Era día de despensa, por lo que Alice, Scheta, Tieze, Iskahn y Egil iban a comprar las frutas, verduras, especias, etc. Lo que hiciera falta en la casa, tendría que ir en la carreta.
Ya que sí, iban en dos carretas, las cuales eran manejadas por Eugeo y Egil, respectivamente. En una de ellas iban todos los pasajeros, la otra quedaba vacía, pero estaría muy llena al toque de la campana del medio día.
No se necesitaban tantas personas para ir al pueblo a comprar las cosas que hicieran falta. Se necesitarían unos tres hombres, pero siendo unos bestias en como escoger las verduras, las mujeres los acompañaban.
Llegando al pueblo, éste resultaba muy pintoresco, las casas eran casi todas de color blanco con sus tejas en un grisáceo o un cobrizo muy opaco. Las tiras de madera que recubrían las mismas las hacían más hermosas.
Algunas de las casas tenían un pequeño porche, en el cual varios caballos bebían agua en sus enormes bebederos de madera. Algunas otras tenían un pequeño palco de madera, en donde se ofertaban algunas cositas.
Parándose la carreta, Iskahn bajó de inmediato, poniendo su mano para que fuera sujetada por Tieze, a quien ayudó a bajar. Lo mismo fue con Alice, ayudándola a bajar con una pequeña sonrisa en el rostro.
Cuando iba a bajar Scheta, el muchacho se dio la espalda, comenzando a caminar. Ella se mantuvo estoica, casi ignorando el hecho.
De no ser porque Eugeo y Egil y lo reprendieron, Iskahn optó por ayudar a bajar a Scheta. Tras ayudarla, ella le sonrió. El muchacho jaló de su saco, molesto.
-Ustedes vayan al hotel de paso, despreocúpense por lo demás. Me deberás un buen favor, Eugeo. –Dijo Egil.
-Yo sé cómo devolver un favor, Egil. –Sonrió el muchacho, tomando la mano de Tieze para que ambos enamorados se fueran al hotel de paso.
Ahora el plan entraba a la segunda fase, guiar a los caballos para ir al mercado del pueblo. Los hombres caminaban con sus trajes y las mujeres tenían, en su mayoría, gorros de tela en la cabeza. Algún que otro perro se paseaba por el lugar, resultando muy agradable para Scheta.
En unas canastas cosidas se guardaba el pescado, una mujer los vendía, gritando sus precios a la vez que atendía a varios clientes.
La calle, claramente, era de tierra, en las casas se colgaban las sabanas al sol, varios miraban por las ventanas. Un hombre gritó pidiendo una manzana, la cual el vendedor le arrojó. Tras eso, el hombre de la casa le dejó caer una moneda, siendo atrapada por el vendedor.
Un hombre con un saco en la espalda caminaba por el mercado, ofreciendo algunas flores. Algunos parasoles se asomaban en las lejanías del mercado.
Deteniéndose en una carreta de verduras, los muchachos se asomaron en la misma. Alice y Scheta se encargaron de seleccionar los mejores productos, Iskahn y Egil eran los que cargaban. Compraban en varios puestos, debido a que todo el cargamento para alimentar al ejército de trabajadores del Noir et blanc era mucho.
Se compraban treinta kilos de cada cosa, y eso era suficiente para una semana y media. Uno pensaría que a los trabajadores les fastidiaba salir a comprar la despensa, pero no. Resultaba vigorizante al respirar al aire y a ver cosas nuevas.
Las compras consistían, mayoritariamente, en tomates, patatas, cebolla, trigo, mucho trigo. El Noir et blanc tenía un molino, que era una de las tareas de Egil encargarse de moler el trigo para, posteriormente, hacer harina.
Cargando un costal de treinta Kilos, Iskahn se apresuraba para dejarlo en la carreta, dando un suspiro de alivio por quitarse semejante peso de encima.
ESTÁS LEYENDO
Sword Art Online: Palacio Noir et Blanc (Kirialice)
FanfictionCorre el año 1870. La dueña del palacio Noir et blanc, Quinella-Sama, invitó al noble prusiano Kirito a casarse con su hija: Stacia. No obstante, al día siguiente de su llegada, estalla la guerra Franco-Prusiana, por lo que Kirito se ve obligado a...