VOCES EN MI MENTE
Desperté aquella mañana, algo sofocada, lo primero que vi al abrir los ojos fue la pared, ya que todavía estaba en la misma posición en me había acostado ayer, de lado. Cuando tomé conciencia de la situación, mis manos todavía sujetaban las de Harry, quien seguía dormido detrás de mí. No quise moverme para no despertarlo. Aunque todavía no me podía creer que yo, Lucila Williams, estuviese durmiendo con un extraño que salvó mi vida ayer. Di una vista rápida girando a medias mi cabeza, estaba profundamente dormido, y despeinado. Le sonreí tiernamente. Volví mi cabeza derecha hacia mi costado y suspiré hondamente, si Carol o Louis estaban en el departamento eso sería un caos, Louis le había pedido a Harry que se alejara de mí y yo lo dejaba dormir en mi cama... Harry se movió y me apretó aún más contra él, aguanté la respiración tontamente ante su inquietante cercanía.
Decidí darme vuelta porque dormir toda la noche en la misma posición no era muy agradable. Él despegó su brazo de mí y cuando quedé de lado mirándolo, adoptando la nueva posición, otra vez puso su brazo en el mismo lugar. Era extraño, parecía conocerlo desde siempre, aunque no sabía nada de él. Lo miré atenta, observando detenidamente cada detalle de su rostro. Su ceño seguía fruncido aún cuando dormía, sus pestañas de un largo increíble para ser hombre, del mismo color castaño oscuro que su cabello, su nariz, era perfectamente proporcionado a su rostro. Y sus labios... Dios... eran una increíble tentación a querer probar, rosados, y tenían una forma perfecta, ligeramente carnosos sin ser muy gruesos. Su piel era blanca, sin ser pálida, y supongo que debía de ser suave. Él era perfecto.
Mientras lo ojeaba tontamente embobada, sus ojos se desplegaron y me tomaron por sorpresa. Se sonrió como siempre lo hacía, bueno... al menos desde que lo conocía, hacía un día. Él no dijo nada, solo me miró. Estaba bastante cercano a mí, casi que si estiraba un poco mi cuello, podía besar la punta de su nariz, su brazo aún seguía envolviéndome.
– Buenos días... – Su voz era ronca y dormida, le sonreí y me acomodé en la almohada más lejos de él.
– Buenos días... – Contesté algo titubeante.
Estaba confundida, probablemente mucho más de lo que estaba ayer, confundida por el hecho de que él haya venido a las doce de la noche, me haya sacado de mi casa diciéndome que estaba en peligro y que estuviera durmiendo conmigo. Nunca antes nadie había dormido conmigo, se sentía bien tener una persona a tu lado mientras esperabas al nuevo día.
–¿Quieres desayunar? – Pregunté levantándome de la cama, noté como él me seguía con su mirada y me puse bastante nerviosa debo decir.
– Claro – Contestó, lo miré una vez más y salí de la habitación hacia la cocina, para mi suerte no había rastros de Carol, estaba a salvo.
Decidí preparar algo de café, y puse en un plato los CupCakes que Carol había preparado ayer, eran su especialidad. Harry apareció por el marco de la puerta de la cocina, estaba vestido con la ropa que traía ayer, su Jeans negro ajustado y una remera negra también, con sus borceguíes marrones. Me miró y pasó a sentarse en la barra dónde anteriormente lo había curado.
–Son CupCakes, los hizo Carol, te gustarán, y hay café – Dije poniendo su desayuno enfrente, él me agradeció y comenzó a comer, yo lo imité a continuación.