uno

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Después de la aventura en el mundo de Dragón ball; ese viaje que era un juego solamente y en que participó casi contra su voluntad, Mary estaba en su casa disfrutando de su amada soledad. Le gustaba estar sola más que muchas cosas. Recostada en la alfombra oía su música mientras cantaba en voz alta, a ratos hacia una burbuja de goma de mascar que le estallaba estrepitosamente en el rostro. En ese momento tenía una pierna lastimada, pero nada podía importarle menos, pues verdaderamente tenía todo tal cual quería. Y oyendo música, se iba a otro mundo.

Apenas hace unas horas había terminado su aventura, pero para Mary, era parte del pasado. No era la clase de persona que se queda apagada al pasado por mucho tiempo. Aquél viaje poco a poco se estaba volviendo un sueño remoto.

"Et je danse, danse, danse, danse, danse, danse, danse"

Cantaba cuando una voz la llamó
por su nombre. Una voz de hombre joven en extremo educada y tranquila. Abrió los ojos y se encontró con un insólito rostro reclinado sobre ella. Lo miró unos segundos, intentando digerir a ese visitante inesperado que la saludó amable.

-Por favor dígame qué estoy soñando y usted no está aquí-le dijo sentándose en la alfombra.

-Me temo que esto no es un sueño, señorita Mary-le respondió él, haciendose a un lado para que ella se sentara.

-¿Cómo llegó hasta aquí, Daishinkan?-le preguntó o más bien le escupió.

-¿No pensará que la seguí, verdad?-le cuestionó frunciendo el ceño.

-Si hubiera seguido a alguien no a mí... Entonces supongo que esta aquí por un accidente-le dijo la muchacha sin interés.

-Asi parece y por alguna razón no puedo regresar a mi mundo ¿Le importaría enviarme de vuelta?-le preguntó con su sonrisa cortéz distante.

Mary lo miró como si le estuviera pidiendole que fuera a la China corriendo. Se puso de pie dejando a Daishinkan unos veinte centímetros por debajo de ella y mirandolo hacia abajo exhaló un suspiro largo y parpadeo lentamente una vez.

-No creo poder...vera Daishinkan he descubierto que hay una limitante para ir a su mundo-le dijo en un tono más serío y menos soberbio- Para llegar allá se debe ser llamado...de lo contrario sólo quedaríamos atorados en nuestros mundos, que son la antesala al suyo.

-¿Me esta diciendo que no puedo volver?-le preguntó Daishinkan levantando una ceja.

-¿Conserva su poder?

Daishinkan levantó la mano y formo en ella una esfera de  energía que no inmutó a la muchacha, luego la extinguió.

-Sino puede volver allá por usted mismo que es un ser poderoso ¿Qué le hace pensar que yo, que soy una humana ordinaria, puedo abrir un portal? De este lado no tengo poder alguno, por eso debemos ser llamadas, no así cuando estamos de su lado de la existencia-le dijo Mary.

-Me sorprende su inteligencia en este asunto-comento el gran sacerdote-¿Qué sugiere entonces?

-Dígamelo usted que es el ser poderoso ¿O es que su inteligencia es superada por una pobre mortal?

Daishinkan se sonrió y levito hasta quedar a la altura del rostro de la muchacha a la que a causa de su pierna lastimada, le estaba siendo difícil mantenerse en pie.

-Debo esperar a que alguien me llame-declaro.

-Felicidades...Se ha ganado una estrellita dorada- le dijo la muchacha- Ahora ¿Por qué no espera en otra parte? No me gustan las visitas inesperadas.

-¿Quiere que me vaya?

-Síno fuera mucha la molestia-le dijo la joven y busco sentarse- Alla a fuera seguro encuentra una fans que estará feliz de rendirle pleitesía.

-Sin duda alguna, pero eso es muy molesto. No estoy habituado al exceso de atención y por lo que leo creo que se tomarían demasiadas libertades o al menos lo intentarían. Usted en cambio ni siquiera es capaz de mostrarme respeto.

"Et je danse, danse, danse, danse, danse, danse, danse"

Cantaba la muchacha mientras se ponía los audífonos. El Gran Sacerdote la quedo viendo hundir la mirada en su aparato celular haciendo de cuentas que él no estaba ahí. Sin más Daishinkan se sentó en la alfombra como esperando por algo que sabía si iba a ocurrir.
 

La menos pensadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora