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Osomatsu de la nada despertó.

— Ay... Que horrible pesadilla. Era mejor un sueño húmedo ¿No, consciencia? — miró de un lado al otro, ninguno de sus hermanos se encontraba a su lado en el futón.

Continuó con su rutina de siempre, estirarse, lavar sus dientes, pero no pudo acabar con su último paso "Desayunar". No había nada ni en los estantes ni en el refrigerador, su estómago estaba derrumbándose en su interior. Los desgraciados de sus hermanos de seguro se habían comido todo. Se sentó en la mesa a jugar con las migas de alguna comida que fue robada de sus manos -Sí, así de exageradas eran sus metáforas- y repetía sin cesar que pronto aprendería a cocinar.

— Qué hambre... — tocó su estómago.

De la nada llegó su salvación, un Ángel atravesó la puerta, era tan celestial que Osomatsu tuvo ganas de hacerle un altar.

— ¿Se puede saber qué haces? — Choromatsu rodó sus ojos, viendo cómo su molesto hermano mayor se arrodillaba ante él.

— ¡Choromatsu-Kun! — abrazó las piernas del mismo mirándolo con ojos cristalinos. Nunca había prestado atención en la cara de Choromatsu cuando él hacía una estupidez cuando eran niños, pero cada vez que hacía esa expresión de querer matarlo combinado con su leve sonrojo, su interior se estremecía y una corriente eléctrica recorría su organismo, haciéndolo sonreír incontrolablemente mientras contenía sus ganas de derribarlo y besarlo hasta que se le acabe el aire.

— ¡Déjame! ¿Otra vez te quedaste sin comer? Eres tan lento... — Asintió con ojos de cachorrito. — ¿Y ahora yo debo hacerte el desayuno? — cometió la misma acción.    
— Claro, porque un estúpido como tú no sabe cocinar y crees que me sobra el tiempo —

— Bueno a decir verdad... Sí, vago — le contestó levantándose del suelo, mientras soltaba una risita por su cara.

— Si estás tan animado, significa que no tienes tanta hambre como pensé — dijo tratando de irse a otro lado donde alguien no le quite su "valioso tiempo" pero una mano se lo impidió.
Lo tomó de la muñeca haciéndolo dar una media vuelta y con otra mano lo empujó contra la pared, el tan sólo sentir la dureza de aquella pieza de concreto lo congeló de los nervios, ya que Osomatsu luego lo dejó sin salida colocando sus hábiles manos al costado de su cuerpo, dejándolo acorralado. Como una presa tratando de huir de su depredador, buscando con la mirada maneras de llevar a cabo su fuga, el choque de sus respiraciones y los labios de mayor tan cerca de los suyos era peligroso, su mirada se clavaba en sus pupilas y lo obligaba a cerrar los ojos esperando el impacto. Pero todo desembocó en Osomatsu posando su cabeza en su pecho mientras lo abrazaba.

— Por favor, Choromatsu... ¿Cocinarías para mí? —

— Mira las tonterías que dices... —

— Ok, hagamos un trato, me enseñas a cocinar y no te molesto nunca más... —

— ¡¿Nunca más?! — preguntó emocionado.

— ... En el horario del desayuno —

Gruñó.

— Bueno, algo es algo, sígueme —

Ambos se dirigieron hacia la mesa, Choromatsu en el trayecto tomó un delantal, era lo único que podía hacer con tal de no ensuciar su ropa a pesar del vergonzoso color y diseño. Era un delantal rosa adornado en los bordes con pequeñas flores blancas y en el centro del pecho un gran mensaje con letra cursiva de un tono más claro que decía: "Kiss the cook". Subió sus mangas y con un gran tono rojo en sus mejillas intentó atar las tiras del delantal.

— El color rosa es el que Totty usa pero no sabia que te quedaba tan bien a ti — guiñó un ojo.

— ¿Quieres comer o no? — lo amenazó con su temible cuchara de madera.

— Ya, ya ¿Y qué cocinaremos? —

— Panqueques —

Sonrió como un niño.

Choromatsu tomaba con cuidado cada uno de los ingredientes y los depositaba en el bol donde hacía la mezcla, Osomatsu admitía que podría haber comprado su desayuno en algún otro lugar pero que lo esté haciendo su hermano menor le daba una sensación que no podría pagar en ningún otro sitio. Observaba su cara llena de seriedad, como sus labios se movían al explicarle cada paso. Cuando la mezcla estuvo lista, el de poleron verde se acercó a la cocina para echarla en la sartén.

— Y luego lo pones haciendo un pequeño círculo, no es tan difícil ¿Ve...? ¡¿Qué se supone que haces?! — Osomatsu estaba buscando algo en la alacena. Cuando dejó de escarbar, en sus manos mostró un bote de salsa de chocolate.

— Estoy buscando algo para endulzarlo más, no lo voy a comer así como así —

— Les puse mucha azúcar, el chocolate no hace falta —

— ¿No? — se acercó abriendo el bote, puso algo en su dedo y probó un poco. Se relamió.

— Sal de aquí... —

Osomatsu terminó de acercarse y puso otra vez algo en su dedo pero está vez manchó la mejilla de Choromatsu con el dulce. Luego puso una cara pensativa.

— ¿Sabes? A pesar de que puse chocolate sobre ti, igual te probaría. —

— ¿Y eso qué tiene que ver? —

— A que... — rodeó su cintura — Podría morir por tanta dulzura que desborda de ti —

Sus mejillas otra vez enrojecieron y trató de zafarse del contacto.

— ¡Déjame! — golpeaba sus brazos pero luego suspiró — ¿Al menos aprendiste algo? —

Él sonrió y lo soltó.

— No —

Luego de unos segundos Osomatsu yacía en el suelo luego de que su hermano menor le haya pegado con una sartén.

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¡Hola! Sí, otra vez desaparecí tres siglos. Recibía mensajes de "WEEEEE ¿ONTAS?" "REVIVE" Pero bueno, me sacaron una sonrisa ya que pude ver que les gusta la historia. Gracias por sus comentarios y por leer mi historia.
Trataré de subir capítulos más seguido. "NOOOO, MIRA ESA MENTIRA" Pero trataré de hacerlo.

"¿Osochoro? ¡Nunca!" ♤•Osochoro•♤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora