Capítulo 5.

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Se prendió esta mierda.

MEGAN.

¿Saben qué es lo más hermoso de la llegada del fin de semana? Las fiestas.

Ir de fiesta la mayoría de los fines de semana, es glorioso. Ir, conseguir a alguna chica, ligarmela y darnos una sesión de besos increíble, tal vez llegar a algo más. Luego de eso no volvía a saber nada de ellas.

Sí, digan lo que sea, pero las chicas sabían que era lo que yo hacía. Y además, no lo hacía todo el tiempo. No, marico, no. Que si una vez al mes y ya.

Y hoy era ese día del mes.

La fiesta sería en la casa del Scott que ya mi amiga aka la Sarah había mencionado a las 10:00 p.m. así que tenía suficiente tiempo para arreglarme. Son las 6:36.

Sí, yo también era una de esas chicas que necesitan miles de horas para arreglarse.

El timbre de mi casa suena justo cuando voy a bañarme, y como no había nadie en casa me tocaba abrir a mí. Razón por la que salí en la fancy bata de baño y abrí la puerta.

De todas las personas que esperara que hubiesen venido nunca imaginé que a la que vería sería a Becca, con dos bolsos de mano y una sonrisa.

El coñoesumadre con Becca, nojoda.

-Hola Meg.

-¿Qué haces aquí?

-La fiesta, duh. -Responde obvia. -Te dije que vendría por mensaje.

-No he tocado mi teléfono en horas. -Mentí.

-No me mientas, te vi en línea hace diez minutos.

Me atrapó. No quería ver su mensaje en realidad. Seguía molesta por el jueves.

-Bien, simplemente no quería ver tu mensaje. -La sinceridad ante todo, pana.

Ella me mira indignada. -¿Por qué?

-Porque no.

-¿Sigues molesta por lo que pasó el jueves?

-Si. -Ruedo los ojos. -¿Sabes qué? Pasa, porque si no vamos a durar toda la tarde en esto y hoy mi cuerpo pide fiesta.

Ella sonríe divertida y hace lo que le pedí. Le dije que podía ir a bañarse en el baño del pasillo mientras yo me bañaba y así lo hizo.

Algunas horas después ya estaba lista. Me había puesto unos jeans de tiro alto negros ajustados, un crop top gris y unos zapatos negros deportivos. Me maquille toda arrechísima con ayuda de Becca y ya estaba lista.

Ella andaba muy diferente a mí, lleva un vestido rojo ajustado a su cuerpo y unos tacones de 10 cm negros. Iba maquillada más o menos sencilla, pero se veía bien.

Ya estábamos listas. Al fin.

-¡Vámonos de fiesta, perras! -Exclamé bajando las escaleras rápidamente.

-¡Sí! -Me apoya.

Doy vuelta para buscar las llaves de mi auto y escucho un estruendo que resuena por toda la sala. Becca se había caído.

Me acerqué a ella, riendo. -Marica, que aweboniada. -Volví a reír. -¿Estás bien?

-No, idiota, me acabo de caer.

-Lo siento, ven, levántate. -Le ayudo.

*****
Aparqué el auto frente a la casa donde sería la fiesta. Estaba llena de gente a más no poder, la música se escuchaba a dos cuadras de aquí, me sorprendería que los vecinos no llamasen a la policía.

Sí, me gustas, ¿Y qué? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora