4. ¿Historias o recuerdos ajenos?

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A pesar de sus inmensas ganas de dormir, para Alrep fue imposible conciliar el sueño

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A pesar de sus inmensas ganas de dormir, para Alrep fue imposible conciliar el sueño. Tenía unas ganas abominables de cerrar los ojos con la esperanza de que al abrirlos todo haya pasado.

Pero no. Seguía sobre su antigua cama en el cuarto que antaño compartía con kalys, seguía siendo la misma chica cuya vida cambió en cuestión de minutos. Alrep se consideraba a si misma como alguien valiente, no le daba miedo tener algo de variedad en su vida. Pero en ese momento, sabiendo lo que estaba a punto de ocurrir, lo que estaba obligada a hacer y que no tenía un modo de cambiarlo, estaba aterrada.

No se inmutó cuando la puerta de la habitación emitió un leve chirrido, indicando que alguien había entrado. No se movió de su cama tampoco, le estaba dando la espalda a la puerta en ese momento y lo consideraba mejor así, ya que, si bien no se encontraba dormida, no sabía si el amasijo de emociones que llevaba encima le permitirían volver a mantener una conversación normal con cualquier miembro de su familia.

—Vamos Alrie —llamó dulcemente Kalys— se que no estás dormida

La castaña suspiró y se dio la vuelta, incorporándose luego de pensárselo un par de segundos. Por más que le hubiera gustado fingir estar dormida y evitar una charla, no hubiera podido. No con Kalys. Era una chica muy perspicaz y desde niñas, Alrep nunca había podido ocultarle algo.

Por su parte, Kalys dejó que se pusiera cómoda y se dirigió a cerrar cuidadosamente la puerta. Con pestillo. No quería que nadie las interrumpiera.

—¿Ves esto? —preguntó la de mechones acaramelados, mientras se sentaba junto a Alrep en la cama

—¿Qué es? —se interesó Alrep con un ligero tono de burla— ¿Tienes un diario? Creí que a los doce dejaste de escribir sobre tus novios imaginarios K.

La aludida soltó una carcajada más fuerte de lo que le hubiera gustado y negó con la cabeza al tiempo en que abría el cuaderno en una de las marcas de colores que había dejado hacía unos días.

—Estuve pensando un momento en la conversación que tuvimos allá —dijo mientras ojeaba distraídamente el objeto— Antes que nada, me gustaría que entiendas que el tío Tyke solo está preocupado por ti. Prácticamente te crió de pequeña... nos crió —se corrigió— Sabes que para ambas es como un segundo padre y solo quiere que estés a salvo.

—Fue muy duro conmigo. Esto tampoco es fácil para mí ¿Sabes? —mencionó frunciendo el entrecejo— Creí que sería más compresivo. Qué todos serían más comprensivos —Al darse cuenta de la mirada que su hermana le proporcionaba, se corrigió— Bueno, excepto tú. Gracias por eso.

—No hay de qué —murmuró— A lo que quiero llegar, es que trates de comprenderle. No te enojes con él por su actitud.

—Lo intentaré —respondió luego de unos segundos de sostenerle la mirada—Cambiando de tema... Debo suponer que no has venido aquí con tu cuaderno para que pueda leer como terminaste con Yorel el apestoso ¿Cierto?

Alrep: La joven de la perlaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora