Capitulo 4

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SALVANDOME OTRA VEZ

Meredith, mi madre, estaba en la cocina, dándome la espalda, e intuía que no me había escuchado llegar ya que noté audífonos en sus oídos, de seguro escuchaba a los Rolling Stones, era fanática. Me reí sola viendo a mi madre bailar en pijama en la cocina.

Me senté en la mesa, apoyando el rostro en mi mano, contemplando la escena. Ella se percató de mi presencia al voltear al refrigerador. Primero su expresión fue de sorpresa, luego me sonrió.

– ¡Oh! ¡Mi niña! – Exclamó al verme, luego de un instante, ella ya se encontraba apretándome en sus brazos, yo suspiré, mi madre podía ser un poco asfixiante a veces. Siempre.

– Hola mamá... – Dije divertidamente en su hombro.

  

Al segundo, las dos nos encontrábamos sumergidas en la conversación constante y de siempre. Papá. Mi madre, aún no se hacía la idea de estar sola. Primero, se separó de mi padre, por razones "irreconciliables". Luego se casó con Ethan, un millonario, y también encontró en él esas razones. Mi madre era un caso perdido, detestaba a los hombres, su segundo casamiento no tuvo ningún sentido, tal vez intentaba ser feliz a su modo.

– ¿Y cómo está la Universidad? – Pregunta mirándome tras un bocado de sus famosos tacos.

– Está bien... – Solo que Harry, un ex amigo de Louis ha venido a salvarme, y lo dejé dormir conmigo anoche, Carol está enojada conmigo por eso, y creo que Louis también lo está... ¡Oh! y esta mañana cuando estaba viniendo a verte, alguien quería lastimarme también, pero aparecieron repentinamente palabras en mi cabeza que yo no había pensado y logré escapar, eso es todo mamá...

Bien podría haber dicho eso, pero no lo hice, por el solo hecho de que iba a darle un infarto y la perdería, así que me ahorré el disgusto y contesté con una mentira.

– Cuando termines allí ¿Qué es lo que harás? –  Mamá sonó seria, siempre se tomó el tema de mi futuro y mis estudios enserio, MUY enserio.

– Supongo que trabajaré en alguna editorial del pueblo... – Contesté desganadamente, ella hizo una mueca.

– Creí que saldrías de aquí, que irías a la ciudad con tu padre, a Vancouver... – Suspiró aliviada, ella no quería quedarse sola, por lo tanto, si me iba con papá juró que me desterraría, ella creía que la traicionaría al largarme de allí. Pero no iba a irme, en esos cuatro años terminé acostumbrándome a este pueblo, que muchas veces era aburrido, pero era mi hogar.

Había conocido mucho de los alrededores, los otros pueblos, como FeellBeach, la playa más habitada en verano, en invierno era la muerte, nadie se asomaba. Luego estaba FallBeach que era en donde los turistas solían pasar sus estadías divertidas, allí había parques de diversiones bastantes recurridos, a los cuales había ido sola vez y nunca más pensaba volver, me aterraban las alturas. Y luego estaba WestWells, un pueblo, podrías ir en autobús, y llegarías allí casi una hora después, pero no gracias, ni loca iba hasta allí, y menos sola, la cosa era que, todos decían que esa parte de Wells es la más peligrosa, ya saben, juegos nocturnos, casinos, billar, póker, drogas, apuestas, persecuciones policiales y criminales sueltos. De sólo pensarlo me daba escalofríos.

El Ángel Caído: La Profecía de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora