Capítulo XV

3.7K 316 53
                                    

—¡¡¡¿Solo Hades?!!! —le gritó a Minos y el diablillo desapareció—¿No pudo decirme Querido Hades?

Hades había leído la carta de Perséfone unas cien veces desde que Minos se la entregó, le dio vueltas al asunto mientras hacía su trabajo, no podía concentrarse en nada más que en pensar que no tenía una pizca de amor en sus letras, aunque había aceptado salir con él una vez más, Hades se dirigió a la cocina y tomó una copa de vino que había traído de España hacia años "esa fue una buena cosecha" pensó. Estaba tranquilo, en la cocina estaba solo Éaco, preparando carne o algo así. La calma se vio interrumpida por Artemisa, ella tomó de la mano de Hades la botella de vino y tomó una copa de la alacena para servirse. Era de esa clase de chicas que llegaba sin avisar, tomaba lo que quería, no pedía permiso y esperaba que las personas estuvieran agradecidas con su presencia.

—La próxima vez que compres vino asegúrate que sea una buena cosecha, ya sabes algo más dulce—ella se sentó en la mesa, al parecer iba a ir de cacería puesto que traía su arco y flechas.

—¿Me puedes decir que te trae por aquí?

—Ares—respondió ella vio una hogaza de pan tostado—¿este pan no está hecho con trigo que crezca aquí cierto?

—Aquí solo crecen uvas y alguna otra fruta no te preocupes Artemisa, puedes comerlo.

—El vino, era de uvas de aquí—casi se atragantó pensando que por beber un poco de vino pudiera pasar una eternidad en el inframundo.

—No, es un vino que traje de España. Aún no me respondes que trae por aquí a la Diosa de la caza, la virginidad, hermana gemela del dios del Sol y todos los títulos que acompañan a tu ser.

—Olvidaste representante de la Luna, pero acepto tus respetos ante mi persona—dijo sarcásticamente—decidí darle algo de privacidad a Apolo con Daphne, vine a invitar a Ares a ir de cacería.

—Éaco, dile a Ares que Artemisa está aquí—le dijo al diablillo y este dejo lo que estaba haciendo en la cocina.

—¿Cómo estuvo tu cita con Perséfone?

—Fue un éxito, gracias—Hades titubeo sobre si contarle sobre lo que le ocurrió a Ares.

—¿Qué ocurre? —Artemisa tenía el don de ser más inteligente que todas las Diosas y también era muy intuitiva.

—Es sobre Ares, él tuvo algunos problemas en el pasado y recayó, no quiero ser yo quien te diga esto, pero, cuídalo ¿sí?

—Sí—dijo con firmeza.

—Hey ¿por qué esas caras largas? —dijo Ares quien al igual que Artemisa tomó una copa de vino.

El miro a Artemisa, ella lucia radiante, sus rizos dorados estaban delicadamente acomodados en una cola de caballo, estaba seguro que iluminaba el Inframundo con su belleza.

—Apestas a loción de flor de naranja—le dijo Hades.

—Solo me bañé y me puse un poco.

—Creo que usaste todo el frasco—Artemisa estornudó.

—Da igual, ¿qué te trae por aquí?

Artemisa se bajó de la mesa y se paró frente a Ares

—He venido a invitarte de cacería, supongo que el Dios de la guerra debe saber cazar animales ¿o me equivocó?

—Es un honor para mí que pienses en mi para esto—él hizo un pequeño portal y saco una ballesta y unas flechas pequeñas—podría enseñarte a usarlas—dijo mostrando su ballesta.

—Lo sé usar, pero es demasiado pesado para mí, mi arco y flechas se adaptan a mi mejor que cualquier otra arma.

Ella lo miró con sus profundos ojos color avellana y Ares no pudo pensar en nada más, pero se aclaró la garganta y pregunto;

Amor Divino: Hades Y PerséfoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora