Capítulo X

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Perséfone y Deméter llegaron a un campo donde ya había mariposas y parecía que el trabajo estaba terminado

—Persi, he pensado en mudarnos—dijo Deméter.

—¿Por qué? Me gusta vivir en donde estamos.

—Creo que ya no es seguro, algunos Dioses saben dónde vivimos, no quiero que te hagan daño cariño—Deméter le apretó las mejillas.

—Puedo cuidarme sola ¿sabes? —le aparto la mano de su rostro.

—Eres muy joven, crees que puedes comerte al mundo.

—¿Y qué planeas hacer? —Perséfone temía la respuesta de su madre—¿encerrarme otra vez?

—Planeo cambiarnos de casa para protegerte, quizá pueda permitir que Daphne te visite—Deméter tomo la mano de su hija—. Por eso te traje aquí, hay un castillo pequeño, pero tiene un jardín que seguro amarás, creo que te gustará.

—Terminemos el trabajo, vamos a cenar y luego hablamos de eso—Perséfone estaba hartándose de esa conversación.

–¿No lo entiendes hija?, no hay trabajo, te traje aquí con el único propósito de que conocieras el lugar.

—Si voy contigo me prometes no volver a tocar el tema.

—Lo prometo. Sígueme esta al otro lado de esa loma.

El campo donde estaban era hermoso, sin duda las mariposas le daban un toque de vida al lugar, eran como cientos de pétalos que volaban liberados. Perséfone deseaba ser así de libre, hasta que recordó que las mariposas no vivían mucho tiempo. Cruzaron la loma y Perséfone vio el castillo del que hablaba su madre. Era hermoso y estaba rodeado por una barda de rosas, eso le traía malos recuerdos.

—Debes estar bromeando mamá—le dijo Perséfone porque sintió magia casi al llegar.

—Le puse el campo de protección para que nadie pueda entrar—Deméter lo toco y pudieron entrar.

—Prometiste no volver a usar esas cosas madre—Perséfone odiaba esa clase de magia, era oscuro y era la misma magia que la había encerrado en el laberinto.

—Cariño yo solo te quiero proteger.

—Pero no así—gritó—, no puedes encerrarme cada que te sientes amenazada.

—Sabes perfectamente que no eres tú el problema cariño.

Perséfone si era el problema, ella no solo creaba vida, también podía matarla con solo tocarla, a Deméter no le preocupaba que su hija saliera por ahí, temía que alguien aprovechara eso de ella. Por eso la sobreprotegía, porque era un poder que en las manos equivocadas podía significar la extinción del ser humano.

—Siempre he sido el problema, odias que toque tus proyectos, prefieres que este en casa y ahora me quieres encerrar en este lugar con un campo mágico.

—Hija yo...

—¿Es que no fue suficiente para ti encerrarme hasta que me hice daño?

—Sé que actúe mal y no debí meterte en ese laberinto de espinas. Pero esta vez será diferente, juntas no podrás hacerte daño.

—Me voy

Perséfone abrió un portal a casa de Daphne. Su amiga estaba sola preparando una tarta de cerezas, al momento Perséfone se sintió confundida. Perséfone tenía lágrimas en los ojos, se sentía triste y solo pudo pensar en que necesitaba abrazar a su mejor amiga.

Cuando Daphne la vio entendió todo, su amiga estaba mal, así que solo la abrazó.

—¿Estas bien? —le preguntó.

Amor Divino: Hades Y PerséfoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora