Cuando Finn bajó a desayunar a la mañana siguiente, no se sorprendió de enterarse que Millie todavía estaba en la cama, no había tenido, pensó con cierta satisfacción, una noche tranquila.
Ya no podía evitar preguntarse si su semilla estaba arraigándose en ella, era extraño, pero nunca había pensado mucho antes en tener hijos. Sabía que debía hacerlo, por supuesto, un día heredaría Manston y Crake, y tenía el deber sagrado de proveerle al condado un heredero.
Pero incluso con todo eso, nunca había imaginado a sus hijos, nunca se había imaginado a sí mismo sosteniendo a un niño en sus brazos, observándolo aprender a leer y escribir, o enseñarle a montar y a cazar, o enseñarle a ella a montar y cazar. Con Millie como madre, sus hijas seguramente insistirían en aprender toda clase de habilidades como sus hermanos, y mientras había pasado su infancia profundamente molesto por la insistencia de Millie en mantenerse al día con los chicos, cuando se trataba de sus hijas, si querían cazar, pescar y disparar una pistola como un tirador experto...
Siempre darían en el blanco, y a pesar de que él podría poner límites para saltar cercos a la edad de seis años, seguramente ahora incluso Millie aceptaría que eso había sido absurdo. Millie sería la mejor madre, pensó mientras caminaba por el pasillo hasta el pequeño comedor, sus hijos no serían presentados una vez al día para la inspección.
Los amaría de la misma manera en que su propia madre la amaba, y ella se reiría y burlaría, enseñaría y regañaría, y ellos serían felices.
Todos serían felices.
Finn sonrió. Ya era feliz, y solo iba a mejorar.
Su madre ya estaba en la mesa del desayuno cuando entró en la habitación, echando un vistazo a un periódico recién planchado mientras untaba de mantequilla su tostada.
—Buenos días, Finn.
Se inclinó y la besó en la mejilla. —Madre.
Ella lo miró por encima del borde de su taza de té, una de sus elegantes cejas en un arco perfecto.
—Pareces de un humor excepcional esta mañana.
Él le dirigió una mirada interrogante.
—Estabas sonriendo cuando entraste en la habitación —explicó.
—Oh —él se encogió de hombros, tratando de sofocar las burbujas de alegría que lo habían tenido casi saltando por las escaleras—, no puedo explicarlo, me temo.
Lo que era verdad, ciertamente no podía explicárselo a ella.
Ella lo consideró durante un momento.
—Supongo que no tendrá nada que ver con tu intempestiva salida anoche.
Finn hizo una pausa brevemente en el acto de echar huevos en su plato, había olvidado que su madre seguramente requeriría una explicación para su desaparición, su presencia en el Baile Wintour fue lo único que le había pedido...
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because of miss brown; fillie
RomansaA veces encuentras el amor en el más inesperado de los lugares... Esta no es una de esas veces.