Capítulo VI

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El tártaro era un lugar horrible, él mismo había designado ese lugar para lo peor de lo peor, pero cuando Ares estaba triste o molesto iba ahí a ver como las almas la pasaban mal. Sabía que había quien la pasaba peor que él y eso lo reconfortaba.

Hades trataba de recordar la última vez que estuvo ahí, lo de Afrodita había pasado antes que lo de Mente, así que había sido un siglo atrás. Él recordó que cuando rompió con Mente, solo pudo pensar en buscar a su sobrino para que se hiciera cargo del Inframundo y Ares lo hizo bien a pesar de que él también pasaba por su propio infierno causado por Afrodita, pudo con todo el paquete de reinar el inframundo un par de décadas. No solo eso Ares cuidó de su tío y le dio ánimos. Fue entonces cuando ambos se volvieron como padre e hijo y fue entonces cuando Hades supo todo lo que Ares había vivido con Afrodita.

A la par que Ares cuidaba el inframundo, salía con mortales, ninfas y algunas Diosas como Artemisa, pero ella siempre se resistió a sus encantos. El punto era que buscaba a su amada en cada mujer y ninguna lo era. Cuando se dio cuenta de eso quiso declararle la guerra a Hefesto, pero Hades lo detuvo, porque todos iban a apoyar a Hefesto y quizá asesinarían a Afrodita por todo.

Al llegar al Tártaro Hades vio a su sobrino sentado en el piso con las piernas cruzadas, mirando a la nada.

—Poseidón vio tu escenita con Afrodita—Le dijo.

—Bien.

—¿Bien?

—Sí, Poseidón no dirá nada, ese no es su estilo. Te hubieras quedado en el Olimpo con Perséfone, estoy bien.

—Sé que no lo estás. ¿De qué hablaste con ella?

—¿Sabías que tengo un hijo? —sonrió

—Lo supe hoy, aunque debo confesar que la primera vez que vi a Eros vi mucho de ti en él.

—Quiero conocerlo, sería interesante ¿no crees?

—No puedes hacer eso, él cree que Hefesto es su padre, todo el mundo lo cree.

—Podría hacerme su amigo, así como lo hice contigo tío.

Ares era bueno para hacer amigos, las personas confiaban en él, tenía cierto encanto de chico rudo que a todos agradaba.

—Si vas a hacer eso ten cuidado por favor, no quiero que te lastimen.

—Lo tendré—se levantó— ¿Cómo salieron las cosas con Perséfone?

—Bien... excelente, podríamos irnos de aquí, odio el tártaro.

—Es curioso que le temas a este lugar cuando eres el Rey.

—No es temor, simplemente no quiero hablar de Perséfone aquí—Hades siempre sintió que el tártaro ya no era parte de su reino, era más bien de las almas que iban a parar ahí.

—¡Hades! —gritó Hécate.

—Te dije que nos fuéramos de aquí—le susurro a Ares.

—¡Tía Hécate! —saludó Ares—justo a ti quería verte.

—Al menos alguien me visita, Hades deberías aprender un poco de tu sobrino.

—Lo sé ¿cuánto tiempo ha pasado? —Hades subió a su carruaje—en fin, una o dos eternidades.

—Espero que ya hayas superado a Mente—dijo su voz, ellos no podían verla solo la escuchaban.

—Realmente no quiero hablar de eso, vámonos Ares...

Hades era orgulloso, había una razón por la cual no quería ver a Hécate, ella le dijo que Mente no le quería en lo más mínimo, él se enojó y la encerró en el tártaro, aunque a ella parecía no importarle, Hades sabía que Hécate no iba a dejar pasar el momento para decirle "te lo dije".

Amor Divino: Hades Y PerséfoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora