BECCA WILLIAMS.
Estaba sintiéndome mal, realmente mal. No por alejarme de mis amigos, si no por el motivo de mi lejanía. Eso era lo que me ponía así.
Había conocido a un chico poco después de llegar nuevamente a L.A. Demián Anderson, era su nombre. Fue un chico algo complicado al principio, tenía problemas, pero como la masoquista que soy no quise alejarme. ¿Por qué? Su motivo para buscarme fue para pedirme ayuda. No me resultó extraño. Soy conocida por dar buenos consejos.
Él tuvo problemas con sus padres durante una larga semana, ellos se separaron. Yo estuve ahí, lo ayudé, me mantuve con él en todo el proceso. Y podrá sonar lo más cliché del mundo, pero me gustó, con todos sus problemas y líos mentales me gustó. Era muy poco tiempo para que comenzara a gustarme, pero así fue.
Entonces comencé a encontrármelo en todos lados. En el instituto, en el parque, en absolutamente todos lados. Luego de que regresé de la playa con los chicos él me pidió una cita y yo, encantada, acepté.
Nos veíamos muchísimas veces a la semana con la excusa de que me iba a ayudar con matemáticas, al principio fue cierto, pero luego lo menos que hacíamos era estudiar.
Cuando iba a su casa nos sentábamos a hablar de cualquier cosa, desde anécdotas divertidas, hasta nuestros peores miedos. Nos contábamos todo, ya que en muy poco tiempo nos tomamos una confianza enorme.
Una semana y algo después, comenzamos a salir oficialmente. Salíamos, jugábamos, íbamos a fiestas, pero también nos dábamos nuestro espacio y tratábamos de ser lo menos pegajosos posibles, ambos lo queríamos así.
Dios, todo con él había sido y sigue siendo increíble, nunca me arrepentiré de haberlo conocido.
Llevamos un mes juntos. El mejor mes de mi vida.
Él me aconsejaba mucho respecto a mi inseguridad de decirle a los chicos sobre él. Pensaba que yo me avergonzaba de él, pero no es así, ¡Joder! Soy la novia más orgullosa del mundo.
Solo que temía que no fueran a aceptarlo, y sé que no debería, es mi novio, son mis gustos. Pero soy una persona muy dependiente emocionalmente, si a mis amigos no les gusta él para mí, yo me sentiría increíblemente mal.
Justo ahora estaba en la casa de él, lo había venido a buscar para ir juntos a la casa de los gemelos. Haríamos una parrillada y decidí que era buen momento para presentárselos a todos. Esperaba que lo aceptaran, tenía miedo, y también me odiaba al ser tan insegura de mi misma y mis gustos, pero sobretodo, ser dependiente de mis amigos.
Suspiré con fuerza y toqué el timbre. Segundos después, él abrió la puerta algo serio, pero al verme eso se esfumó y me sonrió ampliamente.
-¡Amor! –Se inclinó y besó cortamente mis labios. –Creí que venias hasta la una en punto.
-Cariño, es la una en punto. –Le mostré la pantalla de mi celular.
Mala idea, había un mensaje de Chris de hace rato, el cual no había respondido porque estaba viniendo hacia aquí. Pero el problema no era ese, era lo que había escrito.
-¿Por qué el mejor amigo de Megan te dice "princesa"? –Preguntó mientras hacía comillas con sus dedos.
-Nene, es solo un amigo. –Le expliqué, y era cierto, con Chris nunca llegué a algo más, ni tenía pensado hacerlo. –Él me trata así, porque trata igual a las demás chicas. Además, tiene novia, bebé.
-Igual, ¿Por qué tendría que llamarte así sabiendo que tienes novio? –Alzo una ceja, mirándome acusadoramente. –Porque saben que tienes novio, ¿No es así?
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Sí, me gustas, ¿Y qué?
Roman pour AdolescentsElla es Megan Dawson. A Megan le atraen las chicas, o eso creía ella. A Megan le gustan las fiestas. Pero específicamente una va a ser su perdición, básicamente cambiará todo lo que ella creía ser y de lo que ahora ya no está tan segura. De...