Sinceramente Calle y Poche - Adaptación caché. (TERMINADA)

QUINTO CURSO

María José

Querida María José:
No me importa lo que digas sobre Dawson Meade. Será el niño que me dé mi primer beso y NO le importarán mis brackets. Se va a enamorar de mí y me pedirá que sea su novia. Y luego te pondrás celosa porque tú todavía no sabrás lo que es besar.
Te diré cómo va todo después de la escuela.
Sinceramente besada, Calle.

Querida Daniela Calle:
Me importa una mierda tu primer beso, pero debes saber que Dawson es cojo y que está tan desesperado por besar que le serviría cualquiera. De hecho, lo vi besándose a sí mismo en el espejo del baño la semana pasada. Y créeme, sí que le importan tus brackets:
Por cierto, no voy a ponerme celosa porque hoy mismo yo también le daré mi primer beso a Rachel Ryan. ¡Y me ha dicho que será un beso francés!
Ya te informaré de qué se trata después del cole.
Sinceramente, la primera en ser besada.
Poche.

Daniela arrugó mi nota e hizo una bola con ella mientras ponía los ojos en blanco cuando sonó la campana. Cerré la libreta y la seguí hasta su taquilla, que era donde nos reuníamos siempre después del cole.

— ¿Cuándo te van a sacar los brackets, Calle?

— ¿A ti qué más te da?

— Es que no quiero verte llorar cuando solo quiera ser tu novio Dawson… Y será por el aparato de los dientes.

Pensaba que la cosa no podía ser peor, pero a veces se quitaba las gomas para comer. Ya le había dicho que quizá debería pasar hambre.

— ¿Rachel y tú habéis decidido ya dónde vais a encontraros? —preguntó ella.

— Sí, hemos quedado junto al árbol que hay al lado del gimnasio. ¿Y tú y Dawson?

— Lo haremos en el aparcamiento, detrás del letrero del equipo de fútbol —me informó—. ¿De verdad piensas que le importará que lleve brackets?

— Depende… ¿De verdad piensas que a Rachel le importará lo de mi pelo?

— ¿Qué le pasa a tu pelo?

— La semana pasada me dijiste que picaba.

— Te dije que me hacía cosquillas… —cerró la taquilla—, y fue porque te quedaste dormida en mi hombro.

— ¡Oh, sí! —Lo recordaba. Fue cuando nos castigaron a quedarnos en el cole la semana pasada después de la clase de ciencias para pasar apuntes. Y, como de costumbre, cada vez que ocurría algo y nos castigaban a las dos, usaba su hombro como almohada.

— Calle, ¿crees que deberíamos…? —Hice una pausa—. ¿Qué deberíamos…?

— Si creo que deberíamos ¿qué?

— Es que… ya que las dos vamos a dar hoy nuestro primer beso, ¿no crees que deberíamos ensayar antes? ¿La una con la otra? De esa manera, podemos ser sinceras y decirnos lo que hacemos mal.

— En realidad iba a sugerirte lo mismo… —Soltó un profundo suspiro—. Si hacemos eso, entonces no estaremos tan nerviosas cuando llegue el momento.

— Está bien, vale. Ven conmigo. —Le hice una seña para que me siguiera por el pasillo. Miré a ambos lados para asegurarme de que no venía nadie, y luego abrí la puerta del almacén del conserje para que entrara. Dejó los libros en una escalera y cerré la puerta con llave.

— Entonces… —Parecía muy nerviosa—. ¿Cómo empezamos?

— Bien, primero… —Me puse de pie ante ella y me aseguré de que las puntas de nuestros zapatos se tocaban. Luego hice lo que veía que hacía siempre mi padre cuando besaba a mi madre: le puse un mechón de pelo detrás de la oreja.

— Y ahora, nos besamos a la de tres… —Me aclaré la garganta—. Uno…

Ella cerró los ojos y me cogió las manos.

— Dos…

— ¡Espera! ¡Me he olvidado de algo! —Sacó un tubo de brillo labial del bolsillo y se lo pasó por los labios—. Puedes empezar a contar otra vez…

« ¡Uff…!».

Puse los ojos en blanco antes de comenzar de nuevo.

— Está bien. Preparados… Uno, dos… —Cerré los ojos y me incliné hacia delante—. Tres…

Juntamos nuestros labios y dejamos pasar unos segundos, esperando…
Esperando algo. No era como en las películas. No ocurría nada. Nada en absoluto.

— Mmm… ¿Cuánto tiempo se supone que debemos estar así, Poche? — preguntó Calle con los labios todavía contra los míos.

— No lo sé… ¿Cinco segundos más?

— Vale… Muy bien…

Conté hasta cinco y me aparté.

— Dime… —dijo ella—. ¿Has notado mis brackets? ¿Tenía los labios demasiado pegajosos?

— No he notado el aparato, pero ponte el brillo antes de reunirte con él. ¿Qué tal yo? ¿Te ha picado la frente cuando te la he rozado con la mía?

— No. Ha sido todo normal. Pero cuando beses a Rachel, cuenta mentalmente y no en voz alta.

— Vale. —Cogí los libros de Dani y se los di. Desbloqueé la puerta y giré el pomo, pero se abrió antes de que pudiera empujarla.

— ¿Qué? —El conserje de la escuela, un hombre que nos obligaba a ayudarlo a limpiar cuando nos castigaban, miró primero a calle y luego a mí—. ¿Sabéis qué? Tratándose de vosotras dos, ni siquiera quiero saber qué estáis haciendo. Largo de aquí. Ahora mismo.

— ¡No estábamos haciendo nada! —le espetó Calle.

— Entonces, salid ya de mi almacén antes de que le diga a todo el mundo lo que estabais haciendo ahí.

Las dos empezamos a correr, siguiendo caminos separados: ella con intención de reunirse con Dawson y yo con Rachel, para recibir nuestros primeros besos…