María José
Estimada señorita Carpenter:
Siento haberme portado mal ayer en clase. No quise provocar un disrruptamiento, y también siento que se hayan roto sus mejores rotus, pero no soy capaz de arrepentirme de verdad por odiar a Daniela Calle.
Es fea y habla mucho. No sé por qué no la manda nunca al despacho del director como a mí. Ella también se merece un castigo, y espero que mañana muera, así no tendré que volver a ver su horrorosa boca llena de hierro.
Sinceramente, María José.Le entregué sonriente la carta a mi madre, esperando que esta vez estuviera bien y no me obligara a escribirla de nuevo.
Estaba harta de que Daniela me metiera siempre en líos y luego se riera de mí. Ella se creía que era muy lista porque siempre sabía las respuestas a todas las preguntas que hacían en clase, pero yo también las sabía. En especial porque me había enterado de dónde guardaba las preguntas el profesor, y las miraba siempre a la hora del almuerzo.
Mis padres y los de ella se conocían personalmente porque siempre tenían que ir a reuniones porque yo siempre la «fastidiaba» y la «hacía llorar». Sin embargo, nadie me creía cuando decía que era ella la que empezaba.
«Y siempre empieza ella…».
— Poche… — Mi madre respiró hondo y negó con la cabeza—. Esta nota es horrible. Todavía es peor que las tres anteriores.
— ¿Cómo? Si no he insultado a Daniela ni una sola vez. Solo he puesto que quiero que se muera.
— ¿No crees que cada vez que la llamas fea estás hiriendo sus sentimientos?
— Es fea.
— No, no lo es —aseguró mi padre, entrando en la habitación—. Es posible que los brackets sí lo sean, pero ella, en conjunto, es una niña preciosa.
— ¿Lo dices en serio? —solté observándolo con estupor.
Mi madre lo miró, y él se rio.
— Lo siento. —Se acercó y me dio unas palmaditas en la espalda—. No está bien que le digas a nadie que es feo, hija. Y da igual que la odies. Tienes que intentar pasar de Daniela. Es la quinta vez en el curso que te metes en líos por su culpa.
— La octava —lo corrigió mi madre—. La semana pasada la empujó cuando estaba en el columpio.
— ¿Qué ha hecho esta vez? —preguntó mi padre, mirándome.
No le respondí; clavé los ojos en el suelo.
— Se levantó en medio de una prueba de matemáticas y se puso a decirle «Te odio, Daniela» —explicó mi madre—. Luego cogió el examen de esa pobre niña, hizo una bola con él y lo lanzó al otro lado del aula… Además, tiró al suelo los rotuladores favoritos de la profesora.
Mi padre suspiró al tiempo que negaba con la cabeza.
— No hables nunca más con esa chica, ¿vale? Ni siquiera la mires. Tienes que aprender a ignorarla pase lo que pase. Algo me dice que, de todas formas, no será una de las personas que formen parte de tu vida. Es alguien de paso, por lo que pronto desaparecerá. Créeme.
— Me alegra ver que por fin actúas como un adulto sobre este tema —le dijo mi madre. Luego rompió la nota por la mitad y se concentró en mí—. Ahora, siéntate y escribe una carta apropiada a tu profesora y otra todavía mejor para Daniela. Dile que no volverás a ser mala con ella. A ver si se te ocurre algo agradable que decirle. ¿Qué te parece si mencionas lo bonitos que son los vestidos que lleva?
Lancé un gruñido, pero cogí el lápiz y empecé a escribir.
Tuve que redactar cinco notas más antes de que quedara bien, dado que ella se las arreglaba para que las palabras «estúpida», «odio» y «morir» salieran de mi boca cada dos por tres, pero al final conseguí que quedara perfecta cuando era medianoche. Luego me prometí a mí misma que una vez que se la entregara a Daniela, por la mañana, no volvería a hablar con ella nunca más…
Al día siguiente, en la escuela, puse la lamentable nota en el escritorio de la profesora a primera hora y fui hasta la última fila, donde me desplomé en la silla.
Luego saqué la libreta con la tarea de la mochila e intenté terminar algunos ejercicios de matemáticas antes de que empezara la clase.Conté cuatro veces siete con los dedos y vi que Daniela se sentaba a mi lado.
— Buenos días, Poche —me saludó.
Fingí que no la había oído.
— ¿Poche? — Me tocó el hombro mientras escribía «28» en el papel—. ¿Eh?
— Me dio una palmada un poco más fuerte—. ¿Poche? ¿Poche?— ¿Qué? —La miré finalmente.
— ¿No tenías que entregarme algo hoy? ¿Algo importante y amable? —Me sonrió con esa enorme boca llena de metal.
«Aggg… Es tan fea…».—No.
— ¿No te dijo tu madre que debías escribirme otra disculpa? —Se cruzó de brazos—. Porque esta mañana le ha dicho por teléfono a la mía que lo habías hecho.
—Bien, pues tu madre debe de ser tonta y ha debido de entenderla mal, porque no he escrito nada para ti.
— ¿Qué? — Jadeó —. ¡Retira eso o se lo diré a la profesora!
— ¡Venga, chívate! — Me encogí de hombros, esperando que levantara la mano y me acusara, como siempre.
Pero no lo hizo. Me miró mientras metía la mano en el bolsillo; luego lanzó un papel doblado sobre mi pupitre.
Quise arrugarlo hasta hacer una bola y arrojárselo a la cara, como debería haber hecho el día anterior, pero lo abrí y lo leí.Querida Poche:
Lamento haberme portado mal contigo y haber roto ayer los rotus de la señorita Carpenter, pero no me arrepiento de ODIARTE. Eres fea y hablas mucho. Siempre acabo metiéndome en líos porque tú no eres capaz de quedarte callada, y crees que lo sabes todo, pero NO es así. De verdad, me encantaría que te atropellara un autobús porque apestas. ¡APESTAS!
Mis peores deseos.
Daniela Calle.Nos hicimos amigas ese mismo día.
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Sinceramente Calle y Poche - Adaptación caché. (TERMINADA)
FanficCalle y Poche han sido mejores amigas desde cuarto de primaria. Su amistad es tan buena que en ningún momento se han planteado ser algo más que amigas... Siempre se han contado todo en cuanto a sus vidas y sus relaciones, pero por algún motivo ningu...