Capítulo XLI

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Esa mañana era el día de la junta, Perséfone pensó en que decirles a los asistentes, ¿estaría en el Inframundo de tiempo completo de ahora en adelante? ¿había vuelto con Hades?

Sabía que lo amaba, que ya no se quería separar, pero al mismo tiempo pensaba en su madre, Deméter no la quería lejos y quizá cumplirían lo que Zeus le había propuesto, medio año en la Tierra y la otra mitad en el inframundo, así que como había estado dos años en la Tierra eso haría que estuviera dos años en el inframundo y quizá en ese tiempo al convivir diariamente con Hades(su Hades), podría volver a confiar en él al menos visualmente porque siempre había confiado en su forma de tirarla, el verdadero problema eran las imágenes que venían a su mente cada que estaban juntos, la noche anterior Hades se había comportado a la altura de su crisis. Ella buscó en el armario y encontró toda su ropa tal y como la había dejado también sus joyas y coronas, decidió que iba a adoptar la ropa oscura como una segunda piel, le vendría bien una corona pequeña y anillos.

Hades no había despertado así que ella fue a bañarse cuando regresó a la habitación Hades seguía acostado ella se sentó y lo despertó, cuando él abrió los ojos vio a su esposa ahí, no había sido un sueño, ella había vuelto a su lado.

—Báñate y ponte algo decente—le dijo ella sonriendo con gotas aun cayendo de su cabello.

Hades se levantó y fue a la tina ella se quedó arreglándose, sentía nervios y no tenía idea de porque, ya había sido reina antes, los que estaban ahí la querían y respetaban, pero no sabía cómo decirles que ahora si estaría ahí, se puso la corona y Hades la abrazó por la espalda.

—Solo quiero decirte que eres lo más hermoso que he visto en mi vida y mira que he vivido mucho.

—Te gusta cómo me veo, ¿no te parece algo oscuro y lúgubre?

—Me gusta todo lo que usas, todo lo que eres, eres perfecta para mí.

Ella se acercó lentamente y le dio un beso en los labios, comprendió la esencia de esas palabras, todo este tiempo Hades la había amado enteramente, se había enamorado de ella siendo la Diosa de la primavera, pero había aprendido a amar a la Reina del inframundo, Hades era el único que quería lo mejor de ambos mundos y no le importaba nada más. Después de todo Adonis amaba la versión despreocupada, los del inframundo amaban a su reina, pero solo Hades la amaba en dos partes.

—Vamos a la junta que todos deben estar ahí.

Justo cuando salieron Minos los interceptó.

—Hay problemas—les dijo Minos—Señora Perséfone... Perséfone estas de vuelta—dijo sorprendido.

—Esta vez espero que permanentemente—dijo Hades.

—¿Cuál es el problema Minos?

—Cerberos, abajo hay un joven que dice llamarse Heracles y que Cerberos lo ama.

—Ay no, Hades lo siento, yo lo envié aquí creí que Cerberos se lo comería, no que Heracles se iba a ganar su cariño.

—El can cruzo el río buscando al joven, ambos están abajo, Heracles pide hablar con usted mi señor.

Los tres bajaron y Hades miró al joven grande y musculoso ahí presente.

—Su majestad.

—Basta, aquí no hacemos eso—dijo Hades—se breve en tu petición.

—Le prometí a su esposa no hacerle daño al Can si usted me permite llevarlo ante Hera.

—¿Con que propósito?

—Convertirme en un Dios, escuche mi señor solo si cumplo las 12 pruebas podré convertirme en uno y esta es la doceava.

—Ser un Dios está sobrevalorado—le dijo Hades.

Amor Divino: Hades Y PerséfoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora