los Aesir ya no fueran bien recibidos por los mortales. Lo que hacia a Midgard la mejor opción para esconderse tácticamente hablando, ahí no podía alcanzarlos Odin, de echo ningún Dios podía cruzar al reino de los mortales sin la autorización del padre de todo, ya que en la actualidad las runas de viaje para llegar al Midgard eran extremadamente raras.

Tyr seguramente era la única deidad en todo Asgard que podía viajar libremente entre los Reinos y más allá, ya que en el pasado los Jotun le regalaron los ojos de bifrost, una herramienta que le permitían violar las leyes del espacio y el tiempo a su voluntad.

-...libre -

El Dios de la guerra era la persona más libre que Fenrir conocía, y en cierto modo eso fue algo que siempre envidió de su padre.

-¿libre?-

El perro de guerra no era capaz de recordar un tiempo en el que fuera realmente libre, si no estaba en alguna guerra simplemente estaba perdiendo el tiempo en Asgard, la razón de esto es que nadie le permita explorar ningún reino sin permiso, las únicas oportunidades que tenia de visitar los otros reinos era cuando le daban una misión, pero incluso en esas ocasiones debía volver apenas cumplía con su objetivo, sin oportunidad de conocer cosas nuevas. Claro que con el tiempo se las arreglo para ignorar ese sentimiento de cautiverio, pero ahora que estaba en Midgard por primera vez y debía moverse a un territorio completamente desconocido su sentido de la aventura renacio con más fuerza que antes y le hizo preguntarse ¿Alguna vez fue libre en verdad? ¿o solamente era un animal enjaulado que los Dioses soltaban cuando lo consideraban apropiado?

Tantas dudas e incertidumbre no hicieron más que agotar la mente del Asgardiano, quien simplemente se recosto en el suelo y cerró los ojos para dormir un rato, realmente necesitaba un descanso, aunque solo fueran un par de horas, después de todo tenía tiempo de sobra Tyr y Mimir estaban mirando un mapa para ver cuál era el mejor camino a seguir, Rossweisse estaba demasiado ocupada con los jeroglíficos, se quedo maravillada por los tesoros que habían en la cámara de Tyr y no pudo evitar estudiar todo lo que estuviera al alcance de su mano, Mei por otra parte simplemente se sentó a un lado de Fenrir y le ofreció su regazo como almohada, algo que Fenrir aceptó agradecidamente.

Solamente cerro los ojos unos segundos, pero al abrirlos se encontraba en un lugar completamente diferente, una infinita oscuridad que se extendía hasta donde el ojo podía ver, la falta de un suelo le daba una sensacion de estar flotando, pero en lugar de sentirse ansioso o asustado se sentía bastante relajado. Como una hoja que se desprendía de las ramas del árbol y flotaba libremente en el aire, meciendose con la brisa del viento en un viaje hacia un destino incierto.

No había que ser muy inteligente para deducir que estaba en un sueño, una conclusión a la que Fenrir llego luego de unos minutos, un sueño extraño si, pero sueño al fin y al cabo.

- Quiero ser libre -

El perro de guerra era capaz de escuchar una voz que hablaba desde el fondo de la oscuridad, pero no conseguía distinguir de quien era esa voz, aunque siendo justos no era capaz de distinguir nada que fuera más allá de su propia nariz debido a la falta de luz. Aunque la cosa no terminaba ahí, ya que pudo sentir una gota de agua que le había caído en la frente, la cual fue seguida por una serie de interminables gotas que venían una tras otra, formando una especie de lluvia artificial que poco a poco iba empeorando.