3. La decisión ya ha sido tomada

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—¿Mejor? —preguntó Kalys, tomando de vuelta el vaso del que, momentos antes, su hermana había estado tomando

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—¿Mejor? —preguntó Kalys, tomando de vuelta el vaso del que, momentos antes, su hermana había estado tomando.

Alrep asintió. Por lo general, la chica sabia controlar bien sus emociones, sin embargo, la inesperada situación en la que se hallaba la había sacado de sus casillas. Al llegar a casa de sus padres, quiso explicar lo que acababa de suceder, pero las palabras se le aglomeraban en la boca y salían de forma atropellada. Casi por instinto se sentó y su hermana en un intento por calmarla le ofreció una infusión. Amaru por su parte, se limitó a permanecer recostado en el suelo, junto a los pies de Alrep.

—¿Te parece si ahora nos explicas que pasó? —preguntó su madre— Y trata de no desesperarte, nadie aquí entendió porque entraste gritando que no tenías opción

—Leo —llamó Alrep serenamente, luego de asentir a Galretine— ¿Te puedes llevar a los niños a tu cuarto?

—Pero ya soy mayor —replicó el chico— también quiero escuchar ¿Por qué no van ellos solos?

—Ve —intercedió el tío Tyke— No nos compliques aun más las cosas ¿Quieres?

—Pero...

—Leo —amenazó Galretine mirándolo seriamente— No me obligues a...

—¡Bien, bien! —interrumpió levantando ambas manos, en un gesto de rendición

Con un resoplido, el chico obedeció y salió de la estancia seguido de dos niños exactamente iguales que no debían superar los tres años de edad.

—Es algo complicado —empezó Alrep— Recibí esto hace unas horas, justo antes de venir aquí— la muchacha les mostró el paquete que había traído consigo y lo abrió. Con cuidado desdobló la carta y se la entregó a su hermana— Lo primero en lo que pensé fue en venir aquí. No tenía otra opción, me descubrieron... aunque tarde o temprano sabía que pasaría

—¿Cómo que te descubrieron?— preguntó consternada Galretine, su madre— ¿Saben que nosotros y tú...?

Alrep asintió

—No todos. Pero alguien lo sabe, y dudo que guarde el secreto si no hago lo que me pide.

—¿Y qué te pide exactamente?—intercedió Fraw, su tía, con un ligero temblor en su voz, temiendo la respuesta

—Quiere que juegue —Dijo Kalys, levantando la mirada de la carta con perplejidad— en el Juego de los Blancos. Quiere que se ofrezca como voluntaria, que gane la competencia y que use su deseo para quitar la maldición del pueblo —sacudió la cabeza, aún anonadada— Sea quien sea ¡Esta loco!

—¿Es eso cierto? —preguntó Fraw recibiendo un asentimiento como respuesta

―La culpa la tiene la primera oración del primer párrafo ―mencionó Alrep exasperada― "Se que eres descendiente del viejo que nos condenó, repáralo."

Alrep: La joven de la perlaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora