Turbulencia

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Podían decir que su falta de vista era una maldición, algo terrible e inconveniente. Himejima lo repensaba como una habilidad. La ceguera iba expurgando todas las distracciones. Nada podía engañarle porque él sólo podía ver la esencia. Shinazugawa llevaba el suficiente tiempo peleando a su lado como un igual, debía conocer su potencial y entonces él se debatía entre la sorpresa de intuirlo subestimándole o bajando la guardia.  Primero pensó que sólo había sido una coincidencia, le brindó la duda un par de veces pero la cuarta vez que lo vio revolotear por su lugar de entrenamiento, decidió que había sido suficiente. No iba a enfrentarlo delante de todos, el muchacho debía tener una buena explicación y Himejima sin duda no podía pensar por él. 


Si él mismo hubiera planeado ese encuentro no hubiera salido tan bien. Sanemi estaba en el corredor, después de la reunión con el Señor Ubuyashiki, mirando la luna perfilarse entre los árboles más adelante de la montaña, con un pequeño juego de sake, dejando la taza para beber directo de la jarra. No quería interrumpirlo, pero una mirada de soslayo le indicó que su presencia le era más que indiferente, así que caminó hasta sentarse a su lado. El chico le sirvió en la taza, sin cuestionar. La noche estaba hermosa, como siempre, a pesar de estar teñida de una desgracia latente, del miedo constante. Le dio un sorbo a su bebida, debatiéndose entre arrebatarle la calma a su acompañante.


-Escúpelo de una vez, me estás poniendo tenso- Sanemi tenía una forma de hablar violenta, el tono rasposo de su voz parecía haber limado para siempre cualquier posibilidad de amabilidad y eso podía ser muy grosero. Pero Himejima siempre apreció su sinceridad. Debía tomar su ejemplo, dejar de darle vueltas. 


-No quiero que te sientas ofendido por mi intromisión sin embargo ¿Es posible que te estés sintiendo atraído por mi pupilo?- escuchó al muchacho escupir todo el líquido pero no se detuvo- cuando te descubrí rondando por mi zona de entreno pensé que tendrías alguna cuenta pendiente con él, pero la forma en que tu aura cambia cuando lo miras y es imposible no notarlo-


-¿Qué clase de porquería estás diciendo?- gruñó, limpiándose los labios del licor tirado.


-Vamos, Shinazugawa, no es nada raro ni menos maligno que te sientas atraído por un hombre, el amor es una fuerza y como tal todas sus expresiones son válidas, aunque me siento bastante triste por ti, ese niño es un poco joven-


-Por todos los jodidos infiernos, cierra la boca ya mismo- el calor en el cuerpo de Sanemi era vergüenza pura, una emoción que jamás le había invadido, eso más que sus palabras fue lo que le hizo guardar silencio- Genya es mi hermano menor-



-¿Tu hermano?- El asombro le recorrió por completo- pero tú dijiste...-


-Sé lo que dije, no me lo tienes qué recordar- se masajeó el puente de la nariz, respirando de manera bastante errática- No se suponía que esto pasara así, el hombre al que le pagué para que cuidara de él debió avisarme, lo hubiera molido a golpes por dejarlo siquiera pensar en volverse un cazador de demonios-


-Genya me dijo que el hombre que cuidaba de él falleció un par de años atrás-


-Debí suponer que algo así pasaría, la desgracia debe estar jodidamente enamorada de mí- resopló, guardando de nuevo silencio, estirándose, pensando cada palabra en su lengua -tenía muchos años que no lo veía ¿Viste lo apuesto que es? Con un maldito carajo, en un par de años te quitará el título del hombre más musculoso del mundo si sigue así, apuesto que ya debe ser más alto que yo, incluso- sonrió, volviendo a beber de la botella- al menos ese bastardo lo cuidó bastante bien mientras pudo-


