Capítulo XXXI

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Hades se había ido hacía ya dos semanas, pero cada día faltaba menos para que Perséfone volviera al inframundo. Su madre se había molestado porque en la semana que Hades había estado en la Tierra ella no había hecho sus deberes. Hades y Perséfone fueron a la playa, lugar que Hades odiaba, pero disfrutaba porque su amada estaba ahí. Perséfone había querido llevarse a Prince, pero Hades la detuvo. Ambos se besaban hasta que los labios les ardían, pero eran felices estando juntos, para Perséfone Hades no era la clase de galán por la que todas mueren, no era como Ares, Eros o Apolo, ni siquiera como sus hermanos, Hades era Hades, tenía presencia y magia que atraía, no a cualquiera, pero si a la indicada y Perséfone era la indicada. El día que se fue ella lloró toda la noche y él hizo lo mismo en el inframundo, odiaban la idea de estar separados.

Cierta tarde—noche ella estaba en casa bebiendo un vino y acariciando a Prince cuando alguien tocó a la puerta, ella fue a abrir deseando que fuera Hades, pero fue una sorpresa muy grande lo que encontró.

—Artemisa, se fue al Olimpo—dijo Ares en cuanto Perséfone abrió la puerta.

—¿Qué? —preguntó confundida, él la abrazó tomándola desprevenida.

—¿Puedo pasar? —preguntó y ella asintió—¿tienes dulces como los que enviaste?

—Tengo galletas y creo que tengo Lokum en la repisa de allá—Perséfone señaló y él fue en busca de dulces—, me puedes explicar ¿qué te trae por aquí?

—Claro—él sacó un Lokum y lo metió en su boca—Minos tiene razón, son los mejores Lokum—se limpió la azúcar y continuó—, Artemisa regresó al Olimpo, al parecer tiene dudas sobre si debería seguir conmigo.

—Bueno eso lo entiendo—ella se encogió de hombros—, ella ya tenía un compromiso antes de conocerte a un no me respondes ¿por qué viniste?

—Vine aquí porque Hades me dijo que escuchas a las personas y que no te molestaría que pase la noche aquí—le sonrió—escucha llevó dos días sin Artemisa, mi habitación huele a ella y cuando despierto me doy cuenta de que no está a mi lado. La extraño.

—Claro que no me molesta, sabes estaba pensando ir a comprar la cena ¿vamos a cenar juntos? —le pregunto amablemente—Y me cuentas como te sientes.

—Suena a un buen plan—Ares miro las galletas y comió una—. No creas que solo te busco para esto—dijo con migajas en la boca—, hacia días que te quería visitar, pero luego me enteré que ya no vivías con tu madre y Hades no quería que te molestara.

—No es ninguna molestia—ella tomo un suéter del perchero, Eleusis tenía una particularidad, las noches eran muy frías— vámonos, estoy lista.

Perséfone nunca había convivido con Ares, no sabía de qué hablar con él, podía hablar de la habilidad de meterse en problemas, pero pensó que era algo grosero.

—Sabes eres la primera amiga que tengo—le dijo—todas las chicas normalmente empiezan por ser mis amantes y luego me odian.

—Creo que Daph no te odiaba.

—Ella era un sueño, incluso el poco tiempo que compartimos supe que era alguien fuera de lo común—Ares la recordaba con cariño, Daphne siempre le había dado los mejores momentos y su amistad sincera—Hades me dijo que habías fundado un jardín en su honor.

—Así fue, hace unas semanas lo terminé, pero aún no lo inauguro, quiero que lo que sembré crezca de manera natural creo que a ella le habría gustado.

—¿La extrañas? —preguntó melancólico.

—Al principio sí, pero luego note que nunca se fue, solo se transformó y ahora es inmortal.

Amor Divino: Hades Y PerséfoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora