《He bad》 kookmin.
Él lo tiene cuando quiere, lo tiene cómo quiere, lo tiene porque quiere.
Él es tan malo.
Muy malo.
Él es el malo.
Él es el mal.
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/Narrador/
Park abrió la ventana otra vez y respiró una bocanada del gélido aire del exterior, sus pulmones se llenaron con la frescura de la naturaleza. Jeon se aseguró de no decir nada por mucho rato, pero terminó cediendo al notar como el rubio comenzaba a tomar algunas cosas de por aquí y por allá
-¿Saldrás con esa ropa? -Le preguntó el pelinegro a Jimin -Quizá está muy helado para utilizar eso.
Había señalado abiertamente la parte que se dejaba ver los muslos desnudos de Jimin, el otro sonrió y negó, porque podía jugar un poco con aquella pregunta realmente interesante. El pelinegro con el poco tiempo que llevaba consciente resultó un tanto más comunicador de lo que se supondría tenía que ser en esa situación.
-Sabes, eres un poco lindo cuando no eres un patán -Le comentó el rubio antes de tomar un pantalón de la silla -Pero no tengo tiempo.
Jeon observó como el otro se colocaba la prenda sobre la otra y se confundió más de lo usual, no pedía verle desnudo o algo por estilo, pero no comprendía el reciente actuar del chico de granja.
-¿A qué quieres llegar? -Preguntó retomando el tono juguetón de hace unas horas -No es bueno.
Jimin lo miró en la leve penumbra y suspiró sonoramente, caminó hasta el que estaba tendido en la cama y colocó un dedo en la frente del pelinegro, sus ojos que antes solían brillar con la luz solar parecían haber perdido su brillo particular, la oscuridad los invadía, tal como actuaría un lago sin perturbar. Jungkook lo miró fijamente, expectante a alguna palabra o gesto que delatara el nerviosismo del rubio, pero solo se encontró con una risa en un tono bajo, bastante seductora.
-Estaré de regreso en menos de una hora -Susurró jugando con la poca voluntad que le quedaba para decir aquello -Espera aquí y no hagas nada.
El cálido dedo del rubio se separó de la frente del pelinegro, sus negros ojos brillaron ante Jimin. Aquello lo sorprendió de sobremanera, jamás creyó que podía recibir una respuesta como esa, no de alguien como el sujeto que le había ayudado.
-No podría de todas formas -Habló antes de poder tartamudear o decir alguna tontería más.
La sudadera del más bajo parecía querer escapar como el agua del cuerpo del rubio, sus mangas eran un tanto largas y podía cubrirle más que bien hasta las rodillas si lograse estirarla por completo. Llevaba consigo una pequeña mochila y una linterna cuando se asomó por la ventana, estiró su brazo hasta alcanzar un delgado cordel que hacía de liana para caer hasta el césped del exterior.
El árbol jamás había sido de mejor ayuda para Jeon, asombrado intentó escuchar con mayor concentración, podía distinguir unas pisadas y luego nada, el sonido del exterior era igual de misterioso que el actuar del rubio, aquel que extrañamente podía camuflarse con el negro de la noche. Algo raro para alguien que podía brillar como el sol.