Esta advertencia es mucho más que necesaria. Habrá contenido sensible como embarazo en personas intersex, personas intersex y mención de aborto, por si no se sienten con comodidad sobre estos temas.
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Le resonaba el grito de su ex-profesor de artes, Uzui, en los oídos en ese momento.
"Extravagante"
No se le ocurría ninguna otra palabra para definir su situación actual y era difícil que a alguien más le diera el lenguaje para conseguir otra. Era imposible no comenzar a recapitularlo todo desde el principio donde él todavía no figuraba. Imaginaba a su madre, a su padre escuchando de los labios de aquél doctor que sus hijos estaban incompletos, rotos y era precisa una cirugía que les arreglaría para que pudieran llevar una vida normal. La fiereza con la cual ambos respondieron rotundamente que no, que sus hijos no tenían absolutamente nada más que un color distinto en el espectro pero no por ello estaban fuera del mundo. Insistieron, demasiado. Pero su padre incluso amenazó con demandar al hospital entero si les veía siquiera un rasguño innecesario a sus recién nacidos. Había qué ser justos, en una sociedad demasiado cuadrado en el concepto de normalidad, de negros o blancos, sus padres habían hecho algo titánico al primarlos sobre cualquier enseñanza. Así funciona el amor, pensaba en su madre, protege antes de juzgar. De todas formas, les dieron la libertad de crecer sin extremos, en los entremedios de lo femenino o lo masculino según ellos se sintieran más cómodos y procuraban no encasillarlos injustamente por, por ejemplo, escoger un juguete sobre otro. Estaban en la infancia, era la curiosidad natural nada más y era demasiado pronto definirlos por eso. O porque les gustara tanto que su madre les peinara sus largos y sedosos cabellos. O porque jugaran a los golpes a veces, demasiada brusquedad incluso con su padre. Fue en una fiesta familiar, cuando estaban a punto de cumplir los cuatro años y con ello a punto de entrar al jardín de infantes también, que algún familiar les preguntó qué eran y se miraron mutuamente, en ese asentir de cabeza telepático.
-Somos niños-
Su padre y su madre respiraron con alivio entonces, ahora sería mucho más fácil guiarse con ellos. Crecieron con normalidad, asumiendo su identidad sin preguntarse por qué sus rostros eran un poco más fino que el de los demás niños o por qué sus cuerpos eran menos cuadrados y más círculos. Su madre fue quien tomó la responsabilidad de informarse en todos los lugares que pudo, tocando de consultorio en consultorio alguien que quisiera ocuparse de sus hijos sin antes de diagnosticarlos querer desnudarlos. Ella entendía que su condición podía despertar morbo incluso en la comunidad médica y se desvivió por ahorrarles el trauma. No fue fácil, debió viajar a una ciudad distinta mientras su esposo apenas podía mantenerse cuerdo entre el trabajo y el cuidado de los gemelos, pero encontró una respuesta. Una doctora que lucía muy joven, quizá por su complexión menuda y su rostro gentil, pero con mucho más conocimiento y mucho más reciente que el de los incontables médicos pasados, le ofreció su ayuda en ese proceso. Elogió sinceramente su determinación a no someter a los bebés a una cirugía meramente estética incluso sin comprender la condición de sus hijos y mucho más no haberles presionado para definirse. Les habían ahorrado innumerables cicatrices, no sólo físicas. Fue más fácil guiarlos , explicarles que eran un poco distinto al resto pero que distinto no significaba roto ni malo, sólo eso. Que estaba bien si no encajaban en la dicotomía, no era necesario. Muichirou y Yuichirou entendieron casi desde que aprendieron a leer que había algo en su organismo que no era como el resto, pero también comprendieron que eso no les debía dar un estatuto diferente al humano. Conseguir ayuda médica y psicológica era una odisea, sobre todo en esa sociedad que les invisibilizaba, donde la salud mental no existía. Pero, una vez más, la terquedad de sus padres fue suficiente para buscar hasta bajo las piedras alguien que pudiera atenderles. Ellos crecieron sin acomplejarse, entonces, sin cubrir su cuerpo al ir a la playa, sin robarse el tiempo de juego con los niños de su edad, sin sentirse excluidos. Eran eso, un par de niños felices, nada más. Un par de niños que crecieron para convertirse en adolescentes. Las hormonas por supuesto trajeron una amenaza a la estabilidad que habían conseguido, porque entonces hicieron más visibles sus diferencias y aunque eran dos muchachos amados y cuidados y comprendidos por su familia y amigos, comenzaban a ser cuestionados en la escuela. Por qué esos labios tan delicados, por qué esa cintura y esas caderas. Por qué esa hinchazón en el pecho. Muichirou era tímido, suave en su trato pero si alguien se acercaba demasiado no dudaba en golpearle, en defenderse pero Yuichirou se había vuelto mucho más arisco, evitando de antemano cualquier contacto con gente extraña. Se tenían uno al otro, siempre. Cuando Yuichirou fue perseguido por un grupo de alumnos de un grado superior y golpeado , que no dejaban de llamarlo de nombres dolorosos y horribles, ambos decidieron hasta entonces cortarse el cabello, a pesar de llorar con cada mechón que veían en el suelo, viéndose negados a ser quienes querían ser sólo para no ser señalados. Intentaron cambiar sus maneras, hablar más fuerte, mirar con mayor dureza, nada de bolígrafos aromatizados ni chamarras de conejitos. Incluso comenzaron a hacer ejercicio para moldearse, la espalda debía ser ancha, podían desaparecer la grasa de los lugares donde no se suponía que tuvieran, podían... Podían incluso usar relleno en la ropa interior para simular algo que no tenían. Ahora, en ese punto de su vida, no eran más dos niños felices y despreocupados, sino dos adolescentes aterrados porque alguien conociera su secreto y les robara para siempre la posibilidad de tener una vida. Porque ellos no querían salir con chicas todavía, querían seguir jugando en su casa un poco más, recorriendo las tiendas pero juntos, no con alguna muchacha que si bien era simpática no lograba arrancarles esa sensación de estar mintiendo, de estarlas usando injustamente. El psicólogo les recomendó que fueran a un par de reuniones de personas con su misma condición y al principio se negaron, asumiendo que alguien podía verlos y ahí se quedarían todas sus posibilidades. Pero Muichirou decidió que estaba harto de esconderse, de tener tanto miedo y dijo que aunque fuera solo, pero iría. Yuichirou le jaló tímidamente la manga, pidiéndole que no lo dejara atrás. Ahí se les abrió el mundo. No uno prefabricado, no uno moldeado sólo para gente específica, para gente hecha en una misma pieza sino para ellos también. El mundo no era sólo de un aburrido monocromo, se fragmentaba en todos los colores que el espectro les podría ofrecer. Eso significaba que sus colores también existían y cabían en un sitio, que eran aceptados en un lugar y no eran una mala broma de la biología, menos un defecto en la fisiología ni una burla para la humanidad. A pesar que era raro que dos personas en una misma familia lo presentaran, tampoco era un caso insólito y siendo gemelos, era un poco más probable.
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Radiantes días seculares
FanficMuichiro es constantemente reprendido por su hermano ya que siempre se distrae escuchando las historias de los viajeros con demasiada atención. Omegaverse. Soulmate AU. MuiTan. KnY.