4- Daño

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Stiles había estado en esa jaula de oro, sintiéndose un animal que era alimentado de vez en cuando. No es que hicieran eso, en sí tenía sus comidas a toda hora y eran ricos manjares que nunca en su vida había probado. Pero a él nunca le gusto recibir las cosas gratis.

Sentía que debía dar un pago por todas las comodidades fuera cual fuera.

Había pasado los días en esas cuatro paredes bastante amplias. Como Isaac le había prometido le habían traído algo de ropa que ahora usaba.

La puerta no está cerrada, no le habían encerrado, pero no tenía la confianza para salir. Pero esa tarde era diferente. Tenía hambre y no le habían traído nada.

Se armó de valor y giró el pomo de la puerta, viendo el pasillo con el que se había encontrado sólo una vez. Recordó esas tormentosas escaleras y supo que por más que quisiera no iba a poder bajar.

Pero eso no iba a parar a Stiles. No, si en la pradera había encontrado un palo que le sirviera de apoyo, en este terreno haría igual.

Se puso a husmear en los cuartos cercanos. La mayoría estaban vacíos, pero había uno arrecholados de cosas, era el cuarto justo frente a él.

Le dio un empujoncito a la madera y se adentró. Había baúles, los vestidos que Isaac se había llevado hace dos días, muebles viejos y cuadros terrosos. Entonces ahí lo vio. Un palo que sobresalido por debajo de un espejo. Se agachó con cuidado de no caer e intentó tomarlo, pero del otro extremo estaba atorado. Volvió a levantarse para empujar poniendo todo su peso sobre el peinador así logrando mover poco a poco el espejo de la pared. Por fin pudo sacarlo. No era un simple palo. Como regalo divino y pura casualidad había encontrado un bastón, de la empuñadura que hace poco era lo que lo mantenía cautivo, la figura de la cabeza de un lobo de un metal brilloso, seguramente valioso. Era muy hermoso a los ojos de Stiles

Acarició la figura con sus dedos y sonrió.

Ahora podía bajar.

Lo más duro no había sido el principio si no casi al final, donde ya se encontraba muy cansado como para mantenerse sobre su pierna buena. Solo le faltaban dos escalones cuando su cuerpo se desplomó, nada grave. Peores caídas había tenido en su pueblo. El bastón había rodado y de momento paro.

Stiles alzó la vista y casi como un déjà vú vio los relucientes zapatos de ese hombre. Le miraba desde arriba con constante atención al bastón el suelo bajo su zapato.

-¡No! -grito alterado Isaac como si se le fuera ir el alma - Ese es el bastón favorito del amo... no debiste tomarlo -pese al regaño, el rubio corrió a levantar a Stiles, apoyándolo en la barandilla.

Ya solo dio dos pasos más para incorporarse mejor.

Ahora Derek noto su problema con solo verlo dar esos dos pasos, pero como no darse cuenta antes.

-¿Lo necesitas para caminar? -la pregunta era obvia, pero aun así la hizo.

Stiles asintió tímido. La mirada que le dio Derek después le hizo sacar las palabras a tirones.
-S-si...

-Bien, puedes usarlo y ten más cuidado al bajar las escaleras, Stiles -Derek dio media vuelta. Stiles se sorprendió de que le llamara por su nombre. No recordaba habérselo dicho, pero de inmediato le vino a la mente los papeles con su nombre... incluso en el auto le había llamado.

-¡Espera! -su tono había sobre salido sonando demandante por lo que rápido volvió a una pose de sumisión -¿Puedo saber su nombre?

-Derek Hale, pero debes dirigirte a mí como Amo.

Stiles miró a Isaac buscando respuesta, este con la mirada le insisto a responder.

-E-esta b-bien amo...

Innocent lust-SterekWhere stories live. Discover now