Capítulo 8.-Conspiración.

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Durante los últimos días, Stacia y Alice discutían más de lo normal y sus roces aumentaban. La dueña de la casa se comenzaba a desesperar de que ella fuera tan rebelde.

En una ocasión y era la que más le dolió a Stacia, fue ver cómo es que Alice ayudaba a Kirito a ponerse el saco de vestir. Él se quitó el gorro militar para hacer una pequeña reverencia, besando la mano de Alice.

Comparándolo, Kirito no tenía esos gestos tan románticos con ella, de ahí que eso fuera lo que más doliera.

Lo que más sacaba de quicio a Stacia a la vez que la preocupaba era el hecho de que Kirito se enamorara de Alice. No lo encontraba prudente, ¿un mimbro de la realeza prusiana casándose con una criada francesa? Eso era de lo más reprobable. De hecho, aun seguiría siendo reprobable si es que ella siendo burguesa se casara con Kirito.

Prusia, Alemania y Francia eran prácticamente enemigos, de ahí que una unión entre ellos fuera reprochable. Al menos para Quinella, eso daría lo mismo. Mientras sus nietos pudieran ser de la nobleza, ella no tenía mayor problema.

Una refriega más sucedía entre Stacia y Alice. La noche anterior, la criada le impidió ver a su prometido.

El argumento era un poco imprudente, pero Alice se atrevió a hacerlo.

-Lo siento, pero considero que el barón Kirito no se puede dormir con usted. –La intención de Stacia era que ella y Kirito se durmieran juntos para una "velada romántica".

-Esos asuntos no te incumben, niña. Ahora déjame pasar a su cuarto.

-Él ya está dormido, me aseguré de apagar su lámpara de noche para que no se quedara prendida toda la madrugada.

-¿Por qué entras a su cuarto así como sin más?

-Es un favor que el propio Barón me pidió. Dice que se duerme sin apenas darse cuenta, por eso es que apagué la lámpara.

En sí, Alice no mentía...del todo. Quien debía apagar la luz del cuarto del muchacho debía ser Ronye, pero Alice siempre se le adelantaba. De cualquier modo, a Ronye no le molestaba en lo absoluto. Le ahorraba trabajo.

Al apagar la luz del cuarto de Kirito, la chica le dio un pequeño beso en la frente, sonriendo de la forma más genuina. Sin duda alguna, esa era su pequeña alegría nocturna.

Regresando a la refriega, Stacia miró con una expresión constante de sospecha a Alice, simplemente para marche con mucha molestia. La chica sonrió tras alzarse victoriosa una vez más.

En el cuarto de la hija de la señora de la casa, la muchacha arrojaba sus colchas y sábanas blancas bordadas al suelo. Se sentía furiosa e impotente.

Para su muy buena suerte, ningún mozo se daba cuenta de la rebeldía de Alice, o ya la casa estaría patas arriba. No era buena jugada tener a un mozo desobediente en el palacio.

-Eldrie me tendrá que disculpar, pero Alice ya no puede seguir viviendo en esta casa... -Pensó ella, sentada en su cama a la vez que trataba de tranquilizarse.

Los invitados y las tres dueñas ya dormían, eran las once de la noche. Los mozos terminaban sus jornadas.

En cuanto a Eugeo, el sacaba la basura del palacio, ya fuera polvo, restos de comida, incluso una pequeña copa que se rompió por accidente. Él tenía ya bastante sueño, pero debía cumplir su jornada de doce horas. Ya se había terminado de recuperar.

Las doce horas de servicio le parecían una barbaridad. La vida y energías de los trabajadores eran absorbidas casi en su totalidad por esas doce horas.

-Cuando sea capataz, haré que la jornada sea de ocho horas...en cuatro horas se pueden hacer tantas y tan pocas cosas a la vez. Algún día...por Tieze y por el señor Marx.

Sword Art Online: Palacio Noir et Blanc (Kirialice)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora