Los hechos biológicos no son transparentes. Desde el biologismo más recalcitrante les había escuchado, una y mil vez afirmar lo contrario, como si la teoría celular hubiera saltado a la vista de los egipcios o desde el romanticismo la estructura de la molécula del ADN dejó visible al código genético para saber qué rige los mecanismos de la síntesis de polipéptidos y proteínas en todos los seres vivos. ¿Cómo se constituye la normalidad en la ontogenesis? Más sencillo ¿Qué es lo normal? Una dualidad sonaba absurda, poco sustanciosa y más bien una aburrida y desganada explicación brindada a un niño que pregunta demasiado a un adulto llegando tras una jornada agotadora de trabajo. Se había construído a sí como se construyen a sí mismas todas las identidades, pero la suya se fue alejando ligeramente de los lineamientos de lo que se supone que encaja. A veces se iba a la cama con la sensación de ser un cubo rubik con dibujos de animales donde se suponía debía ir el rojo, o palabras incongruentes que no había manera de alinear en una frase. ¿Debía entonces romperse y pintar sus lados, cada arista para lograr no ser un objeto epistémico que parecía haber sido puesto a la vista de la sociedad como un desafío a la binariedad, como un insulto a lo biológico? ¿Debía más bien resignarse a ser un monstruo, calzarse el concepto de una corporeidad hecha para ser mirada a través del morbo y prohibida al tacto por siempre?
El aire le acariciaba el rostro, terminaba de secar la tinta coral de los labios, preguntándose si sus ojos estaban bien en ese verde o si había sido demasiado. Su madre le había ayudado a escoger la falda larga gris pero ahora sentía el aire demasiado frío para llevar también esa camisa que dejaba al descubierto su abdomen. Pero podía caer en la vanidad un poco a veces y le gustaba cómo sobresalían sus músculos por la prenda o cómo caían los colgantes por su pectoral, haciendo un juego de colores entre el negro de la ropa, lo plata de los colgantes y lo acanelado de su piel. Todo es un juego, recordaba. En casa nunca hubo un regaño ni humillación porque a veces pedía usar la ropa de Nezuko en vez de la suya, ni un " eso no es para niños" cuando expresamente pidió se le comprara una falda. Pero otra vez esa sociedad tan decimonónica todavía le obligó a jugar a ser el monstruo, recluido en su castillo, en su casa, donde era el único espacio donde podía ser sin se que se le vulnerara por eso. Repensarlo le llenaba de rabia porque, si querían definir algo inherente a toda la humanidad era exactamente eso que a Tanjiro le estaban negando: El derecho de existir. Podía tomar un lugar con los demás niños cuando se sentía como un niño, cuando no tomaba esas actitudes estipuladas por el imaginario colectivo como femeninas o cuando no se atrevía a ir un poco más allá, pidiendo que no lo llamaran como un "él" porque se sentía un poco más...
Risas, bofetadas, golpes, pantalones bajados, tantas microviolencias que le hicieron esconderse allí donde ser monstruo no existía. Era amade, era cuidade y era queride. Papá le sostenía en sus brazos camino a casa de vuelta del colegio y con sus besos en la frente y su " ¿Tan o Tanjirou esta noche?" se llevaba todas las etiquetas que no quería llevar en el alma. En casa mamá le miraba dos segundos con un profundo escrutinio, mirando sus mejillas enrojecidas por el llanto y extendía sus brazos para que papá se ocupara de la cena mientras ella le cargaba entonces, porque allí su derecho a la ternura estaba intacto. Tenía a su familia, siempre, sosteniéndole, dándole un sitio donde podía ser o no, donde se le preguntaba antes de ser nombrado, donde el respeto predominaba sobre las creencias y donde ser monstruo era algo que se quedaba en el clóset, no en su identidad. Era o no era, así de simple. Pero siempre existía. Aunque a veces prefería ser llamada Tan, aunque a veces se presentaba como Tanjirou. Siempre existía. Sus amigos comprendían y seguían su existencia con el respeto que exigía, preguntando por supuesto, pero nunca juzgando y por eso es que seguían cerca suyo. Porque la infancia se llevó los temores y la incertidumbre, la vulnerabilidad que trae la ignorancia pero que en su adolescencia se volvió simplemente su precedente.
Era difícil verlo a simple vista, sobre todo porque su identidad por la mayor parte del tiempo se mantenía neutra, pero alguna vez llegó a ir a clases con el uniforme de Nezuko y eso generó cierto revuelo. No hubo manera en que fuera reprendido, porque el mismo director Ubuyashiki lo permitió. Sus amigos siempre le acompañaban o mejor dicho escoltaban al baño, sabiendo que ese era un tema más , curiosamente, serio, para cuidarla de las miradas. Porque un cuerpo que no es respetable a los ojos de la sociedad sólo podía ser tocado para ser violentado, rezaban las bases de lo " correcto" y su cuerpo era leído como diferente, como un cubo de rubik con figuras y letras inconexas en vez de colores. Porque todos querían ver qué tenía allí cuando se bajaba los pantalones, porque todos querían tocar su pecho cuando algo parecía sobresalir, porque parecía una hoja muerta lista para ser diseccionada y no un ser humano de dieciséis años que simplemente no encontraba satisfactorio definirse a sí como masculino todo el tiempo, o como femenino todo el tiempo y algunas veces ni siquiera como alguno de los dos. Pero tenía amigos, tenía familia y había hecho una red de apoyo para sostenerse cuando sus huesos parecían perder la forma y sólo se volvía una masa abrumada por las miradas de la gente, acusándole y condenándole antes de siquiera leerle.
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Radiantes días seculares
FanfictionMuichiro es constantemente reprendido por su hermano ya que siempre se distrae escuchando las historias de los viajeros con demasiada atención. Omegaverse. Soulmate AU. MuiTan. KnY.