Capítulo 12.-Batallas en la frontera.

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Eldrie vestía su uniforme del Ejército Imperial Francés. Disparaba su rifle a un objetivo de práctica, acertando en un lugar no muy bueno. Su instructor se dio cuenta de ello.

-Eso no lo mataría, lo dejaría tumbado. –Recriminó.

-Perdón, señor. Como usted sabe, no he entrado en combate todavía.

-Y es mejor que no sea pronto. Tu puntería es bastante mala, ese objetivo de ahí está quieto y no le aciertas muy bien que digamos, ¿Qué crees que pasaría si el objetivo se mueve?

-Fallaría, mi señor.

-Así es, cadete Eldrie.

Acabándose la hora de entrenar, Eldrie se sentaba en su campamento para ponerse a escribir una carta. Malamente para él, la guerra iba tan mal que no alcanzó a llegar a Prusia, estando al noroeste de Francia.

Escribía que la situación era muy dura, él no había visto a nadie de los trabajadores del Noir et blanc, y la verdad es que deseaba que no fuera así. La viruela se esparcía por las líneas francesas, siendo bastante mortal.

Poco más de la mitad de El Ejército Francés había muerto por culpa de la viruela, mientras que los demás ya morían en combate o por heridas mal tratadas.

Eldrie ahora sabía a la perfección por que Bercouli se enojó tanto cuando se enteró de la guerra contra Prusia. Era una pésima idea...que sólo al Emperador se le ocurrió.

Él estaba sano y con bastante energía al no haber participado en combate alguno. Lo haría ya cuando estuviera listo o la cosa fuera insostenible en el frente, lo que sucedería primero.

Pasaban no más de cuatro meses de guerra y la situación se volvió pésima, pero no había de otra más que ir a morir por el Emperador.

Aquello lo desmoralizaba un poco, al no tener una razón real de seguir luchando, salvo por el hecho de que era obligado a hacerlo.

Su descanso acababa, por lo que tendría que continuar su entrenamiento.

Egil, muy por su parte, ya había participado en algunos combates, siempre teniendo que retirarse ya que los prusianos le daban una autentica paliza a su unidad. Había ya visto morir a varios compañeros de regimiento, pero eso no le afectó tanto como cuando vio morir a un compañero del Noir et blanc por viruela.

No estaba cerca de él, por seguridad, pero sí que veía cómo es que el pobre se retorcía, sufriendo por la enfermedad. Su compañero lo miraba con ojos que pedían piedad, hasta que éstos se cerraron para siempre.

Eso lo dejó muy tocado, llevándose las manos a la cabeza un poco por la desesperación de no saber nada de sus antiguos camaradas. Siempre le daba pequeños golpes a su rifle con sus dedos por los nervios que le causaba pensar en eso, en especial por Eldrie, quien era el que tenía mucho más que perder.

Suerte la suya que seguía sin pisar los frentes, que era mejor no imaginarse que sería de él cuando eso sucediera.

Lo que hacía ahora era llevar agua para los enfermeros que atendían a los heridos de batallas anteriores o a los que tenían viruela, teniendo siempre mucho cuidado de no contagiarse.

Era mucha suerte que no enfermaran de cólera, ya que los depósitos de agua para beber no eran precisamente muy limpios. Lo mismo era con la comida que les preparaban.

Pensar en sus días en el palacio le daba nostalgia, la comida era en raciones cortas y no muy buenas en comparación de la que él tuvo en el palacio. Ahora agradecería comer un poco de venado cazado por él mismo.

Cuando los formaban los ponían a cantar Partant pour la Syrie, que era el himno del Segundo Imperio. Eso más o menos levantaba la moral, que yacía en los suelos al no conseguir victorias militares.

Sword Art Online: Palacio Noir et Blanc (Kirialice)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora