Capítulo I

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Hades el Dios del inframundo se aburría en sus aposentos, "Hubiera elegido el mar" se decía a si mismo cada que un alma nueva llegaba, de vez en cuando platicaba con esas pobres almas, los mortales eran muy divertidos cuando se lo proponían, tenían deseos sencillos y temores banales. No tenía muchos amigos y el único que lo visitaba era su sobrino Ares a quien le gustaba y hasta cierto punto le divertía provocar guerras y catástrofes en el mundo mortal. Hades estaba de acuerdo con eso, siempre era bueno platicar y conocer gente nueva, sin embargo, odiaba todo el caos que se armaba en el Inframundo con cada guerra que provocaba el pequeño Ares. Hades no se llevaba bien con sus, Deméter era pretenciosa y creía que era la más poderosa por crear "vida" cuando la vida era efímera pues tenía fecha de caducidad, Hestia lo hartaba cada que se veían, le decía que lo que necesitaba era una familia o mínimo alguien a su lado tener un hogar feliz con ese alguien, Poseidón era algo egoísta pero Hades no lo odiaba, quizá porqué tenían cosas en común y de vez en cuando le enviaba pescadores y piratas que tenían buenas y graciosas historias. Pero Hera y Zeus eran la gota que derramaba el vaso, siempre tenían fiestas para demostrar su superioridad y falso matrimonio, Zeus la engañaba constantemente con mortales, pero Hera fingía que no le afectaba. Hades era el rey del inframundo, pero al menos no andaba por ahí fingiendo amor a quien no se lo merecía.

Cierto día Hermes fue al inframundo llevaba un mensaje urgente de Zeus quería verlo antes de una fiesta importante, al parecer iba poner una nueva constelación en el cielo, a Hades le daba igual la constelación.

—¿Que ocurre si no voy Hermes? —pregunto Hades.

—¿A cuál de los dos eventos?

—Ambos.

—Es solo una invitación Hades, creo que Zeus te quiere ahí porque eres su hermano y le deprime un poco que estés aquí tan solo.

—Si le entristece tanto ¿por qué no viene él? y ve como este lugar lúgubre es bien dirigido.

—Tan solo toma la invitación, tengo mejores cosas que hacer que estar aquí

Hades tomo el pergamino y en un segundo estaba en un prado con flores a su alrededor, todo lucia tan limpio, con vida y fresco.

—¿A dónde crees que vas Hermes?

—Zeus dijo que en cuanto te trajera aquí, me fuera y eso hago.

—¿Así que mi hermanito me puso una trampa? —Hades grito mientras veía como Hermes desaparecía—, Zeus sal de donde quiera que estés, entre más pronto vengas y hablemos, más pronto regresare al Inframundo.

—Eres muy aburrido a veces hermanito—dijo Zeus detrás de Hades

Zeus siempre lucia igual, barba platinada y cabello largo, a veces si prestaban atención se veía como la electricidad corría por sus venas. Ese día usaba una túnica azul cielo que contrastaba con sus ojos.

Hades por otro lado era sencillo, le gustaba ocultarse tras una túnica negra con capucha, tenía la piel pálida y los ojos negros, sus cabellos eran una mezcla extraña entre morado, azul y negro, no entendía porque esos colores, pero le daban personalidad. Sabía que no era feo o al menos era lo que algunas mortales le habían dicho cientos de años atrás sin embargo le costaba estar con su familia porque sabía que no era el rostro predilecto de la familia.

—¿Para qué me quieres?

—Tengo dos asuntos que tratar contigo, el primero es invitarte a la revelación de una nueva constelación

—Hermes me lo dijo ¿por qué lo repites?

—Porque hace 150 años te invité a un festín y no fuiste porque no fui al inframundo a buscarte, ahora no tienes pretexto.

Amor Divino: Hades Y PerséfoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora