—¿Qué te ha traído a Londres, Emilia? —preguntó en un intento de dejar atrás los pensamientos ardientes.—Los negocios, como a ti.
—¿Y a qué te dedicas?
Ella dudó antes de responder. Estaba claro que Claudio no le iba a contar mucho de él. A pesar de la atracción que había entre ellos, evidentemente no estaba interesado en tener una relación con ella, así que sería mejor limitar la información.
—Yo… ¿por qué no lo adivinas? —sugirió.
Él sonrió con sorna.
—No se me dan bien las adivinanzas.
—Oh, vamos. Puede ser divertido.
—Muy bien —no pudo resistirse antes su expresión traviesa—. ¿Eres modelo, tal vez?
Ella se rió suavemente.
—¿Las modelos no tienen que ser altas y esbeltas?
Tal vez no fuera lo suficientemente alta para ser modelo, pensó Claudio, pero era lo suficiente hermosa para serlo.
—Entonces, ¿no eres modelo? —preguntó, recostándose en el sofá.
—No —respondió con una sonrisa.
Claudio sacudió la cabeza.—No sé por qué, pero no te imagino en una oficina.
Emilia frunció el ceño.
—¿Por qué no?
—Si yo tuviera una secretaria como tú, nunca trabajaría.
—¿No eres un poco machista al suponer que una mujer tiene que ser secretaria si trabaja en una oficina? —lo provocó.
—Hmm, tienes razón.
Emilia empezó a sentirse menos tensa al darse cuenta de que estaba disfrutando de la conversación.
Claudio se encogió de hombros y lo volvió a intentar.
—De acuerdo, trabajas en una oficina…
—En realidad, no.
—¿Siempre es tan difícil conseguir una respuesta directa de ti?
No, no lo era, pensó Emilia, pero se resistía a contar cosas de ella misma. Volvió a pensar en que a la dirección de PAN Cosmetics no le gustaría saber que su incidente con Ulises Reyes se había hecho público. Claudio Meyer, el propietario de Meyer Industries, era muy estricto en su política de mala publicidad, hasta el punto de que incluía una cláusula al respecto en los contratos de sus empleados, incluyendo el que ella había firmado con PAN Cosmetics el año anterior.
—¿Por qué estás tan interesado? —dijo frunciendo el ceño.
—Porque me interesa todo lo relacionado contigo —respondió despacio y con voz ronca.
Emilia sintió que se ruborizaba al darse cuenta de que Claudio no sólo quería saber cosas sobre ella… ¡la quería a ella!
Tragó saliva con esfuerzo.
—Soy recepcionista de un fotógrafo.
Y no era mentira del todo, ya que hacía de su propia recepcionista cuando Ángela salía a comer o estaba enferma.Él enarcó las cejas.
—¿Alguien a quien yo conozca?
—Lo dudo —respondió ella.
—Y el tipo de antes…
—¿León?
Claudio asintió.
—Dijiste que era un compañero de trabajo.
Cierto, lo había dicho. ¡Cómo se podían complicar las cosas cuando se exageraba un poquito la verdad!
—En realidad, es un posible cliente. Mi jefe esta fuera de la ciudad, así que me ha tocado a mí entretenerlo y llevarlo a cenar esta noche —añadió de manera poco convincente.
—¿Y tienes marido, y niños tal vez, esperándote en casa?
Claudio estaba empezando a pensar que su renuencia a decirle su nombre completo y a hablar de sí misma encajaba perfectamente con la situación de una mujer casada.
Ella se rió, curvando de manera deliciosa esa boca tentadora.—No hay ningún marido, ni tampoco niños —le aseguró.
—Y Emilia es un diminutivo de…
Claudio miro rápidamente su mano izquierda y no vio ningún anillo, ni tampoco la marca blanca que habría dejado uno.
—De nada —mintió, y sacudió la cabeza—. Y como, evidentemente, no nos volveremos a ver después de esta noche, todas estas preguntas no tienen ningún sentido, ni tampoco las respuestas, ¿no crees?
No era necesario que Claudio supiera que su nombre completo era Emilia Ruiz, ni que era fotógrafa, sobre todo de publicidad, con su propio estudio y un apartamento en el mismo Londres.
—Eso aún no lo podemos saber.
Emilia lo miró sorprendida.
—¿El qué no podemos saber?
—Si vamos a volvernos a ver o no. ¿Por qué no íbamos a hacerlo? Yo vengo a Londres con frecuencia y…
—¡Y yo no estoy dispuesta a convertirme en «tu chica de Londres»! —Exclamó Emilia—. Mira —dejó su copa en la mesilla, liberando el mechón de pelo de sus dedos mientras lo hacía—, te estoy muy agradecida por haberme ayudado antes, pero no lo suficiente como para acostarme contigo.
Él le dedicó una mirada ligeramente burlona.
—Pero no estamos en la cama.
—Ni lo vamos a estar —le dijo con firmeza.
—Tal vez no esta noche…
—Ni nunca.
—¿Cómo puedes estar tan segura de eso?
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~Embarazada de un millonario~
FanfictionLa noche que Claudio había compartido con Emilia en su suite terminó de forma inesperada: ¡ella lo dejó de madrugada sin decirle ni una sola palabra! Claudio estaba decidido a encontrarla. No estaba dispuesto a que el heredero Meyer, el que recibir...