Nueve

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Fue una cena muy silenciosa, acompañada de esa música agradable que ella solía poner. La lasaña estaba buena, aunque ver comer a Daishinkan era toda una clase de modales en vivo y en directo, mas Mary evitaba hacer contacto visual con él. De hacho en varias situaciones ella no lo miraba a los ojos y el Gran Sacerdote descubrió que eran aquellas en las que ella se sentía invadida. Era entendible, estaba acostumbrada a estar sola y tener que compartir su espacio la incomodaba, pero también tenía que ver con eso otro.

-Su comida es muy buena ¿Cómo dijo que se llamaba este plato compuesto por capaz?-le pregunto el ángel sonando cordial.

-Lasaña-le respondió secamente- No es la gran cosa... cualquier la hace.

-Definitivamente usted no sabe recibir un cumplido. Se resta mérito inmediatamente en respuesta-comento Daishinkan.

-Tal vez si fuera un verdadero cumplido lo recibiría de forma grata-le respondío la muchacha-Pero por favor...estamos comiendo. No quiero polemizar un absurdo ahora.

-Estoy de acuerdo-le dijo Daishinkan- Su compañía me agrada más cuando está callada. Hasta luce más bella de lo que ya es...-le dijo con una sonrisa que no ocultaba su burla.

-Sabe Daishinkan. Me gusta mucho la poesía y uno de mis poetas favoritos es Pablo Neruda.  Le voy a dedicar unos versos de él..."me gustas cuando callas porque estás como ausente"

-Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto-le respondío Daishinkan y ella lo miro con fastidio.

-Leyó el libro-señalo Mary y él asintió con la cabeza.

-Sus libros son interesantes...hablan de la historia humana y su pensamiento.

-¿Qué piensa de la filosofía?-le pregunto Mary poniendo toda su atención en él.

-Creo que se ha vendido un poco-le respondío Daishinkan.

La muchacha rio divertida.

-Hasta que estamos de acuerdo en algo. En efecto,señor Daishinkan, la filosofía se ha prostituido a lo largo de la historia- le dijo y se puso de píe- Yo cocine, usted lava los platos y por favor...No inunde la casa en el proceso...

El último comentario lo ofendió un poco, pero no respondío y la siguió con la mirada hasta que ella cerro la puerta de su habitación.

Limpiar le tomó un segundo. Era de noche y seguramente ella se había ido a dormir. Dormir era extraño y sentía la necesidad de hacerlo así que busco un lugar cómodo, pues su anfitriona no le señaló ninguno. Términó recostado en el sofá con el rostro hacia el techo. Esa tarde durmió en el regazo de la muchacha y recordo, por alguna razón, ese momento. Fue confortante, pero más importante que eso es que le mostró un lado diferente de aquella incisiva mujer. Uno que estaba por ver otra vez. Pasó una media hora y escuchó la puerta abrirse, escuchó los pasos de pies descalzos y la sintió reclinarse sobre él del otro lado del respaldo del sofá. Se fingió dormido y fue muy convincente. Mary no parecío sospechar que estuviera despierto y se dió la vuelta para quitarle las botas. Con mucho cuidado le quitó el cinturón para poner ambos objetos ordenados sobre la alfombra. Se fue y volvió unos minutos después. Suavemente le levantó la cabeza para ponerle una almohada debajo y lo cubrió con una sábana. Encendió el ventilador para refrescar el ambiente, cerro las cortinas y regresó para darle una mirada.

-Sólo dormido parece un verdadero ángel- comentó en voz baja- Buenas noches Dai...

Ella volvió a su habitación y él se quedó ahí, pensando en sus palabras y sus acciones. Esa mujer lo exaltaba con una mirada. Lo agitaba con esa arrogancia y esa actitud de perpetuo análisis, con ese rostro frío y tranquilo, con esa astucia fina e irónica, con esa tacita exigencia y esa actitud pretenciosa, molesta... Se detuvo ahí porque se estaba alterando y sólo estaba pensando en ella. Mejor dormía para descansar un poco de esa mujer.

Por la mañana se despertó temprano y el olor a pan tostado inundaba la casa ¿En que momento ella se levantó? No lo noto. Dormir era algo un tanto peligroso.

-Buenos días-le dijo mientras ella ponía algo en una rebanada de pan.

-Buen día...-le respondío iba a decirle algo cuando tocaron a la puerta- Quedese aquí...

Mary llevaba puestas unas bermudas y una camiseta que descubrió su espalda. Como llevaba el cabello tomado,
Daishinkan pudo ver un tatuaje pequeño en la piel de la muchacha que apenas abrió la puerta terminó siendo arrastrada por dos chicas a la sala.

-¡Maryy tienes que venir a la fiesta!-le dijeron a dúo.

-¿Cuál fiesta?

-La que hara Marcos está tarde en su casa. Lleva traje de baño, es fiesta en la piscina-le dijo la rubia.

-¿Sí? Bueno yo no iré...

-¿por qué no? A Marcos le gustaría verte-le dijo la castaña.

-Es que yo...-balbuceo Mary y miro hacia la cocina donde estaba Daishinkan-Tengo visita. Si, eso y no puedo dejarlo sólo.

-Dejar solo ¿a quien?-le preguntaron.

-A mi primo...Dai...de... Noruega, que vino a visitarme -señalo no muy segura de lo que estaba haciendo.

Como ella miraba a la cocina, ellas vieron hacia allá también y se encontraron con un muchacho albino de sonrisa cortéz que las veía algo curioso.

-Rox, Ana...les presento a mi primo en noveno grado-dijo Mary sin mucho ánimo.

-Buenos días encantado de conocerla-les dijo amablemente.

Cinco minutos después lo tenían sentado, en medio de ambas, en el sofá. Le hacían preguntas y le acariciaban el cabello haciendo comentarios tiernos respecto a su aspecto.

-Tu primo es tan lindo -le dijo Rox a Mary.

-Sí, muy tierno-le respondío Mary con los brazos cruzados, recargada contra la pared viendo a Daishinkan con una expresión de reproche.

-¿Cuantos años tienes?-le pregunto Ana.

-Veintiocho-respondío sonriendo y viendo a Mary un poco desafiante.

-¡Eres mayor que yo!-exclamó Ana- Te vez mucho más joven.

-Como de quince-murmuró Mary con fastidio.

-Oye Dai ¿Quieres venir a la fiesta?-le preguntó Rox.

-¿Qué? ¡No lo invites!-exclamó Mary.

-No seas egoísta, deja a tu primo divertirse también-le dijo Ana-¿Dai,quieres venir?

Daishinkan miro a Mary que parecía estar diciendo: "di que no, di que no. Por favor di que no"

-Me encantaría- le respondío el Gran Sacerdote y se sonrió con astucia por un momento mientras veía a la pelirroja.

Mary torció la boca y apartó la vista de él mientras este se sonreía casi tierno cuando esas chicas le acariciaban.

-Viejo verde-murmuró Mary y se fue a la cocina.

-Disculpa querida prima ¿Dijiste algo?-le pregunto Daishinkan dulcemente y levantando un poco la cabeza para verla en la cocina.

-Que si quieren té verde- respondío y dejó caer un cuchillo feroz sobre un pepino que quedó partido en dos.

Daishinkan apartó la vista y no estuvo seguro del motivo,pero eso lo hizo sentirse algo incómodo.

La menos pensadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora