Seco

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Era bueno que su hermano hiciera amigos. Era maravilloso verlo desenvolverse fuera de casa como un chico normal de su edad, saber que el esfuerzo y los especialistas habían ayudado a controlar sus arranques de ira y ahora era parte de un grupo de amigos, e incluso tenía un novio. Una cosita preciosa con el ceño siempre fruncido y con una lengua de adulto que le hacía reír al ver a Genya dejarse mandar sin chistar. Pero no era un controlador ni mucho menos, el chico poseía un sincero temperamento demasiado maduro simplemente, que encargaba a la perfección con la calmada seriedad de su hermano menor. Eran una linda pareja y a él le agradaba Yuichirou. 


-¿Puedo escoger la película?-


El único pero era ese manojito de nomeolvides, viéndolo desde el otro extremo del sillón, con la boca llena de palomitas de maíz, con la sal en los labios quemando. Porque sus padres no le permitían a uno salir sin el otro y Sanemi debía sacrificarse cuidando del chiquillo mientras su hermano se divertía con su novio en cualquier lugar de la ciudad. No era que Muichirou fuese aburrido, a decir verdad le agrada o mejor dicho no le molestaba. era como si no estuviera, siempre parecía ajeno al mundo real. Seguramente podía dejarlo ahí solo y cuando volviera, lo encontraría en la misma posición, con el mismo gesto apático.


-Seguro- susurró con la mano pegada al mentón, fastidiado. Su hermanito merecía ser feliz, podía hacer el esfuerzo de soportar ese momento de modorra interminable que le producía el chiquillo. Vio las letras del inicio en un rosa pastel que le auguró una de esas películas chiclosas que le harían doler la cabeza- ¿Quieres una soda o algo?- Le ofreció al verlo relamerse la sal de las palomitas. Asintió, desinteresado y Sanemi fue hasta el refrigerador con los pasos más cortos que pudo, queriendo mantenerse lejos de ahí. Volvió, extendiéndole la bebida a su invitado, sentándose de vuelta. Mui aceptó la bebida, agradeciendo sin despegar sus ojos de la pantalla. Sanemi sacó su celular, revisando sus redes, buscando algún plan para más tarde. Sintió la marea de cabello negro cernirse cobre sus piernas antes de la cabeza del muchacho al acomodarla en sus piernas- oye-


-¿Te gusta mi reloj?- extendió su mano, poniendo su muñeca frente a sus ojos, mostrándole el bonito reloj de marca que hacía lucir más oequeñas sus manos, de por sí demasiado infantiles.


-Es bonito, pero-


-Es original, le compré uno igual a Yui- su voz era plana, aburrida aunque giraba su mano de una forma juguetona, presumida.


-Tus padres deben darte una buena mesada- elevó su rodilla intentando indicarle que le incomodaba su cercanía, pero el chico lo ignoró, mirando fijamente su celular. Levantó apenas sus caderas para sacar su celular del bosillo de su pantalón, mostrándoselo- este modelo ni siquiera ha salido al mercado-


-Lo sé- le permitió tomarlo, examinarlo, deleitándose con la duda en sus bonitos ojos negros- fue un regalo- 


-No creo que haya sido de tus padres, Genya dice que no eres precisamente el mejor promedio-


-Por supuesto que no- sonrió, recuperando su celular para guardarlo- me gusta salir con hombres mayores- confesó con tanta soltura que Sanemi por un segundo pensó que aquello había venido de la película que seguía sonando aunque ya nadie la miraba- no tanto como salir, es aburrido escucharlos demadiado, más bien les pongo una tarifa según lo que quieran hacerme, algunos me dan regalos a pesar de pagarme, supongo que soy muy bueno-

Radiantes días secularesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora