Capítulo 10

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Insisto nuevamente para intentar una nueva oportunidad con relación a mi comportamiento, queriendo solamente detención, pero el chico del consejo escolar se resiste a mis suplicas

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Insisto nuevamente para intentar una nueva oportunidad con relación a mi comportamiento, queriendo solamente detención, pero el chico del consejo escolar se resiste a mis suplicas. Señalándome las normas y reglas escolares que desaté en un tiempo récord, impasible. Dando como resultado un castigo por días consecutivos, siendo bastante estricto a mi parecer.

—Cuídala—me entrega mi credencial en la palma de mi mano y la cierra en conjunto. Lo veo y niega lentamente. —La tiraste cuando te escapaste de tus responsabilidades desatadas—su tono ahora es firme y bastante serio, provocándome un largo suspiro de resignación.

—¿Qué tipo de castigo es el que aplicaré? —intento cooperar, guardando mi identificación en la bolsa pequeña de mi mochila.

Me mira de pies a cabeza y acariciando su mentón con barba creciente piensa en total silencio.

—La sanción designada se te dirá al termino de tus respectivas clases, ahora eres libre de irte y esperar mientras tanto—sonríe forzosamente, manteniéndose en su respectiva posición. —Te esperaré en la oficina del director—siendo lo único que faltaba y que no esperaba, comienzo a toser escandalosamente de la impresión al sentir la saliva irse de lado, abandonándome.

En alerta acude a ayudarme agarrándome de los hombros y diciéndome que mire hacia arriba, que no hable, le hago caso y con dificultad dejo de toser poco a poco, volviéndolo cada vez más incómodo.

—Director... hoy no...—me fuerzo a hablar aun tosiendo en el proceso. —Tengo club—lo miro al finalizar y veo la preocupación en sus ojos, aun recalcándome que aún no debo responderle.

—¡Sube la cabeza! —preocupado mira a los lados tal vez queriendo pedir ayuda, pero al no ver a nadie conveniente, con desespero agarra mi rostro y me obliga a mirar de nuevo el techo blanco del pasillo hasta que me logro tranquilizar. Agarro su mano sujetándome, haciéndole entender que es suficiente.

Siento un empujón que me hace ir a estrellarme contra uno de los casilleros y al chico casi caerse de espaldas, yéndonos en direcciones contrarias.

—¡No toques a mi amiga! —veo que se trata de Lina que tiene una expresión temible sujetando lo que parece su nuevo recopilador rosa con lo que promete darle al chico que la mira desconcertado, protegiéndose con sus manos.

—¡Lina, no! —me abalanzo sobre ella, poniéndome al frente del chico, sintiendo la tos volviendo, apoderándose de nuevo de mí.

—¡Janie! —corre hacia mí y hace la misma técnica para auxiliarme, pero con más suavidad, dándome también pequeños golpecitos en la espalda como a un bebé que necesita eructar. —¡Hubieras dicho algo! Es fácil de malinterpretarlo con un forzamiento—se dirige al chico a regañadientes.

Arcángeles Infernales [1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora