Es curioso, una creería que las ratas no van a juzgarte. Sin embargo, son unas infelices desgraciadas.
Me miraban con sus ojitos de roedor, juzgando. Ya no sabía si me había vuelto loca. Paranoica. Las dos o ninguna. Mi garganta estaba deshecha de tanto gritar.
Había suplicado a gritos que abrieran, pero nadie vino. Intenté golpear una última vez la puerta en busca de ayuda... nadie acudió. Como no tuve fuerzas para acomodarme de nuevo en el otro rincón, me quedé junto ella.
Con el anochecer llegó un rugido por parte de mi estómago, no había probado bocado desde hace horas, además me encontraba sedienta.
Hasta acá llegaba el aroma de un exquisito guisado, seguro fue preparado con algún animalejo que cazó mi melliza: Eira; junto con zanahorias que yo misma cultivé; a pesar de eso, ninguna lo iba aprobar.
Odiaba con cada parte de mi ser que fuesen tan injustos con nosotras, les ayudábamos, cocinábamos y hacíamos de todo en la casa, sin ningún agradecimiento.El piso estaba húmedo, pero aún así decidí acostarme en el. Creí que podría dormir, para recomponerme y buscar la manera de escapar. Sólo que mi mente, tuvo otros planes. Los recuerdos de esa mañana llegaron a mí. Ojalá hubiera podido descansar en vez de revivir la horrible pesadilla.
Estaba en el huerto, removiendo la tierra y sudando por el sol en mi espalda. Las zanahorias se veían deliciosas ese día, tenían un hermoso color naranja. Sentía el viento en el cuello y por primera vez en muchos días todo estaba bien.
Terminé de poner abono y me limpié las manos en el mandil, estaba muy sucia. La señora y el señor no habían despertado aún, así que tenía tiempo para un baño antes de hacerles el desayuno. Acostumbraban levantarse hasta muy tarde, mientras mi hermana y yo limpiabamos,
Eira, por lo usual, se dedicaba a sacudir o cazar, disfrutaba más la primera, pues era su manera de relajarse, la segunda la odiaba, gracias a ello el señor se lo ordenaba cada semana. Yo, por otra parte, me encargaba de los animales y cuidaba que las plantas en el huerto estuvieran perfectas.
Me levanté y comencé a caminar hacia el pozo, necesitaba agua para un rosal blanco que tenía el señor, que curioso que un hombre tan feo tuviera algo tan lindo; cuando estaba por llegar, escuché un sonido en la cocina.
Eira todavía no había terminado de limpiar, no podía ser ella, además mi melliza era muy cuidadosa. Recordé que el señor ahuyentó un zorro la semana pasada, seguro venía de nuevo en busca de comida, quizá sobras.
Me dirigí al cobertizo, tomé un palo como arma y me acerqué. Ya no había duda, el ruido incrementó en cuanto llegué a la cocina, sonaban platos y ollas moviéndose. La puerta estaba entreabierta, me asomé y ví pasar una sombra negra. Di un respingo y caminé hacia atrás, paso a paso, alerta. Mi corazón comenzó a latir como loco.
Eso no era un zorro.
Una hoja seca crujió bajo mi zapato, inmediatamente escuché murmullos en la cocina, mi supuesto zorro eran ladrones.
¿Ladrones en medio de la nada?
De pronto la puerta se abrió, de ella salió una persona: un chico. Era alto y estaba vestido completamente de negro. Tenía la cara cubierta por un saco con unos agujeros para poder ver.
Nos quedamos mirando unos segundos. El color de sus ojos, era de un azul muy bajo, parecían hielo.
Quisiera haberme puesto de pie o lanzarle algo, pero ¿Qué se supone que haces si tienes a un ladrón frente a ti?
Quizá gritar, pero con ese susto no me hubiera salido la voz.Estaba tan asustada que no supe como reaccionar. Se metió de nuevo dando un traspié con un tronco y salió con otra persona, esta vez un hombre bajito, era de complexión gruesa, tenía también su cara cubierta.
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El AROMA A DESESPERACIÓN [En Proceso]
AdventureAudrey y su melliza están retenidas contra su voluntad en la lejana granja de sus tíos. En un intento por escapar, su hermana se queda atrás, siendo raptada por la guardia real. Ahora, Audrey tiene que rescatarla y si los rumores son ciertos, salvar...