Capítulo 18.

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[...]

-¡Ya coño! ¡Ya desperté! -dije desde el suelo. Efectivamente, me había caído-. Eres una guarra.

-A callar que tú me amas. Ahora levántate, coño. Tenemos que ir de compras, o salir, yo que sé.

-Sabes que no me gusta salir al mundo exterior -me tapé la cara con una almohada.

-Vamos, tía. Que es domingo joder.

-Pues con más razón. LOS DOMINGOS SE DESCANSA -me acosté en el suelo.

-En tu caso no. No trabajas. Nuestros padres nos mantienen. AHORA LEVÁNTATE, PUTA VAGA.

-Wendy...

-Emily.

-Bufé-. Vale -traté de levantarme.

[...]

Fuimos al bendito centro comercial de los cojones. Wendy prácticamente esta siempre "a la moda". Si algo no es bonito o costoso no lo usa jamás.
No me quejo porque mi me gustan esas cosas, pero no exageradamente como a ella. Tampoco soy la típica chica "odio al mundo, viva el alcohol, el sexo y las drogas". No.

-¡Mira este! -me mostró una camiseta con un estampado que ponía "always".

-Me gusta esta -señalé una con un corazón que chorreaba sangre.

-Tú y tus cosas emo -dijo cínica.

-Tu y la moda -la imité.

Mientras mi amiga se metía entre miles de prendas de marca, yo me dediqué a observar los distintos locales que había por ahí. Skates, ropa para hombres, lencería, starbucks.. Interesante..

-HOSTIA -lancé toda la ropa que tenía al suelo.

-¿Qué ocurre? -salió de entre el montón de ropa.

-UN LOCAL DE VANS -salté como una niña.

-Aquí amos de nuevo..

-IRÉ A GASTAR TODO EL DINERO DE ESTA TARJETA EN VANS, VERÁS.

-EH, EH, EH. Alto ahí -me tomó del brazo.

-¿Qué? -le miré impaciente. Quería tirarla al suelo e irme a gastar todo en Vans.

-Pero no te lo gastes todo, coño.

-Vale, mamá.

Me compre unos dos pares de Vans al final. Estaban demasiado caras para el dinero con el que contábamos.
Si no fuera por mi padre ni siquiera las tendría en mis manos.

-Mira quien esta ahí -apareció Wendy detrás mía y señaló disimuladamente hacia nuestra derecha por sobre mi hombro. Unos cincuenta metros más adelante estaba Rubén con Mangel y un tío barbudo. Estoy empezando a pensar que me sigue o algo.

-No hagas un escándalo -le estiré del brazo y comencé a caminar lentamente-. No quiero que note que estoy aquí.

-Capto tu plan -respondió y comenzamos a caminar como unas subnormales. Wendy fue más torpe que yo. Tropezó con un banquillo, haciendo que éste junto con ella cayeran al piso.

-Hija de puta -le susurré cabreada mientras ella levantaba el asiento. Miré disimuladamente hacia donde se suponía que estaba Rubén en efecto. Miró a Mangel y le golpeo el brazo mientras le decía quien sabe qué-. Vamonos, joder. Deja la mierda esa allí -le estiré el brazo.

Luego de correr como imbéciles y dar unas que otras tantas curvas por el centro comercial, los habíamos perdido. Estábamos paradas frente a un local de comidas rápidas.

-Joder, Wendy -llevé una mano a mi frente.

-Lo siento.. No sabía..

-Coño, que tú no entiendes una mierda -le dí la espalda.

-Emily, en serio perdón..

Cabizbaja comencé a caminar por todo el jodido establecimiento, alejándome de ella. No sé que parte es la que Wendy no entiende de que no quiero ver a Rubén. Cada vez que miro su jodido rostro veo a ese niño que solía ser mi mejor amigo. Ese jodido pasado que quiero olvidar.

-Vaya mierda -me senté en un banco frente a una cafetería.

-Dime qué te ha pasado ahora -preguntó él, sentandose junto a mí.

-Nada que te importe -puse el rostro entre mis manos.

-No trates de mentirme, no eres buena haciéndolo.

-Mi vida es un constante dolor de cabeza -me froté las sienes.

-Emily..

-¿Qué quieres?

-¿Hace cuanto estas aquí?

-Dos semanas -contesté borde.

-me frotó la espalda-. Anda, relájate. Te hace falta. Deja de hacerte mala sangre por todo -se levantó y me tendió la mano-. Ven, vamos a tomar algo, ¿quieres?

-No creo que sea una buena idea, Rubén.

-Anda, venga. Es lo mínimo que puedo ofrecer para volver a hacer las pases.

-Bufé-. Vale.



el chico de la ventana ≈ rdgDonde viven las historias. Descúbrelo ahora