Capítulo 3 // Me secuestran, otra vez.

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Después de que se llevaran a Eira no pude hilar mis ideas. Estaba temblando, temía por ella, pero no podía salir. Me sentía impotente, ¡Necesitaba saber quién se la había llevado! ¡¿A dónde?!

En medio de aquel lío, entraron el señor y la señora. Me quedé junto a la ventana sin hacer ruido. Quizá podía escuchar a dónde se la llevaban.

—¡Llegaron como si fuera su terreno! —dijo la señora.

—No será suficiente con sólo la otra aquí.

Ella volteó a verme como si fuera un pescado pasado de tres días.

—¿Ves todo lo que hiciste? —dijo—. Ahhh, pero tenían que jugar a escapar ¿No?

Intenté no decir nada, intenté con todas mis fuerzas no salir corriendo.

—Ni se te ocurra pensar que bajará la producción de verduras. ¡Venderemos la misma cantidad con o sin aquella! —el señor estaba al borde de la locura.

—Vas a cumplir con tus deberes y además harás los de tu hermana ¿Oíste?

—No te vamos a dar el gusto de vernos a nosotros mover un sólo dedo.

Nada de eso me importaba. ¿Querían seguir con su negocio? Bien. Pero que me dijeran dónde estaba mi hermana.

—Lo siento mucho, no sé en qué estábamos pensando —agaché la mirada—. Haré todo lo que me pidan.

El señor y la señora parecieron sorprendidos por mi docilidad.

—Mas te vale que lo hagas. Si no, no nos vas a servir de nada —rugió la señora.

—Quisiera... quisiera saber, ¿A dónde se llevaron a Eira?

—¿Para qué quieres saberlo? ¿Vas a ir a buscarla? Por favor. —se burló el señor que ya estaba a medio camino de subir las escaleras.

—Sabía que no escucharte renegar tenía que ver con que quisieras algo. —dijo la señora, actuaba como si no pasara nada.

—¡Por favor! Dígamelo, es mi hermana. —La señora rodó los ojos y el señor suspiró.

—Estamos cansados, déjanos en paz y vete a dormir o te amarraré a la puerta. —La señora quitó el seguro de la puerta y me dejó salir.

Derrotada, caminé pesadamente al granero. La luna ya estaba despierta, sentí que intentaba consolarme con su pálida luz.

Al llegar al granero, las lágrimas se convirtieron en llanto. Eira nunca se había alejado de mí. Era inocente, ingenua, seguro estaba asustada, no sabía dónde estaba y todo era culpa mía.

Decidí dormir en la paca de heno que era de Eira. Me quité el vestido que traía puesto y lo aventé por ahí, casi como si el fuera el culpable. Me puse el arrugado camisón que me servía de pijama y me acosté.
Otra noche donde terminaría llorando hasta dormir.
.....

El día siguiente me supo desabrido. No me sentí emocionalmente capaz de trabajar, pero entendía las consecuencias de no hacerlo.

Alistándome divisé entre las cosas de mi hermana su espejo. Lo había encontrado hace años entre basura que habían tirado los señores, estaba roto de una esquina y tenía flores en la otra. Me observé en él, lucía cansada. Intenté arreglarme un poco, Eira me decía en broma que era preciosa cuando me esforzaba. Le gustaba verme con mi cabello rojizo en una coleta así que me la hice.

Antes de bajar del segundo piso, vi en mi cama un trozo de papel que no estaba ahí. Lo tomé y descubrí que era una nota.

"Lamento lo de tu hermana"

El AROMA A DESESPERACIÓN [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora