Capitulo #9 Confusiones

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¡CORREGIDO!


A Draco no le gustaba tratarla mal, pero era la manera de mantenerla lejos de él, no porque no le gustara, al contrario, sentía una debilidad al tenerla cerca. Desde que la había besado, ella en él, había despertado un sentimiento, que desde que tiene memoria, era negado por su padre y aunque ya estaba muerto y ya nada le impedía sentir lo que sentía, aun le era difícil y evitarlo era la mejor opción.

La castaña caminaba hacia su torre, con el grisáceo tras de ella sin perderle de vista, asegurándose de que llegara bien. Más que una orden puesta por su tía, era el deseo de verla a salvo. La castaña se detiene, Draco que se encontraba a cinco pasos tras de ella, la vio detenerse y se apresura para ver el por qué, de su extraño comportamiento.

-Mi niña. –Dijo la mujer. –Vine a verte. –Se le comenzaría hacer costumbre visitar a su hija muy a menudo, para recuperar el tiempo perdido.

-¿Qué haces aquí? –le reprochó la castaña.

-¿Una madre no puede ver a su hija? –Observó al mago -Draco, veo que cumples.

La castaña mira de soslayo y, se da cuenta, que a su derecha se encontraba el rubio.

-¿Acaso tengo opción? –Habló el grisáceo en tono serio.

Hermione lo mira con enojo.

"Cómo es que por un momento creí que había cambiado" –pensaba la castaña. Mirando al hurón desteñido con una gran decepción reflejada en su rostro, que no pudo ocultar y el rubio notar.

-Tía, no debes estar aquí. Sabes muy bien que es peligroso. Si solo se dan cuenta de que realmente no estás...

La mujer completa la frase – ¿Muerta? Lo sé.

-Qué bueno –celebra con sarcasmo -pero nos puedes meter en problemas... sobre todo a tu hija. El abuelo estuvo aquí, haciendo el cambio de apellido. Por lo tanto, ya todos saben que tú eres su verdadera madre –explicaba el rubio.

-Ya eres legalmente una Black –se dirigió a la ojimiel.

-Sí, ahora su nombre es Hermione Jean Black –respondió el grisáceo con ironía

-¿Por qué no dices nada mi niña?, ¿te sucede algo?

-No –contestó, reaccionando por lo ida que se encontraba –Solo estoy algo cansada y si no es mucho pedir quiero llegar a mi torre.

-Por supuesto. –Se acerca a su hija, depositando un beso en la frente para despedirse. –Ya confirmé lo que quería saber.

La pelinegra desaparece, dejando a la castaña y el rubio de nuevo solos en el inmenso pasillo. Hermione estaba molesta y no quería volver a cruzar palabra con el hurón. Se había decepcionado por completo de él. Procura llegar a la torre ignorando al rubio detrás de ella.

-Unidad –susurra la castaña al retrato.

Sin fijarse si el rubio aún venia tras de ella, ingresa a la torre, para por fin descansar.

El rubio que había ralentizado el paso, para otorgar un poco de espacio, se preguntaba, por qué Black se encontraba molesta. Lo quería averiguar de una u otra manera.

En la sala común, a nada de subir a su habitación, de la nada aparece a sus espaladas un moreno muy bien parecido, un Slytherin. La leona desenfunda su varita rápidamente y apunta.

-¡Oye! cuidado a quien le haces daño con eso, Granger. Lo siento... Black. Es que no es fácil acostumbrase. Durante años eres una sangre sucia y de la Noche a la mañana una Black, eso descoloca a cualquiera.

-Cómo es que...

-La verdad no se tu contraseña, pero si me la quieres dar, aquí me tendrás las veces que gustes. Solo me aparecí, no es difícil ¿oh, sí?

-No, pero sabes que está prohibido en el castillo –decía la castaña sin bajar su varita. No le tenía miedo, pero prefería ser precavida. -¡Vete! –exclamó alzando la voz.

-Vamos, linda. Divirtámonos un poco.

La leona baja su varita y la serpiente se acerca muy despacio, hasta sujetarla de la cintura.

-¿Qué haces? ¡Suéltame! Porque de lo contrario te arrepentirás –advirtió la leona, tratando de zafarse del Slytherin.

-No lo creo –dijo sujetándola más fuerte - ¿no te has visto?, cómo resistirme, si de solo verte me provocas.

La castaña trata de apuntarlo de nuevo, pero el moreno la detiene, le arrebata la varita y la arroja a uno de los sofás que adornaba la sala.

-¿De qué hablas? ¡Jamás te he provocado! –seguía la castaña tratando de levantarse.

El Slytherin le impide levantarse, recostándose sobre ella. Comienza a besar su cuello en desespero y a subir su falda con una clara intensión en mente. Hermione gritaba, con la esperanza de alguien pudiera oírla.

-¡Suéltame! –le exigía entre gritos.

Por el retrato se asoma una cabellera rubia. Draco al instante escucha los gritos de la castaña y se asombra al ver a su amigo, sobre ella.

-¡Expelliarmus! –Gritó el rubio con furia, provocando que su amigo volara por el aire. - ¿Qué te sucede, zabini?

-Por favor, todo es un mal entendido, amigo. –se excusaba el moreno sacudiendo su ropa. Para su suerte, el golpe no había sido tan fuerte.

-¿Estás bien? –preguntó el rubio preocupado, mirando directamente a la castaña.

Hermione asiente. Tratando de ocultar las lágrimas, retraída a un lado del sofá abrazando sus piernas presionadas fuertemente a su pecho.

-Zabini, mejor vete antes que pierda la poca cordura que me queda –gritaba Draco sumamente furioso, sin dejar de apuntarlo con su varita. –Y no te le acerques nunca más. ¿¡Te quedó claro!?

-Perfectamente. –dijo el moreno desapareciendo.

La castaña no paraba de llorar y el rubio sin saber que hacer o decir.

-Gracias. Si no hubieras llegado a tiempo... no... no sé...-decía Hermione con voz cortante.

El rubio se acerca, en un vano intento por querer calmarla.

-Ni siquiera lo digas. No permitiría que nadie te tocara, es que solo de pensarlo... -gruñe con rabia y frustración, levantándose de un salto.

La castaña no podía creer que el hurón, su primo, que la odiaba, o eso aparentaba, hablara de esa manera.

D&H juntos - la magia no es tan asombrosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora