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Qué estás haciendo? —casi chilló Millie

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Qué estás haciendo? —casi chilló Millie.

Finn había saltado a sus pies con una velocidad que era altamente imprudente y ahora estaba observando por encima del borde del edificio con el ceño fruncido de manera calculadora, honestamente, lucía como si estuviera realizando complicadas ecuaciones matemáticas.


—Saliendo del maldito techo —gruñó.


—Te matarás.

—Podría —estuvo de acuerdo con seriedad.

—Bueno, no me siento especial —replicó Millie.

Él se volvió, bajando la mirada hacia ella con superioridad en sus ojos
entrecerrados.

—¿Estás diciendo que deseas casarte conmigo?

Ella se estremeció.

—Nunca. —Pero al mismo tiempo, una dama no deseaba pensar que un hombre preferiría arrojarse desde un techo tan solo para evitar la
posibilidad.

—En eso, señora —dijo Finn—, estamos de acuerdo.

Y dolió. Oh, cómo dolió. Ah, ironía.

A ella no le importaba si Finn Wolfhard no deseaba casarse con ella, ni siquiera le gustaba la mayoría
de las veces, y sabía que cuando él se dignara a escoger una novia, la oh-tan-agradecida dama no iba a ser nada parecida a ella.

Aun así, dolía.

La futura Lady Kennard sería delicada, femenina, habría sido
entrenada para manejar una gran casa, no una finca de trabajo, vestiría
en lo último a la moda, su cabello sería empolvado e intrincadamente
estilizado, e incluso si poseía una columna vertebral de acero, la escondería debajo de un aura de gentil desamparo, a los hombres como Finn les encantaba pensar que eran viriles y fuertes.

Lo observó mientras plantaba sus manos en sus caderas, muy bien,
él era viril y fuerte, pero era como el resto de ellos; querría una mujer que
coqueteara sobre un abanico, dios no permitiera que se casara con alguien capaz.

—Esto es un desastre —escupió él.

Millie solo resistió un poco el impulso de gruñir.

—¿Recién te estás dando cuenta?

Su respuesta fue un ceño fruncido igualmente inmaduro.

—¿Por qué no podrías ser amable? —dejó escapar Millie.

—¿Amable? —repitió él.

Oh, Dios, ¿por qué había dicho eso?.
Ahora iba a tener que explicarse.

—Como el resto de tu familia —aclaró.


—Amable —dijo de nuevo.

Sacudió su cabeza, como si no pudiera
creer su audacia—. Amable.

because of miss brown; fillieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora