Ya habían pasado algunos días, y con ello, la recuperación de Eugeo. El muchacho aún tenía algunos moretones en la cara, incluso seguía lastimado de las costillas, pero el trabajo le ordenaba.
Claro, en su posición de trabajador lastimado, el muchacho no hacía mucho esfuerzo, y su jornada era la mitad que la de los demás trabajadores, siendo la suya de seis.
Le leía el periódico a Yuuki como todas las mañanas, Kirito iba caminando en el pasillo en compañía de Klein. Alice le sonrió al joven Barón, quien regresó la sonrisa, de forma amable.
-Buenos días, solecito. –Ese era el apodo que él le puso a Alice.
-Buenos días, barón Kirito.
-Sir, ¿was war das? –Klein preguntaba que fue eso.
-Frag nicht, Knappe Klein. Sie sind persönliche Angelegenheiten. –Kirito pedía que no preguntara nada, que eran asuntos personales.
-Como ordene, señor. –Lo bueno de hablar un idioma que nadie más, es que sus conversaciones quedaban en secreto.
Egil cortaba algunas flores directamente del jardín para ponerlas en una manta, siendo algunas rosas y unos girasoles. En cuanto entró a la casa, vio a Stacia.
-Para usted, señorita.
-Gracias, Egil. Que amable de tu parte.
-El más grande de los girasoles es para su madre, y la más pequeña de las rosas es para su hermana.
-Yo se los daré, muchas gracias Egil. –Sonrió Stacia, caminando para el estudio de su madre.
Lo que eran Bercouli y Eldrie sacaban a pasear una vez más a los perros, lanzando un hueso de venado por el que todos iban, acarreándolos así de regreso a su lugar de descanso.
En la cocina, que era a donde Alice había entrado, todo se apresuraba para que la mesa estuviera puesta en cosa de unos cinco minutos o menos, que era lo que faltaba para el desayuno. Era sábado, por lo que, naturalmente, se desayunaba un poco más tarde.
Iskahn llevaba dos cubetas de agua traídas directamente del dique que, a su vez, traía agua del lago. Luego seguiría traer el hielo, pero ese ya era un poco más complicado.
Tenía una idea, ya que la máquina de helado seguía sin ser reparada o sin haber comprado otra, pero él ya quería un poco de helado, casi le hacía falta.
El punto, que tenía ya jugo de frambuesa que él mismo molió y exprimió, pero seguía necesitando un poco de hielo, además de sal.
-Tieze, ¿Dónde se guarda la sal?
-¿Para que la quieres, Iskahn?
-Es una sorpresa, dime donde está.
-Si algo pasa, será tu culpa. Búscala en la mitad de la alacena.
-Yo te ayudo, Iskahn. –Se ofreció Scheta.
-¿Tú ayudarme a mí? ¡Ja! Eso es estúpido, ¿no lo habías pensado? No necesito ayuda de nadie, y mucho menos de una mujer.
-Si no la encuentras...no me busques para que lo haga por ti.
Iskahn entró a la alacena en busca del tarro de sal, buscó varias veces en la parte donde Tieze la había dicho, pero no encontraba nada de nada. Se empezó a desesperar.
-¡Segura que está en la parte del medio, Tieze!
-Completamente.
-Tch. No veo nada aquí. –Quitándole la tapa a uno de los tarros, Iskahn probó el polvo del mismo. Era azúcar, por lo que negó con la cabeza.
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Sword Art Online: Palacio Noir et Blanc (Kirialice)
FanficCorre el año 1870. La dueña del palacio Noir et blanc, Quinella-Sama, invitó al noble prusiano Kirito a casarse con su hija: Stacia. No obstante, al día siguiente de su llegada, estalla la guerra Franco-Prusiana, por lo que Kirito se ve obligado a...