13. En busca de la plata líquida

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El último turno de vigilancia era el de Alrep, por lo que gastó gran parte de su tiempo despierta pensando en todo aquello que Awa le había planteado

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El último turno de vigilancia era el de Alrep, por lo que gastó gran parte de su tiempo despierta pensando en todo aquello que Awa le había planteado. ¿Existía acaso la posibilidad de qué quien estaba enviando las cartas sea alguna hechicera? ¿Elemental del fuego, tal vez? En la primera carta se había mencionado claramente que Alrep no conocía al remitente, sin embargo ¿Era posible que mintiera respecto a eso? ¿Podría ser simplemente un factor contradictorio?

Cuando ella pasó tiempo en la Colmena de las Intrusas no todas sus conocidas tenían un especial trato hacia ella. Ser la supuesta huérfana recogida por una de las veteranas la hizo víctima de burlas entre las demás hechiceras, por lo que en busca de respeto se ganó algunos que otros rencores.

No le sorprendería que alguna de ellas esté cobrando venganza. Sobretodo después de lo que sucedió con Lypra.

Recordaba ese día como si hubiera sido ayer, aunque la verdad no era más que un contratiempo de hace cuatro años, con grandes repercusiones para ambas. Alrep no tenía la culpa de todos modos, o por lo menos, no toda la culpa. Ese día era su turno semanal de limpiar los establos de pegasos, junto a un grupo reducido de seis hechiceras más y Alrep no había amanecido con el pie derecho. Había terminado con Oklya, el corcel que solía usar, cuando Lypra encontró la oportunidad perfecta de arruinar su día.

—¡Ey! ¡Alrie! —llamó con burla— ¿Podrías venir?

Alrep ya no podía decir que a Oklya le faltaba un cepillado, puesto que ya había terminado con ella, por lo que se limitó a rodar los ojos y acercarse con la mejor cara que pudo mostrar en ese momento.

—¿Qué sucede?

La pelirroja señaló con la cabeza un espacio reducido que se encontraba tras de ella, donde momentos antes un pegaso había dejado una asquerosa huella de su paso en el lugar.

—Iré a ayudar a Hommie, así que... limpia el desastre de Pon —ordenó— y asegúrate de revisar las paredes, cuando come manzanas verdes no se fija muy bien en donde hace sus necesidades.

Ante los ojos entrecerrados de la castaña, Lypra soltó una risa tonta.

—¿Disculpa? —dijo Alrep— ¿Me estás pidiendo que recoja los desechos de TÚ pegaso?

—Ay, vamos. No es para tanto.

—¿Y qué tal si mejor yo ayudo a Hommie y tú te encargas de Pon?

—Hommie me pidió ayuda a mi. Y yo te la pido a ti.

—Te das cuenta de que lo que me dices va contra las reglas ¿No? —con un movimiento de su mano derecha, la castaña hizo aparecer un cuaderno con tapa de cuero, en medio de una pequeña nube turquesa— Capítulo catorce, entrada cinco, artículo doscientos tres: "Cada hechicera se hace cargo de sus objetos personales y los seres que se les han asignado, incluyendo limpieza y su mantenimiento cuando son solicitados los servicios semanales, así como del cuidado de un determinado numero de objetos y seres usados por otras cuyo turno no se ha pedido..."

Alrep: La joven de la perlaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora