Capítulo 21.

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-Muy bien, tienes que usar esta muñequera especial durante unas semanas, ven cada tanto para revisarte y cuando esté la muñeca recuperada podrás quitartela. Por ahora no hagas mucho esfuerzo ni levantes cosas muy pesadas -dijo el doctor Fernández.

-Vale.. Muchas gracias.

Salí de la habitación y cerré la puerta detrás de mí. Fuera estaban Mangel y Cheeto esperándome.

-¿Y? ¿Qué te dijo el médico? -preguntó mi amigo barbudo. Hasta ahora se había demostrado muy buena gente.

-Me dijeron que use esto durante unas semanas -les enseñé mi muñeca.

-Vale. Poh suehte no te hicihte nada grave -volvió a decir.

-Ah, ese tío eh un cabrónazo de primera. Qué gilipollah -soltó mi otro amigo.

-No le digan a Rubén que me ha pasado esto -mostré de nuevo mi muñeca.

-¿Poh qué no? -el barbudo estaba confundido.

-Es que lo odia desde que éramos niños y lo último que quiero es que recuerde ese momento -mire al andaluz a los ojos.

-Vale, vámonoh. Rubiuh debe ehtah preocupáoh -miró hacia otro lado.

[...]

-¿Cómo estás? ¿Te sientes mejor? -el ya nombrado tantas veces se acercó a mí con gesto de preocupación.

-Bien.. Eso creo -miré la muñequera disimuladamente.

-Vaya tela, hombre -dijo Jennifer-. No te ha hecho nada malo, ¿verdad?

-No, no. Sólo esto -le enseñé la tela que cubría mi muñeca.

-Venga. Creo que ya hay que irnos -intervino Rubén.

-Jodeh macho, pero si recién hemoh entráoh aquí -reprochó Cheeto.

-Creo que será mejor que yo me vaya, después de todo ya os he causado suficientes problemas. Vosotros disfrutad, venga.

-Yo te acompaño -me tomó de la mano dañada, provocando que de un pequeño gemido de dolor.

-Hostia, lo siento -se lamentó torpemente.

-Deja.. No importa. Le diré a Wendy que venga a por mí. No os hagáis problema -él se acercó a mí.

-Mañana te iré a ver -me dijo al oído.

-Vale...

[...]

-¡EMILY! -gritó Wendy en cuanto llegó a recogerme- ¿QUÉ COÑO TE HA PASADO? -soltó al ver mi muñeca vendada.

Mire a Rubén. Se veía demasiado atento a nuestra conversación así que decidí contarle una pequeña mentira-. Tan sólo me he caído. Ya sabes que soy torpe.

-DIOS EMILY, ¿SABES QUE ME MUERO SIN TI VERDAD? -me abrazó.

-Venga, no seas exagerada tía, que tampoco fue pa' tanto. Vámonos a casa -me soltó y asintió.

Les hice saludo con la mano a los chicos y ellos me lo devolvieron. En marcha a casa.

¡Coño! ¿Qué mas tiene que pasar en este día?


el chico de la ventana ≈ rdgDonde viven las historias. Descúbrelo ahora