-¿Por qué nunca nos dijiste que alguien más de tu familia había sobrevivido?-


-Porque la realidad es una maldita mierda, Himejima. Porque los demonios son seres deleznables y rastreros y estoy seguro que  si alguno lo hubiera sabido, no habría dudado un segundo en hacerle daño. Además él está mucho mejor sin mí, no importa lo sobresaliente que sea como cazador, nuestra vida está destinada a ser breve. Él debe vivir muchos años y lo hará mejor sin tenerme-


-No creo que eso sea cierto, él se ha unido a nosotros porque quiere encontrarse contigo. Cuando me dijo que su hermano era un cazador, jamás me hubiera imaginado que se trataba de ti, sus personalidades son...-guardó silencio, repasando- en realidad creo que ahora tiene sentido-


-Genya no es como yo, Himejima. Es una buena persona. Lo he seguido muy de cerca este tiempo, no directamente, no lo suficiente para que alguien pudiera vincularnos pero sí para saber cómo está, si se mantiene vivo. Fue una sorpresa encontrarlo aquí, ha crecido tanto pero sigue teniendo los mismos ojos de nuestra madre, esa manera de hacerte sentir a salvo con sólo una mirada- Himejima le recordaba un tronco caído, un espacio fuerte pero dulce para descansar, era de las pocas personas en las cuales podía permitirse descansar. Apoyó su cabeza contra su brazo- Cuando tenía un año, menos quizá, nuestro padre llegó muy cabreado por una estupidez como siempre y empezó a golpear a nuestra madre, esto era mucho más común de lo que quisiera recordar, pero lo importante aquí es que ella siempre nos protegía, a pesar de ser tan pequeña. Yo tendría como cinco años y en ese entonces tenía mucho miedo a los golpes, a pesar de la rabia que me producía ver a mamá siempre con la cara hinchada. Estaba temblando mientras mamá me protegía, pero el hijo de perra la aventó contra la pared y la dejó supongo inconsciente. Estaba temblando como una hoja y en ese momento mi hermano dio sus primeros pasos. Fue directo hacia mí, estirando sus bracitos como si me estuviera protegiendo. Papá estaba tan ebrio que pensó que estaba alucinando y salió huyendo. Sé que suena patético, mi hermanito era sólo un bebé y aún así me protegió. Ese día decidí que necesitaba ser más fuerte, sin importar lo que debiera sacrificar en el camino, las personas como mi hermano son las que hacen que la vida humana tenga un valor, que este mundo luzca hermoso y son las vidas apagadas y mediocres como la mía las que deben ser la madera para que sigan ardiendo- suspiró, dándose el tiempo de saborear el alcohol en su garganta- por eso debo pedirte un favor. Destrózalo, hazlo mierda. Sé cruel, exígele hasta que no pueda ni respirar y aún así sigue exigiéndole. Hazle desertar de los cazadores, Himejima. Quiero que mi hermano pueda tener una vida feliz-


Quería decirle lo profundamente conmovido que estaba. Lo agradecido que estaba por dejarle ver ese lado tan vulnerable de él, para recordarle que aún estando tan herido seguía siendo un hermoso ser humano.Un hermoso ser humano con instintos de perrito malherido, con el cual debía ir con sumo cuidado para no ahuyentar. 


-Va a ser algo imposible, ese niño tiene un temple y una determinación más puras que el oro. No se va a detener por nada, Sanemi. Ha estado haciendo más allá de lo imaginable por ser el mejor. Sólo va a irse de aquí si tú lo haces con él-


-Supongo que me tocará romperme la espalda el doble para cuidar su trasero hasta que entre en razón o encuentre una buena mujer y se case- suspiró, estirando la botella de sake para que su amigo chocara su taza en un brindis- ¿Llora mucho en los entrenos? ¿Te ha dado problemas?-


-Es un hombre valiente y gentil- sonrió, aceptando que volviera a llenar su taza- justo como su hermano-

Radiantes días secularesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora