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Zim estaba listo.

Tenía un plan, lo había ensayado, y se sentía confiado. Todo saldría a la perfección, y podría volver a hacer planes para destruir la Tierra.

Se apresuró a entrar a clase, Dib aún no había llegado así que simplemente se sentó en su lugar de siempre, riendo por lo bajo. Dib nunca lo vendría venir.

El mencionado llegó tarde, y le puso a la Sra. Bitters una excusa barata como siempre. Se sentó en su lugar, y sacó su libro, yendo a la página que le indicó la profesora.

Zim se dio la vuelta para ver a Dib. En cuanto este se dio la vuelta hacia él, notando que alguien le estaba mirando, Zim le dio una sonrisa coqueta y le guiñó el ojo. El chico lo miró incrédulo, casi horrorizado, y se dio la vuelta completamente, escondiendo su rostro detrás del libro.

Primera fase del plan, iniciada.

No había visto a Dib sonreír, y Gaz se lo había aclarado, hacer sonreír a Dib no sería fácil, y tardaría un tiempo, pero Zim lo aceptó, como un reto. Ya que casi lo rechazó.

Acaso es demasiado para ti, Zim? Tienes tanta ambición para querer conquistar la Tierra, y hacer que Dib sonría es demasiado?

Acaso... tienes miedo?

Ridículo! Zim no le temía a nada, el lograría hacer que Dib sonría, por su honor, y el del Imperio Irken!

Al sonar el timbre, indicando el receso, Zim se acercó a Dib, cuando ya todo el mundo salió.

—Dib-bestia! Sal de aquí!
—Ya déjame en paz, Chico Espacial!
—ZIM NO SE RENDIRÁ TAN FÁCILMENTE!

Dicho esto, empezó a jalar al chico de la gabardina hasta salir afuera. Este intentó soltarse, pero no lo lograba.

—Zim, que es lo que pretendes? Has estado actuando muy-
—ESCÚCHAME GUSANO-DIB, ZIM CREE QUE TIENES LOS OJOS MÁS HERMOSOS QUE CUALQUIER OTRO HUMANO!

El alien gritó lo más fuerte que pudo, para que todos en el patio lo escucharan, tal y como Gaz le había dicho que hiciera, y sonó muy fuerte. Todo gracia a su práctica.

Dib quedó tan sorprendido que su rostro se encendió de un color muy parecido al de un tomate terrestre, Gaz mencionó que esto podría pasar.

Los otros niños empezaron a molestar a Dib, y este casi temblaba de la vergüenza, al final no pudo soportarlo y salió corriendo cubriendo su rostro inútilmente, ya que se podía ver claramente lo rojo que estaba.

Zim suspiró con satisfacción, y se aclaró la garganta.

—Eso es todo lo que tenía que decir, ya se pueden ir, humanos insignificantes.— dijo mientras caminaba en dirección opuesta con gesto despectivo.

El plan va de maravilla...

Al terminar las clases, Zim sabía que estaba listo para continuar con su plan para que Dib sonría, pero no tuvo tiempo de hacerlo, ya que el humano se apresuró en salir de la clase corriendo, al notar que Zim lo seguía. Este no se molestó en seguirlo, tenía tiempo
para hacer Dib-bestia sonriera.

[...]

Al llegar a casa, Dib entró rápidamente y cerró la puerta con seguro, jadeando y se deslizó sobre ella hasta tocar el suelo.
Su rostro ardía rojizo, y se sentía mareado, humillado.

—Maldita sea, Zim! Como te atreves a avergonzarme frente a toda la eskuela!

Fue a su habitación y se metió en su cama, notó que empezaba a llover desde su ventana. El otoño era tan tranquilo...

« d r a b b l e s » [ZaDr] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora