Lunares

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Poblar espacios negados. Estaba seguro que la resistencia también se lograba así, pisando esos terrenos que se suponía eran sólo de "ellos" como una manera de decirle que  no iban a retroceder y por el contrario iban a resistir. Le estaba dando una carga muy grande a algo que solía ser su lugar seguro, su espacio para la distensión. Era un romántico insospechado, quizá, pero la noche siempre le había parecido como estar dentro de sí mismo  con los ojos cerrados, recorriendo los lugares que ya conocía pero sin ayuda de la luz, debía buscar de otras maneras el camino, prestar más atención a los detalles. Todo parecía más íntimo entonces, el roce de los arbustos contra sus pantorrillas, el aroma a sueño de las flores y la tierra. Podía recorrer mil veces el mismo tramo y nunca acabaría de terminar de descubrir algo nuevo. Impensable que cediera una joya tan hermosa como la noche a los demonios. 


Tanjirou perdió casi a toda su familia por el ataque de un demonio cuando era apenas un niño. Salvo él y su hermana que había ido en ese oportuno momento por agua al pozo, todos fueron asesinados. Ambos fueron acogidos por Tomioka cuando les encontró al seguir el rastro del demonio y no dudaron ni un segundo en unirse a los cazadores de demonios. Ya habían pasado diez años de eso y ambos habían sucedido a antiguos Pilares gracias a su destreza con la espada y su carácter compasivo y amable, siempre valiente. Desde que los habían reclutado, Muzan había perdido casi todas sus Lunas Superiores y había cambiado incontables veces de Lunas inferiores. El encuentro los hermanos Kamado y Muzan era sólo cuestión de tiempo y ambas partes lo sabían. Tanjirou sabía que ellos tenían ventaja sobre él, con los años él y Nezuko sólo se habían ido fortaleciendo mientras que él, pobre infeliz, había mermado su ejército hasta los números rojos. Tenía tantas esperanzas en el futuro, tanta seguridad en su victoria que era imposible que alguien lo dudara. 


Ese puente le gustaba mucho. Hacía muchos años que había habido un pequeño riachuelo ahí, pero debido a la rápida urbanización debieron secarlo para que no mojara las tierras y poder construir. En su lugar habían nacido flores y pasto, como nueva fauna luciérnagas, grillos y polillas. Le gustaba sobre todo ver las luciérnagas perderse en el pasto como lunares en la espalda. Podía pasar horas mirándoles, hasta quedarse dormido a veces, siendo encontrado al día siguiente por Nezuko, ganándose así un castigo pero no muy severo porque su hermana era toda dulzura aunque se preocupaba seriamente por él. Habían sido semanas muy difíciles, habían rozado la huella de Muzan tan de cerca que la insatisfacción por no haberlo encontrado le dejó mucho más frustrado que orgulloso por haber llegado tan lejos.


Un aroma conocido le tensó enseguida todos los músculos, sólo permitiéndole llevar su mano a su espalda, respirando más pausadamente, agazapado. El aroma era muy tenue, seguro el demonio llevaba bastante tiempo sin comer o con muy poco alimento porque incluso podía decir que había una nota dulce en el aire. Y una desgarradora tristeza que casi le hace tirar la espada.


-¿Eres un cazador?- la suave voz infantil congeló la escena. Sus ojos menta opacos y sus colmillos le decían que era un demonio. Pero la forma en que temblaba, su estatura, sus facciones, delataban una infancia no corrompida a pesar de ser convertido- Llevas una espada y tienes el uniforme, lo eres ¿Verdad?- 


-Sí- el niño llevaba un bulto mal envuelto en tela a su espalda y supo que debía estar usando alguna clase de poder porque su aroma estaba totalmente enmascarando, no dejándole saber qué ocultaba- Tú eres un demonio-


-Sí- suspiró aliviado, cerrando un momento los ojos, inhalando con hondura antes de volver a mirarlo- sé que odias a mi especie y no te culpo. Pero necesito que me hagas un favor- se mordió los labios, con la voz volviéndole a temblar-¿Puedes matarme? Sólo tengo mi palabra para jurar que esto no es una trampa, pero no soy un mentiroso, lo juro- se sentó en el suelo para soltar su carga y pasarla a sus brazos, dudando, mirándolo de punta a punta- en realidad son dos favores. Mátame a mí, por favor, no importa si eres cruel, puedes divertirte lo que quieras, despedázame, déjame atado hasta que el sol me consuma, como prefieras, no me importa, pero a mi hermano llévalo a la aldea. Él es humano, está muy lastimado- sollozó, sujetando al bulto contra su pecho- por favor, no tengo nada más que un par de monedas que le robé a un comerciante, tómalas, pero cuida de él-

Radiantes días secularesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora