Era de mañana, en un día como cualquier otro, salvo por el hecho de que estaba nublado y muchos presentian que eso era de mal augurio, que era una señal de que algo malo estaba por pasar.
-mamá, está nublado- dice Hadassa en la ventana y señalando al cielo
-es cierto, ojalá tu padre y tu hermano vuelvan antes de que comienze a llover- dice Mihrimah viendo el cielo
Selim y Bayaceto estaban en el mercado consiguiendo unas cosas y luego fueron al bosque a cazar algo cuando notaron que el cielo comenzaba a nublarse.
-parece que lloverá- comenta Bayaceto mientras agarraba cuatro liebres que acababan de cazar
-sí, es mejor que volvamos a casa- dice Selim y se dirige a su hogar junto con su hijo
Mientras tanto en el palacio de Topkapi, el Şehzade Mohamed Umar se encontraba viendo el cielo nublado en el balcon que tenia su habitación y al igual que muchos en Estambul, pensaba que algo malo iba a pasar ese día.
-¿Va a ser cierto o solo es mi imaginación?- se dice el joven principe mientras entraba nuevamente a sus aposentos y escucha que alguien abre la puerta -adelante-
-su alteza- dijo uno de los ağas que cuidaban la entrada asiendo una reverencia -ya le han traido el desayuno-
-que pasen-
Entonces mas ağas entraron a los aposentos del principe con varios platos con comida y los pusieron en una mesa que habia para después irse. Mientras comia, Mohamed no dejaba de pensar en esa sensación extraña que habia sentido hacia un rato y que aún sentia.
De regreso en la cabaña de Selim, este y su hijo Bayaceto ya habian regresado.
-¡Papá!- dice la pequeña Hadassa abrazando a su padre por las piernas
-mi pequeña flor- dice Selim cargando a su hija
-¿No se mojaron?-
-no, vinimos justo antes de que comenzara a llover-